Capítulo VI: Dos guerras

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Kanade bebió como si no hubiera un mañana. No recordaba haber bebido tanto sake en su vida.

"Esto deber ser por culpa de la mala influencia de Hiko", fue el irónico pensamiento que cruzó por su mente.

Hiko. Él y Kenshin eran las razones por las que estaba bebiendo como una demente. Sabía muy bien que la técnica secreta por la que había venido su hermano pelirrojo implicaba que uno de los dos tendría que morir: o su querida hermano pequeño...o Hiko, a quien, para qué seguirlo negando, amaba con todo su corazón. Eso la atormentaba demasiado.

...

El día era lluvioso, la cabeza le dolía horrores. No debió haber bebido tanto la noche anterior.

- ¡Maestro!

El grito desesperado de Kenshin la hizo mandarse a correr por la empinada ladera, hasta llegar con el joven de ojos violeta.

- ¿Qué? ¿Qué ha ocurrido, Kenshin?- preguntó Kanade en un tono demandante.

Su hermano no contestó nada; sus ojos violeta estaban empañados por la tristeza. Se limitó a señalar con su delgado dedo en dirección a un gran charco de agua, en donde se encontraba tendido el maestro del Hiten Mitsurugi-ryū, inconsciente y con un surco profundo en medio del pecho. Los ojos verdes de Kanade se convirtieron en dos lagunas de lágrimas saladas y se precipitó hacia él; sus palabras de angustia sus sentimientos, se disolvieron en la fría lluvia del invierno.

...

Entró en la cabaña envuelta en la tristeza, debía saber cómo estaba Hiko. Cuál no sería su sorpresa al verlo ahí, de pie, como si nada.

- Oh, buenos días, Kanade- dijo con naturalidad.

Como una fiera, se acercó a él y le pegó un manotazo olímpico.

- ¡Idiota!- espetó con los ojos aguados- ¿¡Tienes idea de lo mucho que me has preocupado!?

- No sé porqué te preocupas, Kanade- refutó Hiko, frotándose el golpe con parsimonia- Hierba mala, nunca muere.

Kanade se le acercó, tomándolo por el cuello de la camisa y apoyando su frente sobre ese fuerte pecho, comenzando a llorar. El hombre de ojos oscuros le acarició la cabeza con ternura.

- No quiero perderte...no quiero perderte- musitó Kanade entre sollozos convulsivos.

- Siempre estaré para ti y por ti, Kanade- afirmó Hiko, para luego tomarla del mentón y depositar un beso fogoso y dulce a la vez en esos carnosos labios.

Kenshin miró la escena conmovido, carraspeando ligeramente para que notaran su presencia.

- ¡Aww, qué tierno!- suspiró el pelirrojo.

- ¡Ke... Kenshin!- exclamó sobresaltada Kanade, con las mejillas rojas como el carmín- ¡Había olvidado que estabas ahí!

- Oh, bueno, ignoren mi presencia y sigan en lo suyo- bromeó el ex hitokiri pelirrojo.

- ¡Kenshin, que no se te ocurra decir nada de esto!- le amenazó su hermana mayor con el ceño fruncido y la cara roja- ¡Si lo haces, te mato!

- Siempre te he guardado el secreto, ¿recuerdas?- indicó el joven de ojos violeta.

Kanade lo recordaba perfectamente.

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La hermana de Kenshin [Rurouni Kenshin Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora