El viento chocaba con su rostro blanco, era refrescante. Respiraba lento y suave, disfrutaba al máximo el momento de tranquilidad.
- Ray, ¿Podrías ayudarme a poner la mesa? - le preguntó su oficial y amada esposa, Emma. Rompiendo la tranquilidad del pelinegro.
- No...- dijo sin abrir los ojos.
Su esposa se retiró sin decir nada, dejándolo nuevamente solo disfrutando del viento fresco.
- ¿Papá? - tiró de su pantalón la pequeña niña de risos negros y ojos violetas.
- ¿Si? - se puso a su altura para lograr oir su respuesta.
- ¿Porque mamá trae consigo un sartén? - el rostro sorprendido de su padre solo significaba algo... Muerte o... Nop solo eso, muerte.
-... Emma, cariño sabes que era broma, ¿Verdad?, No vayas a cometer una locura. - Isabella solo río al ver a su desesperado padre ir por su madre hacia la cocina para evitar que esta lo golpeara.
- Yuu... ¿Donde estabas? - este pasa sin responder, un mechón tapa una gran parte de su ojo, al igual que su padre, pero este pelinegro tiene reflejos anaranjados en las puntas. Casi invisibles.
- Mamá va a castigarte si sales sin permiso. - dice, más el chico no le contesta. La niña pequeña no vuelve a intentarlo, sabe que es terco...
La cena transcurre con normalidad, nada inusual, solo que el mayor, Ray, tienen chichón en la cabeza. Nada grave.
Al parecer sus súplicas y ruegos no sirvieron para detener la furia descontrolada de su bella e inofensiva esposa. Él tenía la culpa, siempre se negaba a hacer algo productivo en casa, él trabajaba pero también necesitaba ayudar en su hogar, también vivía allí.
- Papá... Mamá...- la voz ronca del chico hace que todos en la mesa presten atención.. - ¿Si? - contestan al unismo.
- ¡¿Cuándo pretendían decirnos que pelearon contra demonios come hombres?! - azota las manos de manera brusca sobre la mesas, el acto de brusquedad no importaba esta vez, lo que tiene a todos con la boca abierta es el hecho de que a dicho "Demonios".
- ¿Qué? - dice la más pequeña mirando a sus padres quienes se encuentran en completo shock.
- ¿De q~que estás hablando, Yuugo? - contesta la de cabellera anaranjada totalmente sorprendida. No sabe que decir.
- Deja de leer cuentos...- contesta de forma normal su padre, parece haber salido del trance y vuelto a la normalidad. Su esposa es la que sigue nerviosa.
- ¡No son cuentos! - refunfuñea el de ojos esmeraldas.
- Papá tiene razón, Yuu, deja de leer cuentos de fantasía te afectan el ce-
- ¡¡ESTA BIEN LO ADMITO, EXISTEN LOS DEMONIOS COME HUMANOS, TU PADRE Y YO ANTES PELEÁBAMOS CONTRA ELLOS, PERO LOGRAMOS HACER UN TRATADO DE PAZ, ASI QUE YA NO HAY DE QUE TEMER!!- estalló, supongo que la presión de la mirada de su hijo el mayor la había acorralado. Que débil se había vuelto.
Ray mira con enfado evidente a su esposa, quién, se encuentra lloriqueando cubriéndose la cara con las manos. Ray solo puede mirarla con decepción.
— ¡¿QUEEEEE?! — y ahora la que estalla es la más pequeña.
— ¡¡GRACIAS, EMMA, AHORA ROMPISTE A ISABELLA, TU TAMBIÉN YUUGO, GRACIAS!! — grito sujetando a su hija.
La casa se había vuelto un caos. Todos gritando y discutiendo le parecía divertido al... Inombrable, reía y reía a más no poder, observando desde una pequeña esfera de cristal.
—¡Qué divertido, que divertido!... — reía sin control.
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Yuugo ||| RayEmma...
FanfictionOh pequeño de ojos verdes y cabello negro, ¿Sabes lo que han sufrido tus padres para tenerte, y tener la vida que ahora tienen?... ¿No?, Perfecto, yo te contaré... Yo conozco a todos, y sus historias. Tú madre hizo una promesa que aún me debe.