Día 11: Mordedura || Francia x Inglaterra

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Para nadie era un secreto que Inglaterra era un salvaje. Vándalo, lo llamaba Francia para hacerlo enojar a propósito. Por eso, pensar hoy que había sido una buena idea ir a las orillas del que en un futuro se conocería como "Canal de la Mancha", era un error de esos feos. Francia pensaba ir a jugar con él, con ese niño que habitaba la llamativa isla del norte, de comportamiento animal y gestos hostiles.

Al principio intentó llamar su atención con postres. Inglaterra se acercó guiado por su olfato y por las ansias de comer algo rico, cosa imposible allí donde vivía porque sus artes culinarias y las de los monjes y cocineras eran un desastre.

Hasta ahí todo bien, incluso lo estaba cuando Francia lo invitó a sentarse junto a él en el césped, al lado del lago y delante de los árboles dispersos en el paisaje. Inglaterra accedió, Francia le ofreció un pastelillo de frutillas y el muy bárbaro le mordió los dedos en vez de recibirle la pieza dulce con las manos. Francia gritó de dolor por la mordedura, le reprendió con dramatismo y después le enseñó que las cosas no debían recibirse así. Inglaterra agachó su mirada verde como de fantasía y masculló un "lo siento" en esa lengua germánica tan particular. Inglés, lo llamarían después.

La cicatriz de esa mordida la lleva hasta hoy. No puede evitar sonreír al recordar ese episodio vivido hace tantos siglos atrás. Aunque el dolor, claro, no lo recuerda de manera tan risueña.

—253 palabras—

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora