Día 7: Cambiante || Lituania x Bielorrusia

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La vida misma era un capricho demasiado grande como para ser ignorado. Toris lo entendió en su más tierna infancia, con el sacrificio que hacía su madre para solventar sus necesidades en vista de un padre ausente, la pobreza y el estigma de una familia incompleta.

Cruel había sido todo con él desde el principio, porque por simple capricho del azar a él le tocó una vida difícil, y por simple capricho, también, se había enamorado de una mujer tan cambiante como la luna.

Natasha era tan talentosa como pérfida. Podía alcanzar la dulzura máxima cuando lo buscaba, cuando le imploraba compañía, besos y adoración, y una vez conseguía todo eso, se vestía a la vista y paciencia de Toris, ni siquiera lo miraba aún sabiendo que él sí lo hacía con ella, y rompiéndole el corazón una y mil veces, cerraba la puerta del hotel por fuera y desaparecía entre su andar soberbio, de mujer indomable, hermosa y lejana.

Toris suspiraba mirando al techo, aguantándose las preguntas. Jamás podría decirle que no a Natasha, y jamás se atrevería a pedirle explicaciones.

No le quedaba más remedio que intentar ser tan cambiante como ella, indiferente cuando Natasha era indiferente, y un amante que salía a su encuentro cuando la indiferencia de su entorno la cansaba y deseaba un adorador.

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APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora