Campo Infértil

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— ¡Pero mira esto! — Lola me mostraba la grabación de mis clavadas errantes a la piscina y se reía — ¡Estabas completa y absolutamente borracha! — Yo no quería saber nada de nada. El dolor de cabeza me estaba matando —. ¡Mira! en esta te caes de cabeza al agua

— Por favor, baja el volumen, tengo jaqueca

— Eso se llama resaca, Robin

— Como sea, baja el volumen. Por cierto, ¿Reiju no vino a trabajar? — me tomé dos analgésicos tratando de concentrarme en la reunión de pauta.

— No, se excusó por problemas estomacales. ¿Veamos lo de la portada? Estamos atrasadas con eso

— ¿¡Y bien, chicas!? — La jefa de edición entró en la sala de juntas —. ¿Tenemos algo en mente? — tenemos... Me suena a manada, pensé.

— Quería poner una mujer en la portada pero quiero que luzca fuerte, empoderada, sin ataduras y...

— Lola, la revista se caracteriza por defender las tradiciones, el valor de la mujer en su rol materno... — a mitad de camino del discurso de la directora de arte dejé de prestar atención.

De pronto me preocupé de la hora y me acordé de la cita. La jefa quería conocer mi opinión con respecto a lo que hablaban pero sin pedir ningún permiso me retiré de prisa. Ya saliendo del estacionamiento, puse el celular en altavoz y le marqué a Trafalgar.

— Amor, recuerda que nos vamos a juntar en la clínica

— Lo siento, Robin. Estoy en una junta muy importante y no puedo escapar

— ¿Entonces no vas a acompañarme? Es importante, cielo — se quedó en silencio después de escuchar mi tono de decepción.

— Te lo compensaré ¿De acuerdo?

— Amor, yo también escapé de una junta

— Entiende, no puedo ir. De hecho me gustaría que nos viéramos más tarde. Tenemos que hablar. ¿Qué tal si cenamos? Yo te aviso del lugar, debo colgar

Sin esperar mi respuesta cortó la comunicación. Yo seguí conduciendo a la clínica en donde llegué con cinco minutos de anticipación. Esperaba en la sala tratando de ocultar mi ansiedad. El doctor me llamó después de diez minutos.

— Hola, Robin ¿Cómo estás?

— Bien, doctor

— ¿Viniste sola?

— Sí, Trafalgar estaba en una reunión muy importante y no pudo acompañarme

— Que lamentable. Bien, nada que hacer. Adelante, toma asiento ¿Qué cuentas?

— Todo bien doctor, he tomado las vitaminas que me indicó, los suplementos de hierro y calcio, mucha agua y mucho ejercicio. Hice todo al pie de la letra, excepto que ayer fue mi cumpleaños y tomé más de la cuenta ¿Eso afecta mis posibilidades de embarazarme?

— No en tu caso, linda. No te preocupes. Y cuéntame ¿Trajiste tus exámenes?

— Los envié ayer por correo

— Si perdón, aquí los tengo, que distraído... — se puso a mirar los resultados.

Yo me dediqué a observar a mi alrededor, toda la consulta estaba pintada de rosado y decorada con fotos de bebés, me causó comezón. Luego de lo que a mí me pareció una eternidad, el doctor soltó los papeles y se quedó mirando a la nada.

— ¿Y bien, doctor?

— Ay, Robin... — me regaló una sonrisa que rayaba en la condescendencia e inclinó su cabeza hacia la derecha como apenado.

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