El circo sin colores

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Aquel día observaba como el sol iluminaba los colores de la ciudad, sintiendo una dulce calidez en el ambiente miraba el andar de los autos, la sonrisa en el rostro de las personas y el correr de los niños. Mi cuerpo apreciaba otro bello día de disfrutar de la brisa que recibía arrimado al balcón de mi departamento, sin embargo mi alma se encontraba a varias cuadras lejos volando entre sueños y deseos.

Me imaginaba entre una multitud llena de euforia, paseando mi mirada entre risas y sonrisas. Asombrándome de aquellos hombres que provocaban una mezcla de carisma y miedo debido al gran largo de sus piernas, sin embargo estos bailaban a ritmos alegres invitando a la gente a aventurarse hacia las grandes carpas de colores y en tan solo un parpadeo me encontraba dentro disfrutando de la energía, de la magia y entusiasmo que el espectáculo me brindaba. Estaba entusiasmado de ver luces de colores por toda la carpa del circo y escuchar a un payaso con una mezcla de elegancia y gracia anunciar: ¡Está listo el desayuno!

La burbuja en la que me encontraba explotó violentamente y nuevamente me encontraba en el balcón. Mi mamá me llamaba para el desayuno y mi estómago rugía en sincronía con la orden de ir a comer. Corrí hacia la mesa y al llegar me envolvió el aroma de unos deliciosos panqueques con miel. Le di gracias a mi madre y me senté. Estaba tan concentrado en mi comida que la conversación de mis padres era como un ruido mudo de fondo, hasta que escuché aquella palabra por la cual mi corazón dio un brinco y me hizo gritar: "!circo!".

La comida había dejado de tener relevancia, lo único que me importaba era que el circo estaba de vuelta, venía una vez al año durante 2 meses y después de eso desaparecía tal cual como llegaba. Mis ojos se habían llenado de brillo, mi rostro mostraba un entusiasmo de caricatura mientras le suplicaba a mi padre que me llevase lo más pronto posible. Mi padre dando un suspiro, sabiendo que no habría modo de calmar la llama que en mi se esparcía, dijo que iríamos la siguiente semana pero mi madre no pudo aprovechar más la ocasión para condicionarme a comer verduras para poder ir.

Durante toda la semana no paraba de pensar en el día que volviese al circo. En clases dibujaba carpas, payasos, siempre llenos de colores y en la comida las ensaladas tomaban forma de payaso con narices rojas de tomate.

Me gustaba apoyarme en el balcón y dejar que mi alma soñase libremente con su deseo. Y así me encontraba pensando, sintiendo como la brisa del viento me traía la energía de aquel lugar.

-Así que ya es nuevamente la época

- Siiii!!! Lo puedes creer. Estoy muy ansioso.

-No hace falta que lo digas se nota en tu rostro el entusiasmo.

-No puedes ir, echar un vistazo a que cosas hay de nuevo?

-Aunque también me llama el intereses no puedo, solo llego hasta donde tus ideas fluyen.

-pensé que visitabas otros lugares mientras no estas o que cuando dormía visitabas otros sitios

-lo hago pero voy a lugares donde no existen los colores.

-lugares sin colores. Como son. No conozco nada que sea descolorido incluso el blanco me parece como un campo frondoso esperando ser decorado por girasoles de colores.

-jaja, no te preocupes algún día te llevare a visitarlos mientras cuéntame que tal tu día de escuela.

Todas las tardes después de llegar de la escuela, acabado el almuerzo solíamos conversar. Me hacia compañía en la soledad de mi balcón. Me ayudaba con las tareas y jugábamos de vez en cuando. Especialmente ahora me ayudaba a aguantar las ansias de que llegase el fin de semana y aún más le necesitaba en vista de que ya solo faltaban contadas horas.

Hasta que finalmente había llegado la noche, solo debía cerrar mis ojos y sin darme cuenta viajaría unas 8 horas en el tiempo. Si tenía suerte soñaría con el circo antes de ir y podría conocer que novedades este tendría.

