CAPÍTULO 62

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FLASHBACK

- ¡Suéltame, Víctor! – grito lo más fuerte que puedo, tratando de controlar mi respiración agitada mientras intento zafarme de su agarre.

- ¿Por qué? Si todo esto es mío, ¿no, mi amor? – muerde mi lóbulo de la oreja y chasquea la lengua.

- Por favor... – susurro, llorando. Me gira sin hacer caso omiso, dejándome de espaldas y sintiendo su penetración. Comienza a abrirme las piernas mientras me sujeta con la otra mano.

Dejo que mis energías disminuyan por mi poca fuerza. Arranca mi interior, dejando mi entrepierna al aire, y mientras sube mi vestido, saca de un fácil movimiento su miembro, posándolo sobre mi trasero. Rezo todas las oraciones religiosas que existen, esperando un milagro. De un solo movimiento, penetra su erecto miembro sobre mi ano, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca de dolor. Grito, lloro, pataleo, pero ni la mayor fuerza logra que él se separe de mí. En menos de unos minutos, sus embestidas se vuelven más fuertes, haciéndome imposible respirar del dolor.

Agarra mi cabello hacia atrás con fuerza, acelerando sus embestidas antes de llegar a su deseado orgasmo, derramando las últimas gotas de sudor de mi vida. Se separa, dejándome totalmente pegada al colchón, asqueada de la vida y del terrible monstruo que tengo por esposo.

Fin del flashback

- Hola, ¿Buen Dia llamando a Janine tierra Dávila? – unas manos pasan sobre mi rostro, sacándome de mi soñoliento momento.

- ¿HAA? – miro el rostro confundido de Miguel y Natalia.

- Señorita Dávila, ¿se encuentra bien? – habla con sarcasmo Natalia

- Sí – trato de tragar saliva – disculpen, me he desorientado por un momento.

- Más bien por todo lo que te hemos dicho – habla Natalia, observándome de lado.

- Sí, lo lamento – me disculpo.

- ¿Estás embarazada? – habla Miguel.

- ¿Qué? ¡No! – grito.

- Esta bien – sonríe Natalia.

- Miguel, si no es mucha molestia, ¿me podrías repetir sobre los problemas del contrato que yo aprobé hace dos meses?

- Claro, no tengo problema– agarra su Tablet y comienza a redactarme sobre los pequeños acontecimientos que ha habido en estas semanas de descanso, vaguería y fiestas.

Así pasó todo el día, lleno de planos, contratos, y oficios para mi jefe.

En fin, un día realmente productivo.

La noche había sido muy dura, de pesadilla en pesadilla, lo que hizo que la mañana fuera un poco cansada, pero luego de un cargado almuerzo, se solucionó el problema.

Llega la hora de salida, agarro mis pertenencias bufando por lo cansada que había quedado el día de hoy, salgo de la oficina mirando la de Azael. No lo había visto desde que llegamos juntos a la empresa. Cojo el ascensor y marco planta baja. De repente, siento unas inmensas ganas de orinar, así que camino al sanitario de la empresa. Entro a uno de los retretes, cierro la puerta dándome privacidad, hago mi necesidad sintiéndome aliviada, hago la respectiva higiene y bajo mi falda del trabajo.

Unas voces comienzan a hacerse más audibles.

- No puedo creer que el jefe se comprometió con esa – dice una voz de una chica – ¿revisaste la revista?

- Ni me lo digas. Siempre que me acostaba con él, me decía que el compromiso no era suyo, y una semana después, comprometido con ella. No entiendo, ¿le habrá hecho brujería? – tapo mi boca para no hacer un ruido.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora