El lugar es más oscuro de lo que imaginaba y no todos visten del mismo modo, como me habían hecho creer. Será que no hay suficiente presupuesto en este cuchitril para comprarnos el mismo uniforme a cada uno. Me suda la gónada, sinceramente. Agradezco no tener que lucir igual que este montón de delincuentes con el que me veo obligado a compartir morada a partir de hoy.
Los días hasta el juicio me parecen eternos. Sé que soy inocente. No tengo nada que temer. Pero me incomoda tener que esperar la sentencia encerrado, como si fuera realmente culpable de lo que se me acusa. Y no, es absurdo, no quiero pensar más en ello.
Me dirijo hacia mi cama con intención de vestirla. Desdoblo cuidadosamente las raídas sábanas que me han dado a la entrada, mientas busco con la mirada un sitio donde guardar la toalla, el cepillo y la pastilla de jabón que también he recibido al llegar. Entonces lo veo, a solo medio metro de mi rincón reservado, sumido en un profundo y amenazador letargo: mi compañero de celda.
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El insomne © (En Edición)
Short StoryIgnacio Contreras, empresario de éxito y dueño de una franquicia internacional, se ha convertido en el principal sospechoso de un crimen que asegura no haber cometido; sin embargo, no cuenta con una coartada lo suficientemente sólida para demostrar...