Entré a un jardín botánico, el lugar se sentía como una selva y se veía como una. Había un puesto el cual me llamó la atención porque había una planta roja colgando, acerqué mi mano...
-¡AHHHH!
Un perro salió de la nada y mordió mi mano ¡Me mordió y me lastimó!
-¡¿Qué mierda hiciste!? ¡Andá para allá! - Apareció una señora corriendo hacia mí- Perdóname, es muy protector.
La señora era dueña del puesto, al rato llegó su esposo junto a su hija, una niña de 5 años quizás. La pequeña rubia irradiaba paz y ternura, su carita me hizo olvidar que mi mano sangraba.
- Permitime que cure la herida, es lo menos que puedo hacer.- Dijo la señora.
- Oh, está bien.Me senté frente a ella en una pequeña mesita, mientras limpiaba mi herida se acerca su hija con algo de miedo.
- Mi perro me protegía, no te enojes con él por favor.- En sus ojitos comenzaron a acumularse lágrimas.
- Tranquila.- Me acerqué a ella mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja.- Me alegra que tengas a alguien que te cuide, hay gente mala por ahí, estoy feliz de que alguien te proteja.Ella sonrió mientras se abalanzaba sobre mí a abrazarme y comenzó a mostrarme sus juguetes.
...
La vi crecer, frecuentaba a su casa, tomábamos té todas las tardes ya que desde el incidente forjamos una amistad con sus padres y con la pequeña. Y así pasaron los años.
Vi como la niña del matrimonio iba dejando atrás sus juguetes, como su corazón era lastimado después de su primer amor y fui testigo de como encontró su camino, su vocación. Se iba a estudiar al extranjero, lo cual me entristecía ya que había estado junto a ella tantos años y dejarla ir me partía el corazón. Aún así, debía seguir creciendo como persona y ser feliz, así que la dejé ir.
De vez en cuando recibía una que otra carta de ella, las sentía como un pedacito de su corazón para mí.
...
Luego de años, recibo un sobre con una invitación, los padres de la niña (que ya no es niña) se estaban por casar nuevamente.
Estaba muy nerviosa, fui invitada como dama de honor junto a ella. Hace años no la veía y el reencuentro me emocionaba.
Llegó el día, el lugar de la boda estaba adornado al estilo del casamiento de Edward Cullen y Bella Swan, muy hermoso y en la naturaleza, con el mismo aire del lugar en el que conocí a la pequeña.
Antes de comenzar la boda comencé a beber un poco de champagne y comencé a escuchar que la gente a mi al rededor levantaba la voz, recibiendo a alguien que al parecer era importante. Me doy la vuelta y...
Era ella, la pequeña rubia, mi linda como le decía a veces, estaba ahí, con un hermoso vestido blanco y su cabello recogido. Al encontrar mis ojos se acercó lentamente a saludarme.
- Hola, te he extrañado tanto.- Decía mientras me abrazaba.
- Hola... Estás... Hermosa. Te ves muy bien.
- Ay, muchas gracias! Estás radiante y joven como siempre.
- Gracias...- le decía a la vez que pasaba el cabello por detrás de la oreja con cierta timidez. Pero qué...La boda transcurrió de manera tranquila, todo era perfecto pero algo estaba mal.
Yo. Yo era la que estaba mal.
Estaba absorta en mis pensamientos, al verla a ella mi cuerpo no reaccionó normalmente. No la vi como ve una amiga a otra...
La vi como mujer.