—Christopher, ¿qué pasa aquí? —pregunta.
—Creo que es obvio, querida —le respondo imitando el tono de la vez que se portó extrañamente amable. Chris me mira como diciéndome que no aprueba mi comentario, no me importa. Ella nunca me ha caído bien, y creo que no lo hará jamás.
—Ahora entiendo de dónde te inspiraste para hacer el cuento —me dice.
—Pues sí —contesto.
—¿Y cómo quedo yo en todo ésto? —Alice le pregunta a Chris.
—Yo pensé lo mismo cuando me enteré que se había acostado contigo —le respondí—. Y lo peor es que me enteré justo después de acostarme con él por primera vez.
—¡Cállense las dos! —grita Chris.
—Perdón, pero que yo sepa, aquí el menos afectado eres tú —exclamo—. Alice, querida, no debes preocuparte. Él y yo no tenemos nada. Ese beso fue como una despedida. Te lo regalo —hablo refiriéndome a ella.
—¿Y por qué debería creerte?
—Ni sé, ni me importa si me crees. Me da igual lo que pienses. Es más, me voy y los dejo para que resuelvan su asunto. Adiós.
—Sandra.. —dijo Chris.
—Dije que adiós —respondí. Me largué de allí. Necesitaba ir rápido a mi habitación, las lágrimas amenazaban con salir y no quería llorar en medio de eso. Me obligué a dormir para dejar de sentirme mal.Alice caminó hacia la puerta, quería irse, Chris la detuvo.
—Alice, espera.
—No tengo por qué estar aquí —Se volteó a mirarlo—. ¿Por qué con una alumna?
—No es una alumna normal —contestó.
—¿A qué estás jugando? ¿Por qué con las dos al mismo tiempo? —preguntó ella.
—Alice, ese fue el último beso, créeme por favor.
—Eso no cambia lo que dijo ella, te acostaste con las dos.
—Alice, vamos a olvidarnos de todo eso, ¿sí?
—No lo sé. —Chris le tomó la mano, la abrazó y lentamente la besó. Ella cayó en sus redes.* * *
Desperté con dolor en todo el cuerpo, o tal vez lo que me dolía era el alma, no lo sé.
Salí a desayunar, cuando terminé me fui de la cafetería. Caminaba por los pasillos cuando me tropecé con el director.
—Srta. Fallon, tenga más cuidado —dijo—. Oh, casi lo olvido, sus padres llamaron, dicen que van a venir hoy a verla.
—Está bien, gracias por la información. —Desapareció de mi vista. Seguí caminando hasta llegar a mi habitación. Solo habían pasado unos minutos cuando tocaron la puerta, fui a abrir, ya sabía que eran mis padres.—¡Hola, hija!
—Hola mamá, hola papá. —Le di un beso en la mejilla a cada uno. Tomaron asiento. Después de un rato de conversación, les pregunté si me iban a llevar a casa.
—No, hija. Hoy y mañana vamos a estar muy ocupados —dijo mamá.
—¿Entonces me voy a quedar en el Internado? —pregunté.
—No. Te vas a quedar todo el fin de semana con tu tía Myra.
—Hace tiempo que no la visitas —añadió mamá.
—Sí, y vas a tener de vuelta tu celular. —Me sorprendí abrazando a mi padre, supongo que por la emoción del momento. Inmediatamente regresé a la posición anterior—. Pero es solo para que te comuniques con nosotros y podamos estar tranquilos sabiendo que estás bien.
—Claro, y se aseguran que no estoy haciendo ninguna travesura como cuando me escapé de casa —dije finalmente.Así que sin más remedio, tuve que obedecer y ahora voy a pasar todo el fin de semana con una señora de lo más fastidiosa, de esas que llaman "pellizca-cachetes".
Llegué a la casa de la tía Myra, es la típica casa de la tía solterona. Con todo y gatos, por supuesto. No podría decir cuántos gatos tiene, son demasiados. Y todos tienen nombres de personas.
La tía Myra tiene una colección de sombreros, en este momento lleva uno puesto. Ella es una mujer muy buena, lo malo está en que es algo mayor y a veces es un poco fastidiosa.
—Hice limonada, querida. Oh, y horneé galletas, espero que te gusten. Tenía la idea de que pasáramos la tarde viendo el álbum familiar, ¿estás de acuerdo, Alexandra..? —preguntó amablemente Tía Myra.
—Sandra —corregí.
—¿Eh? —preguntó sin entender.
—Que mi nombre es Sandra —expliqué.
—Oh, disculpa mi error, linda. Creo que ya no soy tan joven, ya no recuerdo tan bien los nombres como antes. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que te vi, eras solo una pequeña...EN ALGUNA PARTE DEL MUNDO
Mientras Sandie se aburría comiendo galletitas y viendo el álbum familiar con tía Myra, ciertas personas de no muy buenas intenciones planeaban otra de sus fechorías.
—Estoy tan harta de todo esto —se quejó la chica de los ojos claros—. Agotada —añadió.
—Querida, realmente das asco —opinó la de los anteojos sin que nadie se lo pidiera. El chico que estaba con ellas la miró de reojo.
—¿Por qué tienes que ser tan desagradable? Por eso nadie te soporta —le dijo a la de anteojos—. Aunque es cierto que estoy un poco preocupado por ti, últimamente estás algo diferente. —Volteó a ver a la chica de ojos claros.
—Creo que solo quiero acabar con todo esto —explicó, tratando de convencer a los otros de que ese era realmente el motivo de su cambio.
—Hablando de otro tema, deberíamos hacer algo está semana que de verdad sea un golpe difícil de superar —propuso la pelirroja de anteojos.
—Estoy de acuerdo, esta vez tiene que ser algo de lo que no se recuperen tan fácilmente.DE NUEVO EN CASA DE LA TÍA MYRA
Sandie estuvo toda la tarde con mucho sueño. Esa tía suya era lo más aburrida que podía ser. Hasta se durmió temprano, luego de 'tomar la leche caliente' que le ofreció amablemente su tía.
—Pff, como si fuera una niñita —se quejó Sandie entredientes.
* * *
La luz entró por la ventana y eso me despertó. Pensé que la había cerrado anoche antes de ir a dormir —pensé—. Pudo haber sido la tía Myra. ¡Qué tía me tocó!
Revisé el celular, tenía varias llamadas perdidas; una de Hayley, un par de Brit y ¿15 llamadas perdidas de Jeremy? Inmediatamente lo llamé, estaba algo preocupada.
—Jeremy, ¿sucede algo?
—Hola, linda. No, está todo bien. ¿Por qué la pregunta?
—Es que tengo varias llamadas tuyas. Y son muchas, pensé...
—Jajaja —rió detrás del teléfono—. Es que no sabía dónde habías pasado la noche, si estarías en el Internado.
—Entonces estabas preocupado por mi.
—Es correcto.
—Y la que terminó preocupada fui yo.
—Te prometo que te lo compensaré.
—¿Ah sí?
—Sí. Si me lo permites, quiero invitarte está noche. —Hubo una pausa, aunque muy breve. Jeremy miró su reloj y se detuvo a pensar en algo que no supe hasta el final de esta historia—. Sí, esta noche, pero debe ser temprano porque debo ayudar a mi padre con unas cosas. ¿Qué te parece si vamos al parque y ahí vemos luego?
—Sí, si. Me parece perfecto. Aunque no puedo salir, pero ya me las ingeniaré.
—De acuerdo, nos vemos.REUNIÓN DE LOS ANTISOCIALES
—Pensé que no iban a venir —se quejó el chico en cuanto las otras dos llegaban con cierta rapidez—. Tenían que ser mujeres. No sé qué hacen para tardarse un siglo.
—Alaraco —le dijo la chica de los ojos claros. La otra sólo observó, a veces era demasiado tímida, ese era su mal.
—¿Y qué se supone que significa eso? —preguntó el chico.
—Que te quejas mucho. Vives quejándote de todo —explicó la que había dicho la palabra—. Pareces un anciano. No me imagino cómo vas a ser cuando seas uno.
—Ya, chicos. Dejemos la charla mejor. Vamos a lo nuestro —intervino la de los anteojos.Estuvieron todo el rato pensando. Ya habían hecho mucho daño, pero mucho no era suficiente. No lo era para ellos, que disfrutaban infringir daño y era mucho mejor si iba dirigido a esas personas que consideraban detestables.
De pronto se les ocurrió una idea, aunque no estaba muy bien formada, pero era una idea, al parecer la única. Y en estos casos, las ideas no se menosprecian.
Para realizar su fechoría debían ir al sitio dónde se encontraba la fuente de información, al parecer el Internado era el aliado perfecto contra las incrédulas a las que deseaban atacar. Pero no ahora, en algún otro momento. Todos estaban ocupados, tenían algo que hacer. Así que quedaron de acuerdo en que sería al anochecer. Y saldría mejor, era la hora perfecta. No había nadie, ni iban a tener ningún testigo. ¿O sí?
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Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminada
Chick-LitSoy una chica que podrías llamar rara, y no por ser la chica nerd, todo lo contrario. Soy rara porque soy una mezcla de todo: soy la más popular del internado y soy la novia del chico más popular con el que todas quisieran salir. Lo raro de mi es qu...