Capítulo 27 Más de una opción

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Transmisión de Radio miércoles 19:51 hrs: Las calles aún no están seguras, permanezcan en sus hogares hasta nuevo aviso.

-¿En algún momento te cruzo por la mente que algo semejante pasaría?

En efecto, lo pensó Eliot, no sabía cómo describir la sensación de ver la ciudad en total abandono y siendo tomada por esas cosas, cualquiera diría que todo aquello fue sacado de alguna película mala de zombis.

-La verdad, nunca creí que esto fuera posible- con saña pisó la cabeza de uno de los zombis hasta hacerla reventar mientras Garrett se moría del asco.

-¿Y en serio eso era necesario?- pregunto asqueado.

-Debes aplastar su cerebro, de lo contrario volverá a la vida, lo aprendí de un videojuego.- se sacudió el botín, haciendo a un lado la pala con lo que lo había golpeado- debemos continuar, ella podría estar en cualquier parte.

El hombre lobo comenzaba a pensar que ese chico tenía más sangre fría que el mismo. Tomo la pala, sabía que la necesitarían más adelante.

Las calles desiertas y desoladas hacia parecer un pueblo fantasma, en medio de la lúgubre y oscura noche, apenas se podía ver algo con la escasa luz de la luna y algunas lámparas que aún permanecían encendidas. Salvo por el pequeño eco de Garrett y Eliot al pisar el pavimento, el silencio era casi palpable, no había nadie, toda la gente había desaparecido. Estaba ellos dos solos en esto.

Eliot, no es que fuera frio, no era exactamente ajeno al miedo, hacia un gran esfuerzo por controlar sus palpaciones, no podía quitarse la sensación de que algo en la oscuridad los observaba, todo esto le ponía los pelos de punta. Junto con el otro hombre lobo agudizaban los sentidos, atentos a cualquier sonido extraño, al menos no humano.

-Hasta el momento hemos tenido suerte en no toparnos con otra cosas de esas c- comento Garrett un tanto confiado- Con lo que oímos, creí que la ciudad estaría repleta

-No te confíes demasiado, tanto silencio me pone de nervios.- el joven Olivares sabía que en parte Garrett tenía razón pero no había nada que lo hiciera estar tranquilo sabiendo que Adele podría estar en cualquier parte pidiendo ayuda- vamos, no nos separemos.

Lo único que le hacía no flaquear era ella y pensar que él tuvo toda la culpa de lo sucedido. Tenía muy presente lo acontecido en la mañana desde temprano cuando los amigos de su difunto tío hacían su visita de rutina y el donativo de costumbre, recordándole que cumpliendo la mayoría de edad, además de la casa hogar, la mayoría de las empresas de su tío en cuestión, pasaba a ser legalmente para él y su futura familia.

Una noticia que lleno de gusto a Eliot, el joven olivares estaba enterado de los negocios que tenía su tío dentro y fuera del estado pero como lo había dicho en el testamento, siendo aún muy joven para las responsabilidades, debía ser cuando Eliot cumpliera los 18 años y terminado sus estudios, no por nada había estudiado horas enteras encerrado en su oficina devorando libros enteros de contabilidad para mantener a flote los negocios que con tanto esfuerzo emprendía su tío, seguramente estaría orgulloso y más aún , Adele, a la que veía como su futura esposa. Aunque no todo debía ser tan bueno, igual, siempre hay algo que empañe al realidad cuando Joaquín, un hombre regordete y rostro redondo ojos saltones, el amigo más allegado de Uriel Olivares con un poco de confianza se atrevió a preguntarle que si había una chica que le interesara.

Eliot se limitó a sonreír y sonrojarse.

"-¡Opa!- exclamo entusiasmado Joaquín, moviéndosele todas las carnes de gusto- ¡Conozco esa sonrisa! Uriel tenía esa misma cara cuando conocía una chica, era todo un casanova, un Adonis y suertudo con las mujeres más sin embargo prefiero la carrera monástica. Espero que tú no le sigas el camino.

Cenizas de un conjuro ( La Era de la magia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora