- ¿Estás loca?
- Para nada, de verdad necesito que vayas a comprar.
- ¡Son como las 2 de la mañana! Y sí quieren robarme ¿Qué hago?
- No te va a pasar nada, ahora salí y anda rápido.¿A qué clase de persona se le ocurría mandar a su hija a mitad de la noche a comprar lechuga para su estúpida hermana? ¡Además debía pasar por un cajero primero a sacar plata! Esa señora perdió la poca cordura que le quedaba.
Mientras caminaba por la cuidad desolada, con poca iluminación, rogaba que hubiera algún cajero con personas cerca por si alguien quería atacarme y robarme. No era nada alentador no escuchar ni un solo ruido.
Vi un cajero a lo lejos, no había gente.
"Descartado".
Doblé a la derecha ya que por ese camino me acerba a los negocios de comida, ropa, florerías, etc. Por fin comencé a escuchar ruido de gente hablando, gritando y se escuchaba música a lo lejos.
En una esquina había un restaurante medianamente grande con puertas de vidrio enormes, donde debían haber paredes las reemplazaban grandes ventanales, así que se podía ver el interior y a las personas sentadas ahí. El lugar desprendía una tonalidad amarillenta pastel por dentro, bastante cálido y al lado había un cajero para mi suerte.
Podría haber continuado mi camino derecho pero di vuelta la cuadra y entré por la puerta lateral. El lugar tenía 3 puertas una lateral, la principal y una ubicada unos metros a la derecha de la principal cerca del cajero. Caminé sin prestarle atención a la gente que me miraba y por mis adentros pensaba en que no era necesario entrar al lugar solo para volver a salir de él. En fin, creo que lo hice para sentirme segura.
Al salir por la tercera puerta, vi que había gente cerca del cajero y este era iluminado por un letrero en la entrada, la única luz que se veía. Al entrar para mi suerte estaba fuera de servicio.
- Genial.
- Vamos para allá.Me di la vuelta y veía como la gente que estaba afuera se iba, no sé porqué pero los seguí. Caminaron un rato y llegaron a un lugar con edificios exactamente iguales, uno al lado del otro, eran dos hileras de edificios enfrentados, no se podía ver el fin de estos. El ambiente desprendía luces verdes de todos lados, había gente bailando fuera de los edificios, sobre el césped, por todos los lugares que su imaginación pueda llegar a ver, con coronas y collares de flores mientras fumaban.
"Una fiesta al aire libre" Pensé.
Habrá pasado una hora desde que salí de casa y estaba cansada, así que me quise relajar. Me acerqué a ellos, me recibieron como si fueramos amigos de toda la vida, comencé a fumar mientras bailaba y me pintaban con glitter.
No hubo razón específica pero me alejé, increíblemente divisé un cajero a la vuelta, sólo que no quería ir sola. Había un grupito de chicos (dos chicas, un chico) cerca del edificio que tenía enfrente.
- ¿Me pueden acompañar a la vuelta?
- Hay un fantasma ahí. - comentó una de las chicas.
- No seas miedosa, vamos.- Dijo el chico.Comenzamos a caminar entre medio de los edificios y al llegar al final, una de ellas se asomó a ver.
- Okay, no hay fantasma.
Corriendo entré rápidamente al cajero y ¡Bingo! Conseguí plata, salí de ahí y nos fuimos corriendo hacia la izquierda al comenzar a escuchar unos lamentos acercándose. Estaba frente al restaurante otra vez.
Crucé la calle y entré por la puerta principal, ahora llevaba puesto un vestido rojo ajustado y tacones.
"Quizás hoy sea mi día de suerte"
Me acerqué de manera coqueta a una de las mesas a servirme comida. Al terminar veo la colocación de las mesas, todas unidas, y me senté enfrente de un hombre asiático mayor.
- ¿Está pasándola bien?
No obtuve respuesta, me levante y pasé a su lado, dejé caer un pañuelo y me agache a recojerlo mientras enfatizaba mi escote. Él solo me miró y continuó leyendo el periódico.
Me alejé y me dirigí a la última mesa donde mi amiga estaba sentaba.
- No sé que acabo de hacer. - le decía mientras me tapaba la cara avergonzada.
Al lado del restaurante había un salón al cuál se podía tener acceso, algo había ocurrido, rápidamente escuchamos golpes, gritos y hubo un corte de luz.
Todos nos levantamos desesperados. En la pared había una alarma contra incendios pero activarla significaba llamar a la policía. Un hombre me decía que no la activara, muy tarde.
La policía llegó y comenzaron a golpear a unas cuantas personas. Mientras veía como golpeaban a un conocido, me acerqué a la puerta principal para irme. Esta persona llegó con toda su cara ensangrentada y se puso en frente mío.
- Al menos la pasamos bien no?
No dijo nada, solo se alejó. Suspiré y me fui de ahí.
Caminaba por un camino de tierra con mi amiga, ambas estábamos vestidas de negro. Me detuve y agarré su cara entre mis manos mientras la veía a los ojos.
- ¿Querés ir a mi casa a desayunar?
Ella sonrió y asintió.
"Fue una rara noche" me dije para mis adentros.
Continuamos caminando por un camino de tierra, a lo lejos se veía unas ruinas de una Iglesia y por fin una calle asfaltada, ya era de día.
- ¡No compré la lechuga!- grité, mi amiga se detuvo a mirarme como me agarraba la cabeza.
Respire y continuamos caminando.
Al llegar a casa pasamos un largo pasillo, llegamos a la sala y en el medio había una cabra disecada. Había una cortina de color azul en una esquina, del otro lado se encontraba alguien en un sofá mirando televisión.
Me acerqué lentamente a ver quien estaba sentado ahí, de a poco comencé a ver unas grandes pezuñas moviéndose mientras estiraba mi mano lentamente para correr la cortina...