El sexo tántrico tiene como fin disfrutar del placer en toda su esencia, prestando atención no sólo a los genitales, sino a todo el cuerpo en su conjunto.
Ellos eran una feliz pareja joven de hace cinco años. Taemin aseguraba estar completamente enamorado de Minho. El príncipe de sus sueños, el dueño de su corazón, amante y de mirada divertida y gentil que sacudía su cuerpo en mil maneras. Pero Taemin había llegado a un punto en la relación que le inquietaba cuando ambos intimaban, ya no existía esa conexión especial como en la primera vez o ese toque dulce en su voz cuando Minho le decía al oído "Hey, calma, todo estará bien y relájate".
Minho solía cansarse más rápido e irse a dormir sin darle su beso de las buenas noches, como se había acostumbrado. Minho ya no le tocaba como antes. Ni le atendía como aquellas veces.
Y estaba harto.
Emputado. Enrabiado y casi odiandolo.
Lo sentía distante.
Lejos de su cuerpo y alma como si retrocedieran en el tiempo cuando eran desconocidos.Desde entonces follar no le parecía tan divertido. Minho le hacía el amor casi por deber, como una tarea que comenzó a estresarlo.
Una noche se encontraba encerrado en el dormitorio que ambos compartían, con la tablet en sus manos buscando la solución a su problema. En algún momento pensó en hacer terapia de pareja o derivarlo a un sexólogo pero Minho nunca tenía tiempo o simplemente huía de él.
Le había dicho una vez: "No quiero de esta forma, Minho". Según recordaba de hace unos meses atrás y su novio se enojaba por el simple hecho de rechazarle la típica "el mete y saca".
A Taemin le aburría.
Quería descubrir nuevas experiencias... Pero el tonto de Choi no le escuchaba.
(O fingía hacerse el sordo)
¿Acaso se creía una absurda metralleta que sólo pensaba perforar su trasero y ya?
Quizás, huía del mismo conflicto en cuestión. Tal vez, ya no le parecía atractivo a Minho o quizás la chispa se había apagado... Eran esos pensamientos que lo atormentaban día a día.
—¿Qué es tantra? ¿Qué clase de brujería es esa? —Minho preguntó con una expresión llena de extrañeza y terror que a Taemin le hizo reír apáticamente porque su novio parecía un niño asustadizo en un cuerpo de hombre grande. Se encontraba hipnotizado en su tableta electrónica, ignorando esa cara de pocos amigos que solía recibir de Minho cuando le escucha decir aquello tan "raro". Había investigado durante horas eternas hasta creer que había una solución.
—No es brujería, tonto.—Ataca.
—Explícame qué es. —Exigió el moreno con la frente fruncida, endureciendo sus atractivas facciones.
Taemin rodó los ojos casi con fastidio mientras pensaba en las palabras que deseaba expulsar. No quería herirlo pero la falta de tiempo en pareja le molestaba demasiado.
Y la bomba explotaría muy pronto...
—Estamos mal, Minho. ¿No te das cuenta que ni siquiera te veo por la casa? ¿Qué pasó con tus besos de bienvenida? ¿Las noches que veíamos películas hasta dormirme en tus brazos? ¿Por qué no me miras como antes? ¿Recuerdas la última cita? ¡¿La última vez que me viste desnudo?! ¡Fue hace meses y me tienes harto! ¡Tú y tu estúpido trabajo de mierda! —Soltaba cada vez elevando más la voz, crispando las manos hacia sus cabellos y descargando la ira de su corazón a ese hombre que tenía en frente. El mismo que en ese instante tiene el rostro desencajado, demasiado impactado por ver a su amado tan furioso.
De hecho, era la primera vez que le oía gritar de esa manera. Tan dolido.