En mi vida, cada día es una lucha, contra mí, contra mi mente; no puedo bajar la guardia ni un segundo, mucho menos los que se encuentran a mi alrededor, si lo hacemos podría haber catástrofes, catástrofes causadas por mí.
Tengo tan solo once años y hace menos de seis meses me detectaron esquizofrenia.
Mi madre me apartó por un tiempo de la vida de mi padre hace unos ocho meses, me llevó a una casa lejos de la civilización donde me utilizó para vaciar su ira y frustración, me maltrató física y mentalmente, me encerraba en un cuarto oscuro, pequeñito, a veces me tenía ahí por varios días sin comer; yo no entendía que es lo que pasaba, antes había escuchado discutir a mis padres muy fuerte, luego mi madre me había sacado a tirones de la cama para llevarme a aquel lugar, ahí comenzó todo, al estar tanto tiempo ahí, mi cabeza comenzó a "inventar" cosas, para ser exacta, compañía que yo necesitaba urgentemente.
En ese tiempo yo solo veía a una cabra, que podía hablar y jugar conmigo, era mi amiga, me trataba bien y un día que mi madre se descuidó y dejó la puerta del cuarto abierta, me ayudó a lastimarla para poder escapar, me sugirió la idea de golpearla con una piedra que encontramos, lo hice, la golpeé varias veces en la cabeza con toda la fuerza que tuve, luego me eché a correr con la piedra en mano, cuando salía apresuradamente de aquella casa, encontré en el jardín la camioneta de mi padre y a él bajando, con lágrimas en los ojos al verme, por fin me había encontrado; la cabra me acompañaba, me dijo que le hiciera lo mismo que a mi madre, pero yo no pude, sabía que mi padre no era malo; al parecer a la cabra, no le gustaba que la desobedeciera, se puso furiosa, y me comenzó a insultar de la misma forma en que lo hacia mi madre, no pude hacer otra cosa además de gritar, mi padre corrió a abrazarme, pero se detuvo al ver la piedra cubierta de sangre en mis manos.Recuerdo la conversación perfectamente.
- ¿Dónde está Isabela? -Así es como se llama mi madre.
-En el cuarto del fondo -Respondí.
-Espérame aquí, pequeña, entraré a verla, no tardo nada.
Al escuchar eso, recordé a la cabra, miré a mi alrededor en su busca, ya no estaba, pero, ¿y si volvía? Al parecer ya no era mi amiga, ¿Qué sería capaz de hacerme? El miedo me envolvió de inmediato.
-No, por favor, no me dejes aquí, la cabra, volverá y me lastimará, llévame a casa te lo ruego -Mis ojos se humedecieron.
- ¿De qué cabra hablas, Lily? Tengo que hacer algo con tu mamá, no podemos dejarla ahí, y, ¿qué...qué fue lo que hiciste con esa piedra? -Podía sentir el miedo en su voz-. ¿Le hiciste daño a tu madre?
- No... no tanto como el que ella me hizo a mí -Comencé a derramar gruesas lágrimas-. Solo quiero irme a casa, por favor.
Podía ver el rostro de mi padre lleno de confusión, pero no hizo más preguntas, solo asintió. Me abrazó fuertemente y lloró conmigo. Se alejó un poco para decirme unas últimas cosas.
-Todo fue mi culpa, perdón. Iremos a casa, ¿si?, le diré a Jem que venga por Isabela y la lleve lejos de ti, ¿recuerdas a Jem mi mejor amigo? Sé que sí, él nos ayudará, tranquila, todo estará bien. Perdóname, Lily. Perdóname por favor.
Después de regresar a casa, no supe más de mi madre, me dijeron que estuviera tranquila, que no la volvería a ver, yo la amaba, pero después de todo lo que me hizo pasar, estaba feliz de no tener que estar cerca de ella nunca más; mi madre no era la única que había desaparecido de mi vida, la cabra no volvió conmigo, mi padre me llevaba a consultas diarias con un especialista que me ayudaría a superar los días crudos que viví.
Después de dos semanas, me sentí mucho mejor, dejé de tener pesadillas, comencé a reírme de los chistes de papá, y le aseguré que estaba lista para regresar a la escuela, aunque había algo raro que sentía en mi interior, hice todo lo posible para ignorarlo, traté de ser positiva, de concentrarme en lo bueno.