Así tan de improviso como me dormí, desperté, me levanté de un brinco de la cama y casi sin ver corrí entre tropiezos hasta que abrí la puerta y les grité a mis padres para que despierten. Había llegado el día. Ni la retada que me pegaron por despertarlos tan abruptamente pudo quitarme la felicidad que tenía. Desayunamos, nos vestimos y salimos rumbo al circo. En el camino podía ver como la ciudad brillaba en un día soleado, desde los autos y motos que pasaban junto a nuestro carro, hasta las vías para ciclistas y personas caminando, todos con una actitud enérgica, además de las flores y plantas que adornaban las distintas tiendas de la ciudad.

Pude sentir mi corazón palpitar en el momento en el que finalmente llegamos. Había carpas grandes y coloridas, bailarines disfrazados con caras llenas de figuras danzado al ritmo de melodías alegres y cálidas, además del aroma a pierna de pavo que había olvidado en el cajón de bellos recuerdos.

Sin embargo entre tanto brillo y entusiasmo, había una carpa que destacaba entre todas las demás, era más pequeña y solo tenía dos colores en simetría, el blanco y el negro. Me dio mucha curiosidad y decidí acercarme junto a mis padres, estos también reflejaban intriga en sus rostros. En la entrada no había un hombre vendiendo tickets como en las demás, solo un letrero en la parte superior de la entrada que decía "El circo sin colores". Entramos extrañados por un pasillo decorado por una larga alfombra negra y que se extendía a través de paredes blancas hasta una cortina negra. En las paredes se podía observar retratos de payasos que mostraban...un gesto opuesto a una sonrisa, no lo había pensado antes pero en ese momento me di cuenta que no conocía una palabra que pudiese describir ese gesto. Les pregunté a mis padres y estos desconocían una palabra para el antónimo de sonrisa. De manera que seguimos avanzando hasta atravesar la cortina.

Al entrar nos envuelve una suave y lenta melodía proveniente de un piano el cual era entonado por un hombre que llevaba una máscara con un gesto inexpresivo, este era rodeado por un público que observaba de pie, no había gradas ni asiento, estábamos al mismo nivel que aquel hombre.

Entre la multitud entraron dos bailarines con trajes negros como de ballet pero que les cubrían todo el cuerpo y sin llevar falda. Estos bailaban al ritmo de la melodía creando un ambiente que transmitía serenidad acompañada de una felicidad apaciguada. Danzaron hasta quedar sentados juntos abrazándose y quedar aparentemente dormidos. El público aplaudió como de costumbre cuando un acto termina pero esto hizo que la chica despertase y que la música del piano se agitase y comenzara un ritmo más frenético. La chica proyectaba una mirada de desesperación y despertó a su acompañante, ella le señalaba al público, hacía gestos como si esta estuviese asustada de ellos pero su acompañante no dejaba de verla, como si ignorase lo que ella mencionaba. Solo le di un beso y le propuso seguir durmiendo hasta que ella aceptó. Pasó un momento y su acompañante se levantó y sin despertarla se alejó, cuando llegó al otro extremo del escenario que rodeaba la gente, la chica despertó y angustiada por su ausencia empezó a buscarlo. Dieron vueltas en una coreografía en que la chica danzaba con desesperación e inclusive a veces parecía que había olvidado la coreografía o que se tropezaría en un movimiento, mientras que su ausencia solo se movía tan relajada. Hasta que finalmente el piano dejó de sonar y la chica finalmente lo vio. Dejó su danza, corrió y abrazó a su compañía, ella se veía tan preocupada frente a una figura tan calmada. Y en este momento fue que entró una silueta oscura y envolvió en sus brazos a la compañía la cual no opuso resistencia. Lo arrastraba hacía el público dejando a la chica con su ausencia y está dejando ir una lagrima sonrió.

No sabría describir como me sentía, no entendía que acaba de ver, pero mire el rostro de los demás, en algunos habían incertidumbre y otros lágrimas, mis padres me abrazaron y no distinguí que me decían, una persona cayó al suelo, luego otra y sin darme cuenta también quedé dormido. 

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⏰ Last updated: Oct 10, 2019 ⏰

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