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Ivy:

- Buenos días, ¿cómo has dormido?

- He estado soñando contigo durante toda la noche - sonreí.

- ¿Toda la noche?, pero si apenas hemos dormido - sentí como toda la sangre me subía a la cara - Es broma, es broma - bromeó con voz ronca.

- Voy a preparar el desayuno, ahora vengo.

Justo cuando salía de la habitación se situó delante de la puerta y no pude evitar sentir un nudo en el pecho. Lo conocía demasiado bien y sabía que estaba enfadado.

- ¿Sigues sintiendo algo por él? - habló entre dientes.

Levanté la mirada y reconocí en la suya odio, furia e ira. Todo lo que sintió hacia Dylan se transmitía en su mirada.

- ¿Por qué preguntas eso ahora?

- Ya sabes el porqué, contéstame.

- No - mentí - ambos sabemos que Dylan forma parte de mi pasado.

- ¿Estás segura?

- Segurísima - deposité un beso corto y noté como su mirada se iluminaba - voy a ducharme y tú haz el desayuno, he cambiado de idea - bromeé dándome la vuelta y saliendo de la habitación.

- ¡Sí señora!

Entré en la ducha y me di cuenta que por alguna extraña razón me sentí culpable, culpable de algo que ni siquiera sabía que era.

30 minutos después salí con una sonrisa, lista para desayunar juntos y engañarme de que Dylan no era nada para mí.

- Ya estoy Zayn - grité pero nadie me contestó - ¿Zayn?

Y entonces me di cuenta cuando vi el desayuno encima de la mesa y un pequeño papel.

Otro día desayunamos juntos preciosa, disfruta de mi deliciosa comida.

Zayn te quiere.

Arrugué la hoja y me senté en la cama y entonces recordé por qué dejamos de vernos.

Desaparecía, volvía, estábamos juntos, me sentí en la cima del mundo y volvía a desaparecer. Siempre estaba montado en su moto. Vivía en la carretera y odiaba el compromiso.

Era ese chico misterioso y guapo que ves en la calle y del que nunca te olvidas.

Me costó mucho dejarlo ir, darme cuenta que no iba a ser constante pero que a pesar de todo, siempre que él tuviera pesadillas por la noche o yo perdiera el control de mi vida íbamos a estar el uno para el otro.

Yo iba estar para hablar con él y decirle que todo estaba bien y que solo era una de tantas pesadillas.

Él iba a estar para abrazarme, besarme, cuidarme y explicarme que estaba bien equivocarse, que era fuerte y que debía luchar por ella.





Este capítulo me gusta mucho más así y espero que a vosotres también

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Arís [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora