Enséñame a no vivir sin ti

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Steve Rogers, alias El Capitán América, miraba atentamente a cierto hombre catalogado como un genio millonario, playboy entre otras cosas. El carisma y el ingenio con el que se manejaba al hablar con los reporteros y personas que buscaban atraer su atención era magistral, innata dirían los que lo conocían, siendo hijo de quien era no era de extrañar que tuviera esa capacidad arraigada en su sistema así como el respirar.
Ellos no se llevaban para nada bien, Steve era consciente de que lo regañaba un día si y el otro también, pero era necesario para mantener su fachada de tipo duro y ocultar sus verdaderas intenciones para con el genio.
—¿Es en serio?—preguntó Bucky casi escandalizado.
—Si
—¿En serio vas a usar esa táctica con él?
—Ya dije que si
—No te va a creer—sentenció de forma lúgubre.
—Por supuesto que si, la historia sobre mi es más que fiable, según ella, soy honrado, puro y casto, casi un hombre santo, además, mi rostro angelical ayuda mucho—sonrió Steve de forma macabra, una sonrisa que nadie conocía salvo su casi hermano.
—Por Dios, pero si no eres virgen desde los catorce al igual que yo Steve, ese cuento en esta época ya no se usa.
—Eso él no lo sabe, cosa que es una suerte.
Steve cambio su sonrisa de caza a una discreta mientras bebía de su botella de cerveza, sentado en la barra del bar en donde se encontraba junto a su amigo sin dejar de observar al objeto de sus bajas pasiones como un depredador a su presa.
Y es que, ese hombre es tan guapo e inteligente que su sola presencia le hacia nublar el pensamiento y temblar las piernas y la sola idea de estar cerca de él, de, tocarlo íntimamente lo volvía una bestia salvaje, salivando con la idea de hundir sus fauces en tan apetecible bocado.
—No va a funcionar, con él no, él no es Howard.—soltó de pronto molesto James por la actitud de su amigo.
Siempre había sabido que era un depredado mayor en cuanto al sexo se refería, pero, nunca llegó a pensar que tendría aquel fetiche de acostarse con él hijo de quien alguna vez había sido su socio pélvico.
—No, no lo es, pero, Howard, siendo peor que él cayó, él no será la excepción—sentenció Steve.
Antes de convertirse en súper soldado, Steve ya tenía cierta experiencia en el negocio del placer y la carne. Su rostro angelical y sonrisa demoníaca ya atraía a las mujeres y hombres por igual como moscas a la miel y él se aprovechaba de eso.
Entonces, llegó a ser aceptado en el ejército y conoció a la mujer que consideraría el amor de su vida, castaña y de baja estatura, pero de carácter fuerte que no se dejaba amedrentar por un montón de soldados estúpidos.
Luego llegó el Dr. Erskine con su proyecto y él fue escogido, no tuvo mucho tiempo para comprobar si su nuevo cuerpo funcionaba correctamente en el ámbito que a él le interesaba, pero, comprobó rápidamente con aquel ataque que funcionaba correctamente para la guerra.
Si antes con su cuerpo delgado y enfermizo había tomado a la mujer de su vida de todas las formas posibles, con su nuevo cuerpo había hecho maravillas y había podido realizar las acrobacias que habían quedado relegadas por su condición. Pensó que con ella sentaría cabeza, hasta que conoció oficialmente al genio inventor que ayudó al Dr. Abraham con su loco plan; de estatura baja—en comparación con él— de cabello y ojos castaños y con una belleza que rivalizaba con las más hermosas mujeres de la época.
Aquel hombre despertó su lujuria como nadie lo había hecho, ni siquiera su mujer.
Luego, pasó lo que es de dominio público y tuvo que perderse en el hielo solo para despertar setenta años después con la sorpresa de que su mujer y su amante siguieron con sus vidas, no los culpaba, ya que era lo más lógico si tuvieran la certeza de su muerte.
La muerte de Howard le dolió demasiado, más que su amante, era su amigo y lo quería como tal, por eso, cuando conoció a su hijo, se juró protegerlo con todo lo que tenía, más no contó con que al final, aquel niño, despertaría nuevamente la lujuria dormida en él y que lo desearía en su cama más que a nada, más que a nadie, más que incluso respirar.
Y lo tendría sin importar qué.
                        [•••]
Tony salió de su taller después de quién sabe cuantas horas, o quizá días, no lo sabría con certeza si se lo preguntaban. Caminó semidormido por su torre, dando tumbos por todas las estancias hasta llegar a la cocina, una vez allí se guio por el olfato hasta la cafetera, tomó la tasa que estaba al lado de la misma y se sirvió su tan amado café. Una vez le dio un gran sorbo, despertó alerta como por arte de magia.
—Buenos días, Tony.
El mencionado giró y se encontró con Rogers, sentado en la barra para el desayuno con un vaso de jugo, un plato con huevos y tocino y otro con tostadas con mantequilla dispuestos frente a él.
—Buenos días—Respondió Tony con una mueca, no le caía muy bien aquel soldado.
Era demasiado perfecto para su gusto y no confiaba en alguien quien no tenía su lado oscuro, o que no lo mostrara.
Se dispuso a irse, pero, una mano lo detuvo.
—No te vayas, este es tu desayuno, ya que no estuviste aquí temprano, decidí guardártelo—Sonrió de forma inocente, cosa que crispo los bellos de los brazos de Tony, quien se soltó de inmediato.
—¿Le pusiste veneno?
—¿Que? —Steve siguió su mirada y se horrorizó—Dios, no, Tony, es un simple desayuno nutritivo y, a mi parecer, muy bueno. Por favor, siéntate.
Tony enarcó una ceja e hizo lo que le habían pedido, con cuidado tomó un tenedor y comenzó a comer, contuvo un gemido de placer al saborear la deliciosa comida, no quería demostrarle que le encantaba su sazón.
—¿Y bien, que necesitas? —preguntó después de comer unos cuantos bocados en silencio.
—¿Por que crees que necesito algo?
—Porque las personas tienden a ser extremadamente solicitas conmigo cuando necesitan algo de mi—se encogió de hombros mientras le daba un bocado a su tostada.
Steve se encogió internamente, sintiéndose de pronto como un desgraciado, se juró a si mismo hacer pasar a Tony el mejor momento de su vida una vez que estuviera en su cama.
—Es una lástima que pienses así, sí, es cierto que quiero pedirte un favor, pero, este desayuno no te lo preparé para que te sintieras coaccionado a ayudarme, te pido disculpas.
—Esta bien, no es tu culpa de todas formas el que desconfíe de los detalles que los demás tienen conmigo — dijo con una mueca de desagrado — pero, dime, ¿en qué puedo ayudarte?
—Bueno, mi petición es de índole personal, veras, yo estoy saliendo con alguien y necesito... tú sabes... —Steve lo miró con intensión, para darle más énfasis a sus palabras y tenerlo atento a lo que decía — quiero llegar a segunda base.
—¿Exactamente para qué me estas pidiendo ayuda? — el castaño entrecerró sus ojos con sospecha.
—Okey, esto es difícil de decir para mi, así que, por favor no te rías.
—Palabra de Boy Scout.
—Yo, nunca he estado con nadie, yo...soy virgen...
Tony lo miró sin parpadear por varios segundos, hasta que comenzó a hacerlo rápidamente y de su pecho salió la mas divertida de las carcajadas, Steve compuso su mejor cara de enfado, pero, por dentro estaba riendo igual que Tony, había conseguido la reacción deseada.
—Prometiste no reírte — se quejó falsamente.
— Olvidé decirte que no soy Boy Scout — comento Tony entre risa y risa. Steve debía concentrarse para mantener su rostro de fastidio, ya que Tony se veía tan lindo cuando reía de verdad que hacía estragos en su libido.
—¿Terminaste?
—Si, lo siento, ¿Por qué entre todos tus amigos me escogiste a mi para ayudarte con esto? Quiero decir, no somos amigos precisamente...
— Vine a ti porque tu eres el único play boy certificado que conozco.
—Okey, te concedo eso, ¿exactamente qué es lo que quieres? —Tony cruzó sus manos a modo profesional debajo de su barbilla.
—Quiero que me enseñes a hacerlo, no me hagas decirlo, tu entiendes.
—Steve, tienes que saber que tener sexo con un hombre, no es lo mismo que hacerlo con una mujer, mejor pregúntale a Natasha, quizá ella te pueda ayudar...
—Quizá tengas razón, pero ¿Quién te dijo que estoy saliendo con una mujer?
Los ojos de Tony se abrieron sorprendidos, quien iba a pensar que el correcto Capitán América le gustara esas prácticas.
—¿Te sorprende?
—Si, la verdad es que si, por la época en la que te criaste, no eran bien vistas esas prácticas.
—Tienes razón, pero ahora estoy en esta época y me gustaría descubrir ciertas cosas con respecto a mi persona, por eso te pido ayuda, quiero que tu me enseñes, claro, si no es mucha molestia.
Tony se lo pensó por un momento mientras terminaba su desayuno, entendía el afán de Steve por descubrir su sexualidad, ya que él desde muy joven experimentó con ello y descubrió muchas cosas realmente placenteras de los distintos géneros que existían en la villa diversa del señor, así como la parte desagradable de la misma. En ese aspecto él estuvo solo y nadie le enseñó, por lo que su travesía estuvo plagada de muchos malos momento. Se estremeció al recordar aquella parte de su vida, precisamente por eso él era benefactor de las distintas fundaciones que ayudaban a las personas con estos casos de identidad sexual, así que, si alguien necesitaba ayuda en ese campo, él la brindaría, sin importar quién.
—De acuerdo, te ayudaré.
—Gracias, aprecio mucho tu ayuda.
—Cuándo quieras empezar, ven a verme y gracias por la comida.
Sin decir más, Tony se levantó de la mesa y salió de la cocina sin saber que había sellado su destino y el de Steve para siempre.
                      [•••]
Desde que tuviera aquella conversación más que divertida con el genio, habían pasado más o menos un mes, en donde habían estado demasiado ocupados como para plantearse la posibilidad de verse de inmediato para que le ayudara con su problema. Por suerte, desde aquella conversación, Tony se había abierto un poco a él, seguían discutiendo cuando estaban de misión, pero la agresión había disminuido. Compartían más tiempo juntos y eso era más que importante si quería que se entregara a él sin restricciones, por eso, en cuanto tuvieron un tiempo libre Steve le propuso verse.
—Muy bien, ¿por donde quieres empezar?—preguntó Tony mientras se sentaba junto a él en el sofá de su penthouse.
—No sé, la verdad—retorció sus manos de forma incómoda, aparentemente.
—De acuerdo, empezaremos con los juegos previos, entonces, ¿que tal besas?.
—N-no lo sé.
—Dame un beso y lo averiguaremos— Tony se quedó inmóvil mientras Steve se acercaba lentamente, posó sus labios en el contrario de forma casta, tratando de controlar las inmensas ganas de comérselo allí mismo.
—Okey, eso fue un beso, pero definitivamente no encenderás ni una pequeña fogata con eso—Soltó Tony una vez rompió el beso— ahora te voy a besar yo y mientras lo hago, me tocaras exactamente donde yo te toque, ¿okey?, abre la boca ligeramente.
Steve obedeció y en menos de un segundo Tony estaba saqueando su boca en un beso ardiente, metiendo su lengua para explorar su cavidad mientras se pegaba a su cuerpo con una mano enterrada en su cabello mientras que la otra acariciaba su rostro, cuello y pecho. Steve hizo lo que Tony le había pedido, se pegó aún más a su cuerpo y lo acarició, con el añadido de que en vez de acariciar su pecho, le dio un pellizco a su pezón erecto.
Tony gimió en el beso, cosa que excitó aún más a Steve haciendo que olvidará por un momento su papel de niño bueno cuando su mano bajo por el pecho y abdomen hasta rozar su creciente erección.
—Wow, detente ahí—Tony detuvo la mano curiosa de Steve mientras intentaba calmar su respiración.
—L-lo siento, es que... Yo...
—Esta bien, si quisiste hacer eso, quiere decir que íbamos por buen camino.
—Dios, espero que si, besas increíble.
—Es obvio, soy yo—sonrió Tony coquetamente.
—¿Podemos hacerlo otra vez?, digo, aún no se que partes son erógenas.
—Okey, quizá te pueda enseñar lo que puedes hacer con tu chico en la primera noche antes del sexo duro y crudo.
Steve sonrió internamente, no se acostaría con él hoy, pero al menos tendría una probada de aquel bocado de ensueño.
—Bésame lento mientras me acaricias—continuó Tony con voz ronca, aquella voz tenía a Steve tan duro que le dolía.
Sin esperar ni un segundo, hizo lo que le pidió y lo besó con la boca muy abierta, metiendo su lengua, explorando la cavidad del castaño objeto de sus deseos.
Lentamente lo fue empujando hasta que quedó acostado sobre el sofá y él sobre Tony, quien abrió sus piernas para acogerlo mejor. Tony rompió el beso únicamente para pasar la lengua por su cuello justo debajo de su oreja en su zona más que erógena, restregando los dientes de forma sensual. Steve lo tomó como una invitación para hacer lo mismo, sentir la textura de la piel de Tony bajo su lengua fue la gloria, sin pensar mucho en realidad, ambos comenzaron a mover sus caderas, rozando sus miembros por encima de la tela de sus pantalones de algodón.
Tony le agarró el trasero con fuerza, haciendo que se moviera más rápido, en un movimiento osado, Steve dejó el cuello de Tony para morder sus pezones por encima de la tela de su camiseta sin mangas.
—Si... Justo así—Tony levantó su camiseta dejando expuesto sus pezones para Steve —usa tus dientes, muérdelos, pero no uses mucha fuerza.
Steve así lo hizo, lamió y mordió aquellos botones marrones como si de un dulce se tratara. Mientras tanto, Tony tomó la erección del rubio y la suya propia en su mano liberándolas de su prisión y comenzó a acariciarlas al ritmo del movimiento de sus caderas, Steve gimió como un condenado ante aquellas caricias y comenzó a mover más rápido sus caderas, mientras su miembro era aprisionado por la mágica mano de Tony.
Los movimientos de su cadera se estaban haciendo erráticos, señal inequívoca de que estaba a punto de venirse, entonces, Steve levantó su rostro para observar la expresión lujuriosa de Tony a punto de venirse, tenía los ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas, un pequeño hilo de saliva corría por una de las comisuras de su boca, abrió sus ojos en el momento justo cuando su cuerpo expulsaba su caliente semilla, provocando el mismo efecto en Steve, quien lo besó con lujuria mientras movía sus caderas una par de veces más, manchándolo con su esencia, marcándolo como suyo.
Sin poder evitarlo y debido al cansancio del día, Tony se quedó dormido con una hermosa sonrisa en sus labios, Steve se sacó la camiseta y como pudo los limpio a ambos,  luego tomó a Tony en brazos y lo llevó a su habitación luego de haber arreglado sus ropas, una vez arropado en la cama, le dio un casto beso en los labios.
—Pronto serás mío, pequeño.
Se retiró de allí con una sonrisa de satisfacción, deseando tener a Tony ente sus brazos.
                       [•••]
Tony miraba su reloj con cierta impaciencia. Desde que había tenido aquel encuentro con Steve el hombre no dejaba de besarlo y/o acariciarlo cada vez que podía, siempre y cuando estuvieran solos, claro está.
No habían podido tener otro encuentro así ya que sus distintas ocupaciones los habían mantenido ocupados, pero, esta noche, ambos estaban libres. En el fondo, Tony se sentía culpable por el pobre chico con el que Steve estuviera saliendo, ya que le estaba pintando el cuerno con él, pero, entonces recordaba que aquello lo estaba haciendo para instruir a Steve en el arte amatoria de los hombres y se le pasaba, al fin y al cabo, aquel muchacho disfrutaría de lo que tuviera que ofrecerle Steve gracias a él.
—Hola, Tony—Steve llegó a su penthouse y lo besó con pasión.
—Hola, Steve—Tony sonrió y se alejó un poco, no queriendo descifrar los latidos de su desbocado corazón—¿Estas listo para hoy?
—Por supuesto, estoy muy ansioso.
—Bien, hay algo que quería preguntarte.
—Suéltalo.
—Tu chico, ¿es varón o doncel?—Steve pareció sopesarlo por un momento.
—No lo sé, no es como si en la primera cita sacaremos a colación ese tipo de temas—Se mostró un poco incómodo.
—Supongo que tienes razón, veras, si tu chico es un varón, tendrás que usar lubricante y prepararlo para el monstruo que tienes por pene...
—¿Crees que es monstruosamente grande?— preguntó pícaro Steve.
Tony solo rodó los ojos y siguió como si no lo hubiera cortado.
—En cambio los donceles, tienen una lubricación natural y se expanden de acuerdo al tamaño de su amante, como una vagina, pero, obviamente tiene que estar muy excitado para que eso pase.
—¿Tu que eres?
—Para suerte tuya, yo soy un doncel, por lo que no necesitaremos lubricante esta noche.
—¡¿Esta noche?!, eso quiere decir...que tu...y yo...—comenzó a tartamudear Steve.
—Si, claro, siempre y cuando tu quieras, sino...
—Si quiero—contestó de inmediato Steve—no quiero cometer errores.
—Bien, ya conoces los juegos previos, entonces...
Tony no logró terminar su idea, ya que Steve le estaba comiendo la boca de forma sensual, mientras sus manos ansiosas acariciaban su cuerpo con avaricia. Ambos se fueron desnudado poco a poco, una vez desnudos, como todo un caballero, Steve lo levantó en sus brazos para dirigirse a la cama; allí, el capitán acarició su cuerpo desnudo con lujuria y avaricia, besando, lamiendo, succionando y marcando cada parte de su piel canela.
Tony no quería pensar en lo que su corazón estaba sintiendo al notar las manos de aquel hombre puro e inocente, el cual le estaba regalando su primera vez. No quería pensar en el dolor que estaba sintiendo por no haberse entregado a él en su primera vez, pero, al menos, lo instruiría adecuadamente para aquel que gozaría de ser su pareja oficial.
—Hay condones...de...debajo de la almohada...—Se quejó Tony cuando Steve lamió su ombligo.
—Esta bien—Steve se lo puso con una velocidad que hubiera extrañado a Tony si no fuera porque justo en ese momento tenía uno de sus dedos dentro de él.
—Tienes que entrar despacio y esperar a que se acostumbre a tu monstruoso pene...
Steve se introdujo lentamente en él, centímetro a centímetro, el cuerpo de Tony se encorvó por el placer que aquel pedazo de carne dura como el hierro le estaba provocando.
Cuando Steve comenzó a moverse, Tony perdió toda cordura y comenzó a disfrutar  las caricias, los besos y los movimientos de caderas de aquel hombre tan puro lo dejaban sin aliento.
Sus piernas fueron elevadas hasta su pecho, supuso que en algún momento se lo había sugerido a Steve para ayudarlo a tener mayor acceso a su cuerpo, haciéndolo delirar de placer cuando el rubio se dobló para besarlo.
De improviso el orgasmo lo golpeó con fuerza, haciéndole ver estrellas detrás de sus párpados cerrados. Su entrada se contrajo de tal manera que catapultó a Steve al abismo del orgasmo más bestia que alguna vez haya tenido, gimiendo contra su cuello, adorando su piel canela perlada por el sudor.
—Con esto, termina tu lección—Susurró Tony con un nudo en la garganta.
—No, aún hay algo que me gustaría que me enseñaras—Tony lo miró expectante —sexo oral.
Tony sonrió encantado, por lo menos, tendría a Steve por un rato más.
                         [•••]
—¿Y bien, lo lograste?—preguntó Bucky con curiosidad.
—Si y fue increíble, es todo lo que esperé y más.
—Pues te felicito, suertudo, no siempre se tiene el privilegio de engañar a un Stark.
—Cayó redondo Bucky, en verdad pensaba que yo era virgen, se veía tan lindo diciéndome lo que le tenía que hacer a su cuerpo—sonrió Steve de oreja a oreja.
—No puedo creer que haya caído en ese cuento, si tu eres virgen, entonces yo soy el Santo Padre—rio con ganas Bucky.
—Pues créalo, Santo Padre, aún en esta época mi técnica funcionó y nada más y nada menos que con el play boy del siglo.
—Okey, supongo que ya terminaste con todo esto, y haces bien, no es bueno jugar con alguien como Tony.
—¿Quien dice que estoy jugando?—Steve se extrañó de que Bucky no lo hubiera leído mejor—y te equivocas, aun no he acabado con Tony, ya tengo un par de excusas para meterme en su cama otra vez.
"Capitán Rogers, Sargento Barnes, el señor Stark y el resto del equipo los espera en el campo de tiro" Les anunció Viernes.
—Gracias, ya vamos.
Ambos hombres se encaminaron hacia el campo, encontrando allí a sus compañeros probando sus nuevas armas.
Steve le hecho un vistazo a Tony, quien estaba ayudando a Natasha con una de sus armas.  Se encontraba vestido con uno de sus trajes de negocios que solía usar, pero había dejado el saco por algún lado, la corbata estaba floja en su pecho, tres botones abiertos de su camisa dejaban ver parte de su piel tostada, aquella que lo había vuelto loco de deseo y parado de perfil como estaba, podía ver como el pantalón marcaba sus perfectas, torneadas y duras nalgas.
El atuendo se completaba con un chaleco de seda de color negro, en pocas palabras, el castaño estaba demasiado sexy para su propio bien, Steve ya estaba pensando en las mil maneras en las que lo tendría en su cama esa misma noche. Quizá esa misma noche podría decirle cierto sentimiento que había crecido en él gracias a su persona.
—Buenos días chicos, hola, Tony —Saludó, todos le respondieron animadamente, menos Tony y Natasha, quien le lanzó una mirada de desprecio que a cualquiera hubiera hecho temblar.
Extrañado, se acercó a una mesa en donde se encontraba su escudo y lo tomó.
—¿Le hiciste alguna modificación?—preguntó, intentando aligerar la angustia que crecía en su pecho al sentir a Tony tan distante por primera vez desde que habían estado compartiendo caricias.
—Si, por ahí escuché que cierta gente había empezado a emplear balas mata policías, así que recubrí tu escudo con  una capa más de vibranium.
—¿Crees que funcione?, esas balas son peli...
Steve no completó su frase, ya que tuvo que cubrirse con su escudo para protegerse de la lluvia de balas que caía sobre él, cortesía de Tony Stark.
—Parece que sí funcionan—Tony se encogió de hombros, dejó el arma en manos de Natasha y salió de la estancia.
Steve dejó su escudo y salió corriendo detrás de él, aquella escena le produjo un dejavú, por lo que supo que estaba en problemas.
—Tony, espera —en cuanto lo alcanzó, lo tomó del brazo y lo hizo girar, la expresión herida de su rostro lo dejó en shock—¿Que pasa?
Steve quería tocarlo, por Dios que si, pero el castaño se alejó.
—Pasa que eres un mentiroso, eso pasa.
—Tony, no entiendo...
—Te escuche hablando con tu amigo, escuché sobre tu magistral táctica para hacerme caer en tu cama—Tony temblaba de rabia mientras Steve lo único que quería era abrazarlo—Eres un hijo de puta, al igual que todos los que quieren algo de mi, pero tu eres el rey de todos ellos y yo soy el más estúpido por haber caído en tu juego como un estúpido adolescente.
—No, Tony, no digas eso, tu en realidad me...
—Ahora que obtuviste lo que quisiste de mi, ¿Que ibas a hacer? ¿Lo ibas a comentar con medio mundo como un cobarde? ¿Ibas a vender tu historia de cómo cayó el play boy en tus redes como un estúpido niño? ¿Esperabas obtener dinero a cambio?
—¡Tony, no!, por favor, mi amor, escúchame...
—Claro, lo hiciste por dinero, ya que con tu miserable sueldo de soldado no te alcanza ni para un caramelo.
Ambos estaban tan ofuscados que no se dieron cuenta de cómo lo había nombrado Steve, Tony no lo había procesado, pero Steve pensaría en ello más tarde.
—Tony, por Dios...
—No metas a Dios en esto, me enfermas Rogers, pero, lo que más me enferma es que si tu me hubieras pedido que me acostara contigo, lo habría hecho sin pensarlo dos veces porque creía que eres honorable, no había necesidad de meterme en tu sucio juego de bar. ¿Y ahora que?, ¿Ya que me tuviste pasaré a manos de tu amigo James? ¿Esa es la siguiente jugada?, bueno, al menos lo voy a gozar más ya que soy consciente de su juego...
Steve se enfureció, tener la imagen de Tony en los brazos de otro lo enardecía de furia. Sin pensarlo, lo tomó del cabello y aplastó sus labios con los suyos en un beso salvaje, su mano libre viajó directamente a su torneado trasero, el cual apretó con fuerza.
—Tu. eres. mío. ¿Entiendes?, si te veo con otro, te juro que será su fin, no me retes Stark.
Tony tembló ligeramente ante la amenaza, no mentiría, aquella demostración lo había excitado, pero así como vino aquel sentimiento, se fue. Se soltó de Steve y le dio un puñetazo en la mandíbula.
—Tuyo, solo esto—le mostró el dedo medio y se fue de allí.
                        [•••]
Había pasado un mes desde que había visto a Tony después de aquel incidente, lo había echado de menos todos y cada uno de esos días. Tarde se había dado cuenta de que había empezado ese juego porque en verdad le gustaba y quería estar con él. Tarde se había dado cuenta que lo amaba, más que a todo, más que a nada.
Todos sus juegos anteriores, todas sus conquistas no valían nada al lado de Tony, incluso el amor que sentía por Peggy palidecía contra el amor que siente por él. Por muchos años pensó que ella era el amor de su vida, hasta que lo conoció a él y su mundo solo giró a su alrededor, solo respiraba y vivía por él.
Y ahora, lo había perdido.
—Hombre, ¿Que haces aquí?—le preguntó James sentándose a su lado.
—Estoy enamorado de un hombre que no quiere saber nada de mi y no puedo culpable porque fui yo quien le hice daño, así que vengo a ahogar mi pena en alcohol.
—Si recuerdas que no podemos emborracharnos, ¿verdad?
—Lo recuerdo, pero, es esto o lanzarme de un puente por idiota.
—El puente sería más efectivo—rio James—Tony volvió hace dos días a la torre.
—¿En serio?
—Si
—¿Y no fue a verme? —se entristeció aún más Steve.
—Amigo, está herido, dale tiempo a que sane un poco.
—Le hice daño, Buck, jamás va a perdóname y en serio sé queme lo merezco, pero, yo lo amo, me estoy muriendo sin él—soltó de pronto muy serio, mirando su décimo vaso de ron.
—No seas dramático, Steve, nadie se a muerto de amor—Bucky rodó los ojos ante el dramatismo, en realidad, conocía de un par que habían muerto de amor, pero no se lo recordaría en este momento a su depresivo amigo—Quizá no te perdone ahora, pero lo hará en su momento, ese hombre te ama como no tienes idea y puedo entender el por qué.
—Tony me odia, no tengo dudas de eso, él me desprecia, él me aborrece y yo me merezco todo eso, me merezco sufrir mi amor por él.—tan sumergido en su miseria estaba que se había perdido de lo último que había dicho su amigo.
—De hecho, te mereces el infierno por haberme engañado, pero, ¿quien no ha hecho alguna tontería así cuando le gusta alguien?.
Steve giró su rostro tan rápido que su cuello crujió.
Tony se encontraba a su otro lado en modo camuflaje apoyado sobre la barra, con zapatillas y pantalones de deporte, unos lentes oscuro cubrían sus bellos ojos y una capucha cubría sus cabellos castaños. Su sonrisa discreta y franca era lo único visible, eso y su perfecta nariz y barba.
—Tony...
—Vamos, te invito a cenar, hablaremos lo que quieras durante la misma y con suerte, tendremos un poco de sexo de reconciliación, aunque creo que eso se aplica a las parejas oficiales y tu y yo no somos eso, bueno, siempre podemos cambiar esa situación—Tony le guiñó un ojo y Steve estuvo perdido.
Se levantó de su asiento tomando la mano del amor de su vida.
James sonrió por la tierna escena y el beso de ambos que vino después. Hablar con Tony había sido casi imposible, por suerte lo había logrado, ahora todo era cuestión de tiempo para que esos dos arreglaran sus problemas y sean asquerosamente felices.
Al final, el plan de enseñar a Steve a dejar de ser virgen, terminó enseñándole a no poder vivir sin Tony y desde un punto de vista romántico, eso, era bonito.

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