5. Pasado

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Los días avanzaban sin detenerse; haber vuelto a retomar su sitio sobre el escenario había resultado ser reparador en cierta medida. Ensayo tras ensayo, función tras función; en su vida todo había tomado un tono monótono en el que, pensar era lo último que deseaba hacer.

Estos días se habían vuelto semanas y a su vez, estas comenzaban a contarse como meses. Afuera el invierno ya era más que un hecho y eso solo le recordaba el inicio del pasado capítulo más amargo de su vida.

Cierto día, poco después del año nuevo, llegó a su edificio en medio de una tranquila nevada; aún no hacía demasiado frío y por eso caminó con calma desde el lugar en que se estacionó. Como hacía todos los días, se detuvo frente a su buzón y luego de tomar las cartas recibidas, continuó hasta llegar al departamento en que vivía.

Desinteresado, sobre la mesa abandonó la correspondencia, tomó el periódico de esa mañana y sobre su cama, sin levantarse pero recargándose en la pared, iluminado por la luz que aún entraba por la ventana, leyó algunas de las noticias que no había podido leer antes. Solo se levantó para preparar un poco de té.

Minutos después, ya aburrido del diario, eligió un libro y volvió a su cama casi acostándose y leyendo hasta quedarse dormido.

Por la madrugada el frío calaba sus huesos; se levantó, encendió la pequeña chimenea, preparó más té, se metió entre las cobijas y mientras tomaba la bebida, reviso el correo, quedando atónito al encontrar otra carta de la única persona en el mundo, que estaba seguro que jamás le volvería a escribir. Bueno, no la única, pero sí era la más especial de ese grupo.

Temeroso de hacerlo, abrió el sobre no queriendo imaginar lo que ahí diría, pero rezando porque no fuese nada desagradable, aunque estaba seguro de lo contrario; si la memoria no le fallaba, ella jamás le escribiría de forma grosera. Sacó la hoja pensando en ello, cerró los ojos, inhaló profundo, exhaló y se dispuso a leer...

•••

La cita médica de Candy había sido desplazada por más de tres meses, gracias a que el especialista saldría de vacaciones. Mientras tanto, la convivencia con su esposo era cada vez más tensa, complicada e insoportable. Lo cual terminaba siendo decepcionante, pues ni siquiera tenían un año estando juntos.

Aunque no lo mencionaba, parte de la molestia de Terry era el producto de los comentarios en contra de su esposa. Él la defendía en toda entrevista o pregunta que le hacían sobre ella, o al menos eso es lo que intentaba. Odiaba que los reporteros tergiversaran la información a su antojo.

Sin embargo, una vez llegaba a su casa, no hacía más que mostrarse cortante, distante y seco con ella; aunque él no lo creía así.

—Al parecer le gustan las relaciones complicadas —uno de esos días, Candy había escuchado los comentarios respecto a su matrimonio, en un programa de la radio— primero Susana y después, su ahora esposa; Candice.

—A mí me pareció muy extraño que se haya casado cuando ni siquiera se cumplía el año de la muerte de Susana —dijo otra comentarista—. Incluso pensé que ella podría estar embarazada. Pero es obvio que no. Aun así; sigue siendo todo muy extraño. Por un lado; la Señora Marlowe y sus declaraciones, diciendo que su hija se había matado por amor. Y por el otro, Terry; con ese silencio que inicialmente lo hacía ver inocente después su boda y la clara muestra de que nunca la había querido tanto como la misma Susana nos había hecho creer...

Candy apagó la radio en ese instante. Atormentada se frotó la frente, suspiró y luchó por borrar todos aquellos pensamientos de su mente y memoria. Lo que no sabía es que en otro punto de la ciudad, en su oficina, su marido había escuchado exactamente el mismo programa de radio, enterándose de que ahora lo acusaban de haberse casado con ella por cuestiones económicas.

Por Ahora, Por un PocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora