Ismael se presenta a esta historia como un joven solitario, apartado de las personas, pero amable.
Él lleva una vida normal, en un trabajo normal. Pero, lo que hace que esto gire por completo, es la noticia dada por su jefe... 6 meses, fuera de su...
Al otro día, desperté algo asustado. Pensaba que, había pasado de largo con la hora. Pero no. Eran sólo las 6 con 34 de la mañana. Me hubiese gustado, haber despertado antes... bueno, da igual.
Al levantarme, me lavé la cara, y los dientes. Como no alcanzaba a darme una ducha, sólo me vestí. Fui hacia la cocina, y me preparé, algo rápido... leche con cereal. Rápidamente, tomé mi desayuno. No debía perder más tiempo.
Al terminar, me fui a poner una chaqueta. Tomé mi bolso, y salí. Antes de partir al paradero, cerré bien la puerta.
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Caminaba, a pasos acelerados. Voy justo a la hora.
Ya estaba por llegar al paradero, cuando veo, que justo, llega el autobús. De inmediato, me subí...
- Señor, identificación -fue lo que me dijo el chófer al subirme-
Como no tenía una, sólo mostré mi cédula de identidad. Al observarla, me dijo:
- ¡Ah! ¿usted es el nuevo?
Sólo le asentí... él, me contestó:
- Ya veo... Bueno, adelante.
Me senté, en cualquier asiento.
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A medida que el bus avanzaba, más gente, se subía a este... No conocía a nadie, lógico.
Como estaba sentado, casi de los últimos, iba sólo.
El bus, poco a poco se llenaba...
Finalmente, alguien se sentó al lado mío... se trataba de una mujer joven... (Me imagino que, sólo lo hizo, para no irse parada las próximas 3 horas que faltaban por llegar).
En silencio, mi viaje continuaba. El bus, ya no se detuvo más. Ahora, sólo avanzaba. Parecía que no iba a llegar nunca. Sí que es un largo viaje.
Estaba por sacar uno de mis libros, para distraerme un poco, cuando la mujer que estaba a mi, me dice:
- Hola.
Ignoré sacar el libro, y le respondí, mirándola a los ojos:
- Hola- sonreí, patéticamente.
La mujer, también lo hizo, pero no se veía patética. Me contestó:
- No lo había visto antes. ¿Es usted nuevo?
Sin dejar de sonreír, le respondí:
- Sí, lo soy. Lo que pasa, es que, desde la empresa de mi ciudad, fui mandado. Ya que, me dijeron, que necesitaban personal. La mujer me contestó:
- Ah, lo entiendo... ¿Y le costó tomar aquella decisión? Digo, si es que se puede saber.
Le respondí, con simpatía:
- La verdad es que sí, un poco. No soy una persona que acostumbra a viajar. Así que, no fue una decisión, que la tomara de un momento a otro. Pero, como no soy una persona casada, o comprometida, se me hizo más fácil decidir mi respuesta. La mujer me contestó:
- Ya veo... ¡Y que coincidencia! Yo también soy una persona soltera... supongo que, a ambos nos ha ido mal en el amor ¡Je, je! -ambos nos reímos de ello.
- Sí, supongo que sí -le contesté- pero bueno. Lo importante es que, estemos casados o no, podamos sentirnos felices. Hay personas, que sufren por esto.
La mujer, me asintió, y me contestó:
- Tiene usted razón. Muchos de mis conocidos, sufren por ello.
Le respondí a la mujer:
- Así es... -seguido de eso, le dije- por cierto, no me trates de usted. Me imagino que, tenemos casi la misma edad. Que no soy un viejo aún, ¿eh?
A la mujer, aquello le causó gracia. Me contestó, mientras seguía riéndose.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Está bien, está bien! -seguido de eso, me dijo- oh, sí. Olvidaba algo... Ahora que lo mencionas, no te he preguntado tu edad, y tu nombre... Le respondí, calmado:
- Me llamo Ismael, y tengo 25 años. Y... ¿tú?
Ella me contestó:
- Mi nombre es Sofía, y tengo 24 años. Casi la misma edad.
Le respondí.
- Sí, casi... (...) -Iba a continuar mi charla con Sofía, cuando el chófer, nos comenta, que ya llegamos. Automáticamente, todos nos paramos, y bajamos del bus.
Lo primero que vi al bajarme, fue la empresa (aunque, más bien, parecía una fábrica).
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Era enorme. Más grande que la que estaba en mi ciudad.
Me quedé un momento viéndola, hasta cuando alguien, me habla de la nada... Era Sofía.
- Ismael, vamos, que se nos hará tarde.
Le asentí, y entramos a la empresa. Como no conocía el lugar, sólo seguí a Sofía.
Al llegar a los camarines, ella me dijo:
- Cámbiate de ropa, yo te esperaré aquí afuera. Cuando estés listo, te llevaré a donde se firma el libro,para confirmar nuestra entrada.
Le asentí, dándole las gracias, e ingresé al camarín... (aquella confianza, que ella estaba teniendo conmigo, me agradaba, la verdad. Espero siga así nuestra relación).
Había muchos casilleros vacíos... ocupé, finalmente, el casillero número 22. Me cambié de ropa, y guardé mi bolso. Cerré con candado el casillero, y salí.
Afuera, Sofía ya estaba ahí, con su uniforme de trabajo. Me dijo: