Capitulo 15. ¿Me puedes dar un abrazo?

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Jennie K.

La culpabilidad me invade al ver a Lisa conectada a tantos cables y máquinas. Esta vez, su hermoso y pálido rostro está cubierto en parte por una máscara de oxígeno, sus labios están entre abiertos mientras ella descansa. Se ve tranquila entre las sábanas, sin ninguna preocupación ni miedo y en mi mente imagino cómo sería si ella no tuviera ningún problema en su vida, imagino lo feliz que sería sin tener que volver a pisar un hospital en su vida, sin tener que ver como las personas la decepcionan sin cuidado.

Tomó su mano que reposaba sobre su vientre. Esta tiene una intravenosa y pasó mi dedo sobre ella, jamás he tenido una puesta y supongo que no debe ser agradable. Lisa suelta un gruñido en sueños y la observó relamer sus labios antes de que sus ojos se abran levemente.

— ¿Jennie-Unnie? — Pregunta con la voz débil y ronca. Asiento y ella aprieta levemente mi mano.

— Aquí estoy, Lili. — Murmuro para no incomodarla.

Ella abre un poco más sus ojos cansados y veo un atisbo de preocupación cuando ve mi rostro con más claridad. Jadea y niego para que no se preocupe.

— ¿Estas bien, Unnie? — Su voz es lenta y tranquila. Me quedo quieta cuando dirige una de sus manos frías y temblorosas a mi mejilla izquierda.

Acaricia mi pómulo con sus dedos y cierro los ojos ante su caricia. Pongo mi mano sobre la suya pegándola más a mi piel.

— Estoy bien, Lisa. — Ella baja lentamente su mano.

Cierra los ojos y pienso que se ha quedado dormida pero no me muevo de donde estoy. Las enfermeras ya me habían advertido que estaba muy agotada por lo que no se podía mantener despierta por largos lapsos de tiempo.

— Jen — Me llama pero con los ojos cerrados después de unos minutos. La miró atenta y espero a que hable — ¿Me puedes dar un abrazo?

Sonrió mostrando mis dientes y veo cómo extiende sus largos brazos. Tomó su espalda con sumo cuidado y cuando me aseguro de que no la he lastimado, pasó mis brazos por sus hombros para sostenerla. Ella se abraza a mi cuello y no puedo evitar pensar que es la sensación más hermosa que he sentido en toda mi vida.

(...🌪...)

La semana había pasado rápidamente y justo hoy le habían dado de alta del hospital. Ella se sentía feliz y me comentó lo horrorizada que se había sentido durante todos esos días, me contó lo mucho que odiaba los hospitales y que estaba agradecida de que la dejaran ir a casa ya que se le hacía difícil recuperarse en los hospitales.

Veo desde el marco de la puerta como su madre le trenza su cabello recién lavado, por un momento deseo tener una relación madre e hija como la suya. La señora Manoban ayuda a Lalisa a sentarse sobre la camilla y se aparta de ella para luego girar a verme.

— Oh. Pasa, cariño — Me indica y asiento pasando con timidez. — ¿Puedes quedarte con Lisa un momento? Debo ir a recepción por los papeles para que salga de alta.

Asiento y ella me da una última sonrisa antes de ir.

La madre de Lalisa ha tomado una gran confianza conmigo en el poco tiempo que lleva de conocerme. Es una mujer muy dulce y no cabe dudas, carismática y sociable. Su padre era todo lo contrario, era más bien frío y apenas y me había dirigido la palabra, pero aquella faceta de hombre duró y fuerte se iba cuando tenía a Lalisa en frente. Sin duda Lalisa era la prioridad de ambos y la amaban con todo su corazón.

— ¿Te sientes mejor ahora? — Me acercó a ella y sonríe sin mostrar sus dientes. Asiente emocionada y no puedo evitar sonreír yo también.

— Si, supongo que me recuperaré rápido. — Se encogió de hombros.

— Supongo que estarás en casa de tus padres — Doy por hecho pues aunque Lisa está mejor, aún no se puede mover mucho por la debilidad en sus músculos y sus costillas.

— Así es, papá se niega a dejarme sola en mi apartamento.

Voy y me siento a su lado.

— ¿Y crees que pueda ir a visitarte?

Lalisa asiente con un atisbo de felicidad en sus ojos.

— ¿Y crees que podrías cocinarme algo? — Pide y yo río levemente.

— Claro, linda. Pensé que en casa de tus padres solo se comía la comida del señor Manoban — supongo y niega.

— Papá está todo el día en el trabajo, igual que mamá. La comida de las cocineras es buena, pero no está echa con cariño... Prefiero tu comida — Admite con un leve sonrojo en las mejillas y la abrazó.

El sonido de la puerta nos hace separarnos y mi rostro es neutro cuando veo a la mejor amiga de Lisa esperando algún tipo de asentimiento por parte de alguna para que pueda entrar.

— ¿Lisa? — Busca la mirada de su mejor amiga, observó a Lili quien solo mira hacia abajo mientras juega con sus dedos.

Lisa había estado, consciente o inconscientemente, evitando a Rose durante estos días. Es entendible, esta dolida por lo qué pasó, pero más que enojo es preocupación por lo que ocurre en la vida de la rubia. Lisa teme que a Rose se le salgan las cosas de las manos y eche su vida a perder por un capricho.

— ¡Aquí estoy, chicas! — La madre de Lisa llega con un folio en la mano y se detiene al ver la tensión qué hay en el ambiente. Nos dedica una mirada incomoda a Rose y a mi para luego acercarse a Lisa. — Vamos, cariño.

El señor Manoban entra con una silla de ruedas y pone a Lalisa en ella con cuidado. Los tres salen ignorando la presencia de Rose en la habitación y antes de que pueda darme cuenta, Lalisa está tomando mi mano con fuerza mientras que un par de lagrimas rebeldes se deslizan por sus mejillas.

(...🌪...)

¿Como no desearte? {Jenlisa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora