KTH ¦ SHY GUY? #4

Shy me?;

Se removió, incómodo al tener la mirada ajena encima de él.

— Así que, amor no correspondido desde los quince, ¿eh? —Comentó, con un divertido tono de burla en su voz, jugando con la malteada de fresa en sus manos.

El peliazul frunció el ceño hacia ella.

Se arrepiente de haberle dicho aquello, pero ¿qué iba a saber él que la chica sabía actuar de forma linda? También se arrepiente de decirle que tiene una debilidad por las cosas tiernas. Pero nuevamente, ¿TaeHyung que iba a saber que sabía hacer muy bien el aegyo?

— ¿Por qué lo sigues repitiendo? Superalo.

— ¿Eso no deberías decírtelo a ti mismo? —Contraataco con diversión, el chico frente a ella apretó los labios en una línea.

— ¿Por qué eres así? —Se quejó.

— Yah, no te quejes. —puso los ojos en blanco— Peor hubiera sido si tuvieras un diario personal. —comentó mirando la hora del celular que se encontraba en la mesa.

¿A qué hora llega el pelirosa?

— ¿D-diario? Si, hubiera sido vergonzoso, ¿no? Uff. —la chica frunció el ceño para luego mirar el, antes pálido, rostro del chico ahora, repentinamente, sonrojado.

¿Qué demonios le sucedía a ese chico?

Ella entre cerró los ojos con sospecha mientras miraba los nerviosos ojos contrarios. Una lenta sonrisa expandiéndose en sus labios al comprender el porque del nerviosismo del joven— No me digas qu-...

— ¡Sí! Joder, sí. —gritó avergonzado interrumpiendo lo que ella decía.

Su rostro aquiriendo más color al escuchar la risa femenina al frente de él.

— ¿Por... Por qué? —Preguntó la chica, como pudo, la risa no la dejaba articular más.

Ese chico era muy divertido de molestar.

Aclarando la garganta todavía avergonzado, habló;— Eran tanto los sentimientos que no sabía donde y como expresarlo hasta que JiMin me compro una libreta.

— ¿Él sabe en qué la utilizaste? —Murmuró dejando de reír pero la sonrisa burlona que crecía en su rostro fastidiaba a TaeHyung.

— Claro que no. —dijo— Él piensa que se la regale a TaeMin para que dibujará en el.

— ¿TaeMin?

— Mi hermano. —murmuró simplemente jugando con la pajilla de su malteada.

Escucho el suspiro de la joven y alzó la vista para verla con curiosidad, su rostro sereno— Siento pena por tu hermano. —confesó de repente.

— ¿Por?

— Por tener como ejemplo a un cobarde como hermano mayor. —respondió ignorando la mueca ofendida en la cara del chico.

— ¿No tienes más amigos? —Le cuestionó entre molesto y ofendido.

— La verdad no. —admitió con honestidad.