Cada mañana, exactamente a las 7:30 am, un chico de sonrisa cuadrada y cabellos de un suave color azul, dirigía su vista hacia la puerta de aquella cafetería; donde los clientes pasaban al entrar y salir del lugar.
Esa mañana no era la excepción, justo a las 7:30 con algunos segundos pasando y contando; la puerta fue abierta, provocando el sonar de aquella pequeña campana que se encontraba arriba de ésta, un suave y agradable tintineo. Provocando que la sonrisa que ya mantenía el chico, se agrandara aún más, mostrando una expresión de total felicidad.
Por la puerta, iba entrando un joven de piel blanquecina como la nieve, de cabellos rubios; vestía en esos momentos unos pantalones de cuero, ceñidos al cuerpo, en conjunto con una playera holgada manga corta, de color blanca; que dejaba a la vista uno de sus hombros y parte de sus clavículas.
TaeHyung, el chico de cabellos azules, quien trabajaba en aquella cafetería; había caído ante los encantos de Min YoonGi, el nombre de su cliente habitual desde hace un par de meses.
Al verle detrás de la barra, él rubio se acercó con su expresión usual, y se sentó frente a la barra, quedando cara a cara con el peli azul.
—Hola Tae.— Habló el chico de pálida piel, a lo que TaeHyung reaccionó y se golpeó mentalmente por haberse quedado embobado con su tan preciado cliente.
—Bienvenido YoonGi hyung, ¿le sirvo lo mismo de siempre?— Preguntó el menor de los dos con una tímida sonrisa, siempre era lo mismo de todas las mañanas, un café negro con dos de azúcar y un pastel de chocolate amargo. Personalmente, Tae prefería el café con leche y una buena porción de galletas, aunque claro, el sabía que gustos eran gustos, y el podía notar como su mayor disfrutaba del café negro.
El mayor sonrió de manera muy leve, asintiendo a las palabras del chico frente a él, no era de sorprenderse que ya se supiera lo que pediría, si venía cada mañana sin falta al lugar y pedía lo mismo. Debía admitir que le gustaba ese lugar, no sólo por el hecho de que servían un muy buen café, o unos muy deliciosos postres; sino que también era por el chico que le atendía.
Desde el primer momento, a YoonGi se le había hecho interesante aquel chico, en especial su sonrisa y aquella personalidad tan peculiar, "¿cómo podría describirlo?", siempre se hacía esa pregunta aquel joven de cabellos rubios.
Mientras más observaba a TaeHyung, sentía una calidez nacer desde su pecho, y antes de que la calidez lo invadiera por completo, apartaba la mirada. Venía sintiendo aquellas sensaciones desde hace un par de semanas.
Desde el primer día en que conoció al menor, éste no dudó en hablarle al pálido, quien con su expresión seria y de pocos amigos, le respondió. Y aunque él le contestara de manera fría o a secas, TaeHyung mantenía siempre esa sonrisa que con el pasar del tiempo, le había empezado a gustar, y verla en el rostro del menor, le hacía sentir un ligero revoloteo en su estómago.
Así pasaron los meses hasta lo que era el día de hoy, y YoonGi sabía que no era algo normal, no era algo que sentías con cualquier persona, porque él no sentía aquellas extrañas sensaciones con cada persona que compartía su día a día. Solo él. Solo TaeHyung.
Mientras tanto, el menor al ver que el pálido asentía a su pregunta, enseguida comenzó a preparar el café de su querido cliente. Sirvió el café en la taza de porcelana con mucha precisión hasta la cantidad adecuada, tomó una cuchara y colocó las dos de azúcar. Posó la taza sobre un pequeño plato y colocó el café frente al mayor, al ver que no reaccionaba y estaba metido en sus pensamientos, decidió dejarlo para proseguir a cortar la porción del pastel que había pedido para servirla en un plato de vidrio. Lo llevó hasta donde el mayor, quien no había probado aún su café. Le dejó la cuchara a un lado del plato y luego posó uno de sus codos sobre la barra frente a YoonGi, para recargar su mejilla sobre la palma de su mano, siendo inconsciente de la cercanía que había dejado entre ambos rostros.
Después de unos minutos decidió hablar. —Oye, hyung, ¿no vas a probar lo que has pedido?— Preguntó formando un puchero.
Entre sus divagaciones, el mayor reaccionó a la voz del peli azul, sobresaltándose por la cercanía, más no se alejó, porque, aunque no lo dijera, le gustaba la cercanía entre ellos. Su mirada se dirigió a los labios del menor y su garganta de pronto se sintió seca.
Tomó su café, y aún sin quitar la distancia entre ellos, le dio un pequeño sorbo, subiendo su mirada hacia los ojos del menor. TaeHyung podría ser distraído en la mayoría de ocasiones, pero no era tonto. Se había dado cuenta de la mirada que el rubio le había dado a sus labios, y sintió un leve calor subir por sus mejillas, pero a la vez, una inmensa felicidad, porque sabía que había sido la razón de la reacción del mayor.
—Hyung, ¿a qué sabrán sus labios?— Preguntó el menor después de haberlo pensado un poco, tal vez eso podría traerle consecuencias después, como que su mayor no volviera más a la cafetería y se alejara, que la amistad que habían creado durante esos meses, se fuera por la borda. Pero no podía evitarlo, TaeHyung llevaba enamorado del mayor desde el momento en que llegó por primera vez. Fue un flechazo a primera vista, y cuánto más conversaban y pasaban tiempo juntos, esos sentimientos iban aumentando.
El mayor casi se atraganta con el café debido a la pregunta del menor, pero el también tenía la curiosidad de saber a qué sabrían los labios del contrario, y sentía un deseo por besar los labios contrarios. Dejó la tasa a un lado y relamió sus labios. —No lo sé, ¿por qué no lo descubres por ti mismo?
TaeHyung no se esperaba aquella respuesta, y sin duda se había sorprendido, pero más que nada, el ligero sonrojo que tenía por lo anterior con el mayor, se intensificó aún más. El rubio sonrió divertido por la reacción del menor, le hacía gracia debido a que él había sido quien había preguntado, pero ahora mostraba una actitud nerviosa. Sin más, el mayor decidió tomar las riendas de la situación, llevó su mano al mentón de TaeHyung y lo acercó, agradeciendo la poca distancia que el menor se había encargado de dejar momentos atrás, acabando así la distancia entre ambos. Esperó unos segundos para comenzar a mover sus labios, iniciando un beso lento y suave. El menor de los dos tardó a penas y unos segundos en reaccionar, correspondiendo el beso al ritmo del mayor, un poco torpe al principio pero segundos después, acoplándose.
Al separarse, ambos se quedaron viendo a los ojos del otro; sus rostros a centímetros de cada uno. Ésta vez, TaeHyung tomó la iniciativa, llevando una de sus manos al cuello del mayor para juntar nuevamente sus labios. Un beso un poco más rápido que el anterior, sin dejar aquel toque gentil.
Tras un par de minutos, y por la falta de aire, tuvieron que separarse, soltando leves y bajos jadeos. El menor sonrió con sus mejillas rojas y fue el primero en hablar. —Los labios de hyung saben sin duda alguna a café.
YoonGi no pudo evitar reír ante las palabras del menor, sin duda, aquel chico le había enamorado sin darse cuenta; y un pensamiento llegó a la mente del pálido, pensamiento que no dudó en decir. —Bueno, no me importaría darte más besos sabor a café.
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Besos sabor a café
FanfictionPor la puerta, iba entrando un joven de piel blanquecina como la nieve, de cabellos rubios[...] -Hyung, ¿a qué sabrán sus labios?[...] Una llega y una pregunta inesperada, ¿Qué pasará con nuestros protagonistas? Ésta historia es de mi completa autor...