Capítulo Veinte

444 27 8
                                    

La ira corría en mis venas de manera errática. Me sentía hirviendo cuando Aspen Leger y Gerald me arrastraron hasta el campamento. Ellos murmuraban sin parar, y yo sólo podía concentrarme en lo que me acababa de enterar: soy padre.

Tengo dos hijos gemelos a los que no pude ver crecer en sus primeros meses. Ellos no conocen mi olor o mis manos, y América está secuestrada en manos de mi propia esposa.

Creí que cuando llegara el momento en que descifraríamos la carta de Kriss a su amante y rescataríamos a América yo estaría tranquilo, pero esto pudo cambiarlo todo; no conocía los instintos que despertaron en mí cuando vi a ese niño en brazos de mi amada. Podía convertirme en un animal furioso si tuviera Kriss enfrente mío.

Cuando llegamos al campamento Aspen soltó mis hombros y Gerald se puso frente a mí:

― Escúchame, Maxon ― el dijo con voz gutural ― Sé que todo lo que escuchaste ha sido increíble y que quieres sólo traer a Amércia hasta aquí, pero ahora ella no está sola.

Gerald le dirige una mirada a Aspen, quien tiene una expresión muerta en el rostro.

― Hay que proteger a sus hijos, majestad ― el murmura.

― Mis hijos... ― me río ― Aspen ¿Tu sabías que América estaba embarazada antes de ser secuestrada?

De pronto toda mi ira se enfoca en él, en su maldito silencio durante todo este tiempo. Él hablaba con América todo el tiempo, ella lo quería cómo a un gran amigo...

― Ella no me lo confirmó, sólo sospechaba que-

Y mi puño se estampo en su rostro, y no esperé que él se levantara para subirme sobre él y seguirlo golpeando. Sentí cómo Gerald me tomaba de los hombros, pero mi fuerza parecía no tener límites en ese momento.

Leger no se movía, estaba recibiendo todo sin ni siquiera parpadear o abrir los ojos.

― ¡Me dejaste ignorar casi dos años la existencia de mis hijos! ― bramé

― ¡El que supieras que ella estaba embarazada no cambiaría las cosas, Maxon! ― Gerald gritó detrás de mí.

Las lágrimas caían de mi rostro hasta el ensangrentado Aspen Leger. Me detuve sólo para conseguir soltar un sollozo atorado en el pecho, me puse de pie y lo señalé.

― Tú, maldito idiota... ¿Pensaste todo este tiempo cómo serían los hijos de América? ¿Soñaste con ellos? ¿Pensaste en América con el vientre abultado y los pechos hinchados? ― escupí con amargura.

Leger seguía inmóvil.

― No lo hice, Maxon ― el musitó, con la boca llena de un líquido escarlata.

― El problema es que yo no lo hice tampoco... ― exclamé aturdido ― ¡Tenía derecho a saberlo!

― Esto es sólo una manera estúpida de descargarte luego de tanto tiempo. Pero la vamos a rescatar, en cuanto estemos seguros de que los bebés están con ella, o sepamos en donde está acampando el enemigo... ― Gerald dice.

― ¿No lo entiendes? ¡Yo no puedo esperar más!

Hipé, grité y solté desgarradores sonidos que brotaron desde mi garganta. Gerald se puso enfrente mío y me sostuvo antes de que cayera al suelo, hecho un ovillo.

― Estás diciendo estupideces, Maxon ― el murmuró para mí ― Por favor, contrólate.

Y entonces me erguí, y caminé hacia mi tienda. Necesitaba un espacio para poder soltar todo el dolor que sentía en mí.

Sin (A Kiera Cass Novel FanFiction) #WWADonde viven las historias. Descúbrelo ahora