Un haz de luz penetraba mi ser, en ese instante me sentía desnudo, pero no lo estaba. Es más, sentí que volvía a nacer. Cuando me levanté no lograba distinguir la fantasía de la realidad. Estaba todo blanco, como las alas de un ángel. Pero de un momento a otro todo tenía color, estaba en una estación de tren. ¿Estaba soñando? Sentí mi mente vacía.
Intentando sustentar la situación, la estación de tren se iba llenando poco a poco, fue justo ahí cuando vi a un hombre parado en frente de mí. Lucía una gabardina marrón, un extravagante sombrero de gala, y unos zapatos marrones y, aunque lo intentase, no les podía dejar de ver de reojo, brillaban como un diamante pulido.
-Señor Daniel Gelabert, es un gusto estar ante su excelentísima presencia -proclamó aquel misterioso de gabardina marrón- debe estar usted muy confundido, no se preocupe, seré su guía este tiempo, mí nombre es Gerald García.
-Puedo preguntarle ¿Qué hago aquí? -le pregunté, ligeramente sorprendido.
-Usted se encuentra en un parálisis Peregrino.
-¿Disculpe?, no le he entendido bien.
-El parálisis peregrino le sucede a las personas en situaciones criticas, ya sea por su salud, dónde se encuentra en la realidad, o por alguna razón que implica a la muerte tocándole la puerta. Este parálisis le sucede a los seres puros de alma. Existen dos casos cada cien millones de personas. Les sucede una vez en la vida, parece que ha llegado su momento.
Me encontraba atónito, procesando toda la información que Gerald García me argumentaba.
Luego de unos segundos de silencio ruidoso, un tren llegó a la estación.
-Parece que es nuestro tren, acompáñeme, por favor. Dentro le explicaré bien su situación. En las puertas del tren indicaba el número 13. La estación estaba poblada de personas, o por lo menos, eso es lo que veía.
Curiosamente subimos el señor Gerald García y yo, únicamente.
Después de todo, siempre existe una explicación para esto.
Nos ubicamos en la parte trasera del tren, en las ventanas lucía un paisaje natural, era lo más hermoso que había visto en mi vida.
El tren se puso en marcha, notoriamente estábamos yendo hacia adelante, pero luego de unos segundos, no lo supe distinguir.
-Yo soy su ángel peregrino, pero se nos conoce más por ángel de la guarda, aunque eso no sea del todo cierto -dijo Gerald mientras se quitaba la gabardina y el sombrero.
-Puede que esto le haya tomado por sorpresa -continuó- pero tengo que explicárselo. Los ángeles peregrinos viven, si así se le puede llamar, por un propósito, este es preparar y concientizar a nuestros amos, para que afronten el momento mas critico y definitivo de sus vidas, el antes y el después. En este caso, usted es mi amo. Desafortunadamente no le puedo revelar el día a día de
los ángeles peregrinos, ya que no está permitido, pero le voy a contar otras cosas. ¿Sabe usted porqué esta aquí, en este tren?
-Cuando era pequeño, mí padre me llevaba en tren hasta mí escuela, todos los días, y en esas horas, pasé los mejores momentos de mí infancia. Él siempre estaba cansado, pero cuando estaba conmigo intentaba no hacerle presencia a tal cansancio. Lamentablemente, mí padre falleció cuándo yo tenía siete años, pero supongo, que eso usted ya lo sabe.
-Sin duda -me dijo asintiendo- es por esa razón que está en este tren. Este es el tren que utilizaba usted y su padre, que en paz descanse.
Se me llenaron los ojos de lágrimas, estaba apunto de llorar pero mi conciencia me lo impedía. Gerald García me dio un pañuelo. Lo agarré, agradecido.
-¿Hacia dónde nos dirigimos, Gerald? -le pregunté intrigado.
-Nos dirigimos hacia la realidad, hacia su situación critica, cuando atravesemos el túnel, será nuestro adiós eterno. Ya está usted preparado, Daniel.
Lo miré a los ojos, y lo abrazé.
-Fue un gusto, Daniel.
-El gusto fue mio.
Mientras lo seguía abrazando, llegamos al túnel, "es hora de despertar, Daniel" escuché mientras Gerald se desvanecía.
Me levanté de un salto, estaba en el Liceo nuevamente, todos me estaban mirando. Atónitos.
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Asesinato en el Liceo
Mystery / ThrillerAmbientado en el 2007. Un grupo de chicos están atrapados en su Liceo. Sin saber cómo llegaron ahí. Al fondo del pasillo yacía una figura, capaz de matar, pero en ese momento ellos no lo sabían. El enigma va tras ellos, pero, ¿qué harán para impedir...