Parte 17

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Lo escuchas con atención.
El te cuenta con lujo de detalle, cuales fueron los factores que causaron el choque entre ustedes.
Llega un punto en que inicia a tomar confianza contigo y te cuenta sobre su maestro, lo bien  que le cae y lo aliviando que se sintió al poder entregar sus trabajos y aplicar su exámen.

Y tu no sabes cuándo tomaste la suficiente confianza para rebatir sus respuestas en su exámen (si, el te cuenta, hasta donde su memoria alcanza, que vino en su exámen y que respondio el), y no sabes cómo, pero el tiempo se pasa, y ya no parece tanto un martirio estar ahí con el.

Por que el chico, aunque diga una que otra tontería, es listo, y se ríe de tus bromas cinicas/sarcástica sin incomodarse como cualquier otra persona.
Y eso te agrada.
El te mira y sonríe, cómodo, como si fueras su amigo.
Y lo cierto es que no lo son.
Y sabes que esa camareria sólo será vigente mientras estén dentro de ese café, por que afuera, tu no necesitas a gente como el.
Por que, apesar de que es listo, gracioso, y amable, es alguien que dentro de su mirada escode más de un secreto, y si eres honesto contigo mismo, sabes que no eres la persona adecuada para estar soportando dramas ajenos.

Miras tu celular, ya casi se acaba el tiempo, tienes más clases a las que asistir, pero intentas ignorarlo para concentrarte de nuevo de la plática sobre las propiedades del café y su (según el chico) "superioridad" frente al té.

La vida de adolescente de Arthur Kirkland. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora