Capítulo 3

2 1 0
                                    

Estaba felíz.

Llevábamos unas cuantas semanas haciendo este tipo de cosas.
Yo le enseñé a ir en transporte público, a subirse a las combis sin que su cabeza chocara en la parte de arriba, a tomar un autobús y pedir un taxi.
Le enseñé cómo se dividía la ciudad, las calles, las colonias. Fuimos a algunos museos y centros culturales.

Fué demasiado cool.

Por mi parte, mi apartamento ya no estaba tan desordenado. Me enseñó a tener una organización con las tareas que debía realizar, y que podía iniciar teniendo un calendario con los días en los cuales iba a hacer las tareas; así administraba mi tiempo y mis deberes de la escuela y de mi apartamento.

Estaba muy felíz.

Estaba.

Hasta que mi mamá llamó. Y las cosas se salieron un poquito de control.

— ¿Una fiesta? — preguntó con una sonrisa en su rostro.

— ¿Una fiesta? — pregunté con horror en mi rostro.

— Una fiesta — confirmó André con una expresión emocionada.

No.

Yo conocía perfectamente la buena vida de un universitario.

También la mala vida.

Bueno, he tenido de todo tipo de amigos, tanto buena influencia como mala, eso me ha ayudado a aprender más allá y conocer mis límites y las cosas peligrosas.

Yo sabía perfectamente lo que significaba asistir a una fiesta.

Pero ella no, y no estaba preparada, no aún.

Hice todo lo posible para que André descartara la idea. Pero no funcionó.

— ¡Oh vamos Nick!, Solamente será un rato, solo no te separes de ella y estará bien.

No te separes de ella.
No te separes de ella.

Fácil ¿no?

Además, estaba demasiado triste por la llamada de mi mamá que después no pensaba muy bien que digamos.

Estando ahí, era una casa totalmente sola, y bueno, parecía una fiesta sacada de alguna película de Estados Unidos. Típico, la música a todo volumen, mucho alcohol y...

— ¿Qué es ese polvo? ¿Son drogas?

— Ooou, ven acá — la jalé del brazo evitando cualquier contacto con alguna sustancia alucinógena.

Pero creo que se me salió de las manos.

— Oye, en verdad necesito ir al baño — avisé llegando a la puerta del mismo. — Por nada, por absolutamente nada del mundo te alejes de aquí, no tardo, orino muy rápido.

— Lo que digaaaas.

Y bueno, hizo absolutamente todo lo contrario a lo que le dije.

Me la pasé buscándola por todo el gentío que había.

Maldición, porqué tenía que ser tan enana.

Estaba preocupado, muy preocupado. Las personas son crueles, y si ven a una niña inexperta en estas cosas caminando como si nada por la fiesta, querrán corromperla, no me perdonaría esto jamás. Prometí que le enseñaría a vivir, pero no creo que esto sea parte de eso.

— ¡Nick! — escuché a lo lejos a André, aún con la música a todo volumen. Estaba borracho. — ¿Cómo estás amigo? — hipaba mucho, me abrazó y respiró encima de mi mejilla. — ¡La fiesta empieza! Vamos a divertirnos.

— No, necesito...

De repente llegaron mis otros amigos, Benjamín y Diego.

— Disfruta la fiesta — dijo Benjamín con una botella en mano. No por favor.

Los tres me rodearon, poniendo la botella frente a mí rostro, queriendo que tomara de el. Agarraron mis dos brazos manteniéndome quieto.

Empecé a forcejear, no quería pelearme ahora. Pero de repente tenía a muchas personas gritando cosas, todos me estaban mirando, no respiraba bien y me estaba sintiendo muy apretado. La presión social era impresionante.

Tal vez si les doy lo que quieren me dejen en paz y pueda buscar a Aerin.

Suena lógico, ¿no?

No, no lo era.

Estaba mareado, y quería vomitar.

Maldición, ¿desde hace cuánto no tomaba de esta forma?
No sé cuánto bebí de la botella, pero creo que tomar todo de una vez no era bueno, no podía distinguir bien a las personas y no podía buscar a Aerin.

De repente tenía a alguien ofreciendo droga en mi oído.

Me recordó a los antiguos tiempos.

Ya no pensaba muy bien, bueno, de repente se me antojó volver a probar algo que hiciera que mi mente se despejara.

No, espera, Aerin, Aerin.

— ¡AERIN!

— ¿Quién es Erin? — preguntó André en mi oído, casi a punto de caerse.

— ¿Has visto a Aerin? — pregunté. Era tonto, estaba borracho, no iba a saber nada.

— La chica linda que traes, sí — tosió fuertemente. — Era momento de que probara la buena vida, y bueno, tú no... — empezó a hipar mucho y sus ojos se cerraban mucho. — La dejabas, debe estar por ahí.

Después de buscar entre mucha bola de universitarios, se me ocurrió ir a la cocina de la casa.

Y ahí estaba.

Oh no.

— ¡¿AERIN?!

Estaba rodeada de muchas personas, todas estaban fumando, y algunas drogándose, ella tenía una chica alado que le estaba metiendo algo a la boca.

Corrí hacia ella y la jalé, estaba algo tomada, bueno, olía alcohol y se reía mucho, estaba muy feliz, creí que estaría asustada.

— ¡Nicolás! — hipó. — Soy muy felíz.

Entonces la alejé de la fiesta, al verla simplemente todo el alcohol que traía encima de había ido.

En el aire libre, dónde nadie nos veía, nos sentamos en la acera de la calle, ella, riéndose mientras que yo, la miraba entre preocupado y divertido.

De repente comenzó a soltar lágrimas, me asusté mucho al verla.

— ¿Qué? ¿Qué tienes? ¿Te duele algo?

— Me duele el corazón Nick, me duele — dijo apenas mientras soltaba lágrimas con una sonrisa que no supe interpretar si era de dolor o felicidad. La abracé, dejando su cabeza sobre mi pecho y resguardandola, dejando que llorara y sufriera lo que tuviera que sufrir.

Se quedó dormida después de mucho tiempo llorando.

Enferma de esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora