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Una flor. Eso era, pero despetalada. Una flor...una margarita, que le queda su último pétalo, pero sin esperanza de que este se mantega. El viento lo azota, este hace lo posible por mantenerse adherido a su centro, pero sus fuerzas son nulas, sus pensamientos vacios, su vida, imposible. Basta un tiron ligero, un suspiro, una palabra, cualquier cosa, para que caiga al suelo.

Pero no, mi flor es especial, sus petalos calleron, pero el centro es para mi un recuerdo, un aroma, una pelicula, una historia, una emoción, una caricia, no es el final. Me rio. Lloro. Sonrio. Decaigo. Salto. Caigo. Un ciclo. Igual que el de la flor, es rutinario, sin mucho proposito. Debo intentar hacer mi propia vida tal como mi margarita fabrica su alimento. Producir alegria, tal como la flor oxigeno. Con ella me entiendo, ella me comprende, me quiere, o simplemente, escucha lo que digo. No me ve, pero me siente. 

La amistad es el mismo engaño, rutinatia, obligatoriamente voluntaria y necesaria. La extraño, pero, no la necesito. La veo, pero no la siento. En el fondo, nunca fue mi mejor amiga, en verdad, era la mejor amiga de Kerstin, pero la apresiaba, aunque no fuera Arge. 

Todo esto me ha hecho dudar de la amistad, pero no. Confio en mis amigas, pero solo en las reales. No en aquellas que me lagstiman, no en aquellas que simplemente, despetalaron mi flor, que alguna vez fue un fuerte clavel y ahora una débil margarita

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⏰ Última actualización: Oct 09, 2019 ⏰

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La despetalasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora