Tic Nervioso

32 2 0
                                    

−Escúchalos a todos, escucha ese bullicio vacío que se asoma en la avenida, huele ese veneno extraño e inherente que se siente en todo tu vientre, con cada trago que pudre suavemente. Tú no quieres esto. Tú buscas algo más... Sólo eres presa de un espacio en este universo que se expande dejando anónimos por toda la remanente historia. Entiéndelo, eres brillante, poderoso e ingenioso, pero te están tapando los ojos Ramón, te están llevando a gastar tú salud y tú ... lo hacen y no te das cuenta ¡Reacciona! Reacciona Ramón... hazlo por nosotros −Ramón, escuchando todo lo que él mismo tenía que decirse, agarraba firme la botella de cerveza medio llena que había perdido su seducción helada hace ya mucho.

Su cara sufría, descontrolada, siempre que los ataques llegaban de nuevo hacia él, un tic nervioso en su ojo derecho gritaba siempre que con él mismo hablaba. Era imposible ocultar el frenesí que le arrebataba su estabilidad. Lo más difícil de todo, era que estando es ese estado, su mente enfoca toda la atención para atender a su subconsciente... a esas voces que le hablaban y siempre lo acompañaban.

Oyendo mientras tanto historias endebles y estúpidas de los compañeros a su alrededor, dentro del bar que eligen siempre que alguien saca la idea de ir a tomar. Pobre... él, era bombardeado por el eco de su mente, que era escenario de discusiones, desarrolladas por él mismo y varias voces de su cabeza, quizá él mismo, quizá algo más extraño que no entenderíamos; pero esa palabra que irrumpía en cada pensamiento que Ramón enfundara con autonomía, era la misma que hacia perder su estable semblante, propio de un joven saludable.

Estaban todos los que nunca faltaban en las fiestas y reuniones. Héctor, el chico grande y problemático que ganaba atención a costa de los que no podían hacerse escuchar, el tipo loco busca problemas; estaba su novia Claudia, de tetas gordas y una voz aguda desesperante; su amiga flaca y con la misma proporción de tendencia consumista, amigas de Starbucks. Claudia conocía a Ramón, en su infancia de colegio, no eran grandes amigos y luego del tiempo la distancia fue mucho más grande, solo coincidieron en la universidad. el resto de personas eran personas de la universidad.

Los ojos de Ramón, desesperados se intentaban enfocar cada 2 segundos para visualizar su realidad, pero la parte izquierda del rostro le recordaba cruelmente que no tenía el control de su cordura, su párpado izquierdo moría por cerrarse generando ese tic alarmoso que llegaba cuando consigo mismo hablaba; Buscaba no cerrar su ojo izquierdo, buscaba seguir manteniendo alguna charla bien forzada pero fraternal, para recibir un poco de amistad de parte de sus compañeros de facultad...

Pero aun escuchaba tan cerca y tan adentro esos gritos de falso auxilio que sabía no entraban por su oído y sentía que hoy tomarían aires de revolución, estaba asustado.

−Te necesitamos con nosotros, quita sus manos pesadas, ignora esas risas inherentes. te conozco, te conocemos, un poco de ese espacio que ellos te entregarán, te carcomerá toda la calma; quieres y buscas siempre alguien interesante para compartir ideas... sabes que nos tienes a nosotros Ramón. No te dejes gu− 

Jajajajaja una carcajada estruendosa chocó un segundo contra los oídos desconcertados de Ramón,  alejándolo de ese monologo que tenía que expresar todo su interior. 

Se sintió aliviado por un segundo, sus hombros tensos bajaban un poco la guardia, y su párpado izquierdo volvió a quedar en calma. Necesitaba descansar; ya lleva mucho fundido, produciendo esas miles de ideas que le generaban esos entes que le susurraban siempre en su frente.

Pasaron solo 5 minutos, pero fue lo suficiente para el regreso de tan intenso mensaje.

¡Tenia que tapar ese gol! alcanzaba a escuchar a lo lejos, en unos borrosos 3 metros, escuchaba bachata en el fondo 

Tic NerviosoWhere stories live. Discover now