Love Scars [KyoTan] KNY

Love Scars ❤

Sólo habian pasado tres días desde la competencia intercolegial de Kendo en donde el mayor de los Rengoku habia representado a la academia, haciendose con el premio al primer lugar, pero no saliendo ileso de la arena. Termino con un esguince de tobillo en grado 2, una fractura oblicua de húmero y por si eso fuera poco, un feo golpe en el ojo que le dejaria una cicatriz de por vida. Se lo había jugado todo en esa competencia, y es que el honorable Kyojuro no podía hacer más que ganarla, era su último año en la preparatoria, debía llevarse algún buen recuerdo, y ese era el trofeo que ahora adornaba una de las vitrinas del pasillo de su escuela, porque si algo deseaba, era haberse ahorrado los golpes, porque aunque fueran hechos con una espada de madera, dolía un montón, pero así tambien fue como consiguió una semana libre por los inconvenientes y un aprobado automático en educación física por haber representado a la academia. Peor es nada, como dicen.

Y todo debería terminar ahí, si no fuera porque la ausencia del herido tenía a un chiquillo que muy bien conocía, literalmente vuelto loco. Tanjirou, Kohai de Rengoku en el club de Kendo, quién también había participado de la competencia en otra categoria, pero al ser nuevo en el deporte no habia conseguido más que unos cuantos rasguños y una medalla por participación. Moría de vergüenza de solo pensar en volverle a ver la cara a su imponente senpai, tantas horas de prácticas para terminar así, sentía que había hecho al mayor perder el tiempo.

Pero también sentía que moría por muchas cosas más.

Tres días, solo tres días llevaba de ausencia el mayor en la academia y Tanjirou sentia que se le saldría el corazón del pecho por la angustia, intentaba entretenerse siendo espectador de las usuales peleas entre Inosuke y Zenitsu, pero ni eso lograba distraerlo por completo.

Es que no entendia que diablos pasaba con él.

¿Qué era esa sensación? Le daban gana a de devolver todo lo que habia comido de solo pensar en el mayor, Senjuro-kun ya no quería ni verlo pues pasaba preguntandole por su hermano mayor cada vez que se lo topaba, incluso más de una vez en el día. El pobre de verdad que ya no queria salir de su aula por miedo a encontrarse con el insistente Kamado mayor.

Nezuko, compañera de aula del rubio menor intento persuadir a su hermano para que lo dejara en paz, o se limitará a preguntar sólo una vez al día, por lo menos. También intento ponerse del lado de su hermano, pidiendole a Senjuro que le tuviera paciencia, ya que ni el mismo Tanjirou sabía que era lo que le hacia estar tan ansioso y preocupado.

Al quinto día a Senjuro se le acabo la paciencia.

-¡Ya esta bueno!- explotó mientras apretaba su caja de jugo y hacía que el contenido de ésta saltara sobre la cara del pelirrojo - Tanjirou-kun si tanto te preocupa anda a verlo.

-P-pero Senjuro-kun... me da vergüenza verlo luego de perder tan brutalmente, y él que lo dejo todo en la cancha...- intento persuadirlo, secando su cara con las mangas de su camisa.

-Pues es tu problema, en todo caso, está al tanto de que haz estado preguntando por él, cada minuto del día, así que ven conmigo después de clases y acabemos con esto - sin esperar respuesta se retiro de la azotea, donde solia comer su almuerzo por ser un lugar tranquilo, claro que no contaba con que Kamado lo seguiría hasta allí.

Tanjirou se quedo con el corazón en la mano, un montón de preguntas y un dulce olor a manzana emanando de su rostro.

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El resto del día había pasado tortuosamente lento para el chico de primero de preparatoria, se encontraba fuera del aula de su hermana esperando que el menor de los hermanos Rengoku terminara sus clases, ya le había avisado a Nezuko que no le acompañaría a casa esa tarde y aún así no dejaba de estar inquieto.