𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘𝐌𝐎𝐎𝐍 :▐ Después de una dulce y soñada boda donde los novios se reúnen paraentregarse promesas que no se saben si algún día llegarán a cumplirse, siempre llega el lado en donde se entregan en cuerpo y alma, ¿Y qué mejor que en la luna d...
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Era la primera vez que se sentía nervioso, Osamu no era alguien que solía mostrar sentimientos débiles a los cuatro vientos, es alguien que más bien suele mostrarse imponente y seguro—aunque a veces estúpido—en su lugar. Pero, ¿Cómo no estar nervioso si literalmente estaba por casarse con quien menos todo el mundo predijo?
Fyodor Dostoyevsky su actual pareja, al principio parecía una broma. Después de salir de la cárcel nadie imaginó que estos dos arreglarían sus problemas y volvieran a tener esa amistad que una vez hubo en el pasado, extrañamente la codicia del azabache por aquel libro desapareció y se centró más en vivir una mejor vida con sus subordinados. Se alegraba de tenerlos en el fondo, puesto que estaría completamente solo si no fuese así.
La cárcel fue un buen lugar para ambos, inesperadamente empezaron a compartirse secretos y cosas íntimas como sus antiguas relaciones—en este caso solo era el castaño, debido a que Fyodor en su vida ha tenido una relación amorosa—. Hubieron ciertas disputas también, pero cuando lograron salir sin ninguna sucia trampa, la amistad floreció y de lo menos esperado... Nació un amor que no podía ser explicado de ninguna forma, porque del odio al amor hubo un solo paso que acortó la distancia, y dicho paso era aceptar que el privilegio de una amistad pura es fácil de obtener si se pone de su parte.
──Estoy muy orgulloso de tí siendo honesto, Dazai-kun──Mori, quien estaba presente con la pequeña rubia en aquella habitación sostuvo de hombros al castaño que se miraba disgustado en el espejo y le miró a través de este. Ambas miradas se cruzaron, una alegre y la otra vacía.
──Yo... Se lo agradezco, supongo... La verdad esto es muy raro──por su garganta pasó saliva y arregló su kimono blanco por esa parte para ocultar las cicatrices. Había decidido usar uno para mantener la tradición japonesa por más... Poco masculino que se viese al ser de ese largo y color. Fyodor le rogó para que no usara esas horribles vendas que le impedían ver lo linda que podría a ser su piel, intentó motivarle y decirle que tras ellas no había nada horrible que ocultar. Según él no había ninguna imperfección, que por más común que sea su color de ojos y cabellos, los adoraba tal y como eran, solo por esa mirada regocijante de tristeza accedió a no usarlas aunque se sintiera incómodo al no tenerlas sintiendo la ropa rozar contra su piel.
Las cosas que hacía por amor.
──No me digas que ahora te estás retractando de casarte con Dos-kun... ¡Más te vale que eso no sea, Dazai, es alguien hermoso, una joya! ¡Es más, es tan precioso que ni te merece!──la voz de un rubio sacó de sus pensamientos al castaño y miró en su dirección con el ceño fruncido. Si se podía matar con la mirada, ambos tendrían un empate.
Nikolai Gogol era el fiel compañero del ruso. Siempre estuvo con él, era como la mejor amiga a la que le contabas hasta la primera palabra que te dedicó su crush en el día, aunque de hecho, eso siempre hacía, le contaba cada cosa que le ocurriría con Dazai, a lo que que él solamente le daba algunos consejos de qué hacer la próxima vez que se encontraran. Gracias a él, ahora estaban casados. Aquel rubio pudo ayudar al de orbes morados y su invisible timidez con Osamu.
