Parte 7

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El día en que cumplió los diecinueve años, sin duda alguna jamás lo olvidaría. Las risas, las locuras de sus amigos, las peleas con Sasuke, las quejas, los gritos y los golpes de Ino, las sonrisas discretas de Hinata, e incluso el descaro de Karin. Todo fue maravillosamente perfecto.

Excepto una cosa: el nuevo amigo de Hinata.

Ella se lo presentó como un simple compañero de la facultad, alguien con quien había hecho buenas migas y que al parecer amaba el arte tanto como ella, amén de que Ino parecía tener una especie de enamoramiento por el tal Sai, aunque Hinata y Karin aseguraban que era más que un simple cuelgue. Parecía que a la Yamanaka ese chico le gustaba de verdad. Pero él no podía dejar de sentir ciertos celos al imaginarse a ese Sai compartiendo el tiempo y la atención de Hinata todos los días. Algo que él no podía hacer. Aunque procuraba no pensar mucho en las risas que esos dos habían compartido y simplemente se limitaba a recordar lo bien que lo había pasado el día de su cumpleaños.

Ahora, varias semanas después, suspiraba mientras admiraba las fotos de dicha fiesta que había guardadas en su móvil. Añoraba el volver a estar con sus amigos como aquel día. Parecía que solo iban a poder hacer el esfuerzo de verse en las ocasiones especiales, y la próxima no se daría hasta diciembre, concretamente hasta el día 27 de ese mes.

El cumpleaños de Hinata.

Su corazón se aceleró al pensar en ello. Aún faltaban casi tres meses y él ya andaba comiéndose la cabeza con qué regalarle o en si debería hacer algo especial, algo en lo que solo estuvieran ellos dos.

Sintió un pellizco en su brazo y se volvió, sobresaltado. Parpadeó al ver un par de ojos lilas fijos en él.

―La clase ya acabó, señor despistado―dijo la chica a su lado, en tono divertido.

Naruto cerró los ojos y suspiró.

―Gracias, Shion.

―¿Qué mirabas?―Se giró a su otro lado y sonrió al ver a otro de sus compañeros, Gaara Sabaku, un pelirrojo de ojos verdes, con un inquietante tatuaje en la frente que dibujaba el kanji de la palabra amor.

―Nada. Solo unas fotos. ¡Oye!―protestó cuando se vio privado de su móvil. Frunció el ceño y le exigió a Shion con la mirada que se lo devolviera.

―Vaya, menuda armasteis―la rubia soltó una risita. Deslizó el dedo por la pantalla con tan mala pata que sin querer cerró la aplicación de la galería de fotos y fue a dar a la pantalla principal. Sus dedos se congelaron al ver la foto que Naruto tenía como fondo en el móvil―. ¿Tu novia?―Le enseñó al aparato forzando una sonrisa. Naruto enrojeció y le arrebató el teléfono, guardándolo en uno de los bolsillos delanteros del pantalón y recogiendo sus cosas a toda prisa, saliendo del aula sin contestarle.

Gaara y Shion intercambiaron miradas. No conocían mucho aún al rubio, pero los tres habían entablado una buena relación de compañerismo casi desde el primer día, gracias sobre todo a la insistencia de Naruto, ya que por pura casualidad había coincidido que los tres se habían sentado juntos el día de la presentación.

La rubia y el pelirrojo se apresuraron a seguir a Naruto fuera de la clase, encontrándolo bebiendo de una de las fuentes de agua que había desperdigadas por la facultad.

―Oye, no quise incomodarte. ―Naruto dejó de beber y la miró. Dejó escapar un gran suspiro y meneó la cabeza―. Perdona.

―Perdóname tú. ―murmuró. Shion vio la mirada perdida del rubio y suspiró ella también.

―Naruto―llamó esta vez Gaara, queriendo disipar la repentina tensión que de pronto se había adueñado del ambiente―. Se acercan los parciales. ¿Estudiamos juntos?―Los hombros del rubio se relajaron ante el cambio brusco de tema.

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