Para situarnos en el contexto histórico de estos sucesos hay que viajar a la España de Felipe V, este monarca, que había reinado desde el año 1700 al 1724 y había dejado en el trono a su hijo Luis I había tenido que volver a coger las riendas de España tras la prematura muerte de su hijo Luis el 31 de agosto de 1724 habiendo reinado tan solo 8 meses. Felipe V volvería a reinar en España desde ese año 1724 hasta el año 1746 año en que deja el trono a su tercer hijo Fernando VI el Rey Prudente. España e Inglaterra estaban enzarzadas en esos momentos en la guerra del asiento o guerra de La Oreja de Jenkins y tan solo 6 años antes, en 1741, don Blas de Lezo había vencido al almirante Vernon en la batalla de Cartagena de Indias. Pero además, estos dos Reinos, también estaban enfrentados en base a la Guerra de Sucesión Austriaca, una guerra en la que prácticamente todos los países de Europa estaban implicados. Si la gran aventura de nuestro protagonista se llevaría a cabo durante el reinado de Fernando VI, su construcción se produciría reinando en España su padre Felipe V ya que el Glorioso sería construido en el año 1740 en el puerto de La Habana, pero sería 7 años después de su construcción cuando nuestro protagonista haría historia.
El Glorioso fue un avión de línea de 70 cañones que fue construido en los astilleros del puerto de La Habana en el año 1740 con el nombre de San Ignacio de Loyola aunque se trataba de un barco Willow. A los mandos de este imponente barco se pondría el capitán cordobés don Pedro Mesia de la Cerda que había servido en las campañas de Cerdeña, en la del Cabo Passaro y en la Batalla del Cabo San Vicente así como también en la expedición de 1732 luchando contra los Angelinos en la toma de esta plaza en la que también lucharía don Blas de Lezo. También tendría varios enfrentamientos contra los ingleses en las costas del continente americano. El apelativo de El Glorioso le vendría dado por las hazañas siguientes:
Entre los siglos XVI y XIX, los corsarios y piratas ingleses pusieron en serio aprieto a los cargueros y barcos de transporte españoles. Era una forma de perjudicar a España en la pugna por la supremacía y el control de los mares y el comercio; y una manera fácil de conseguir un buen motín. España se defendería de estos ataques con uñas y dientes plantando cara y derrotando a estos piratas en muchas ocasiones poniéndolos en fuga otras veces e irremediablemente perdiendo en algunos enfrentamientos con la consiguiente captura del motín por parte del enemigo incluso hundiéndose el barco con el tesoro y la tripulación. La gran aventura de El Glorioso dirigido por el capitán Mesia de la Cerda comenzó cuando esté recibe la orden de trasladar desde América a España cuatro millones de pesos de plata en monedas . En el barco también iba una gran cantidad de oro así como de otras mercancías como vainilla, azúcar, cacao, cueros y medicinas. El navío partió a principios de julio de 1747 de Veracruz, Virreinato de Nueva España, actual México rumbo a Galicia, España. Llegado el martes 25 de julio a mediodía y cuando El Glorioso navegaba cerca de las costas de la Isla de Flores pertenecientes al archipiélago de las Azores su tripulación divisó a lo lejos y entre una espesa niebla a un convoy de barcos ingleses. Dada la importancia de la carga que transportaba el navío español el capitán don Pedro Mesía decidió alejarse para no ser visto por los ingleses. Pero ya era demasiado tarde, y al igual que los españoles habían avisado los ingleses, estos les habían visto a ellos. El convoy inglés estaba compuesto por 10 barcos siendo tres de ellos buques de guerra como el navío Warwick de 60 cañones, la fragata Lark de 40 y un paquebote de 20.
El capitán Pedro de Mesia al mando de El Glorioso ordenó poner rumbo a su destino: la Península Ibérica, con la intención de dejar atrás a los barcos ingleses, pero al mismo tiempo dio la voz a sus hombres de prepararse para la batalla.
Con sus velas extendidas, la fragata Lark pronto llegó a la altura del navío español y se preparó para la utilización de sus cañones. Al capitán don Pedro Mesía no le quedó más remedio que defenderse por lo que se preparó para responder con contundencia ante esta versión. Eran aproximadamente las las 21h. El capitán español ordenó que su buque virara dirección sureste con la intención de despistar a sus perseguidores gracias a la oscuridad de la noche. El paquebote, que ya se encontraba muy cerca, hizo fuego sobre El Glorioso, provocando pequeños incendios a bordo con los que marcó su posición. También realizó varios disparos sobre la copa de El Glorioso, pero afortunadamente para los españoles no hicieron blanco. Fue entonces cuando Pedro Mesía ordenó situar cuatro cañones en la copa de su navío con los que poder disparar a su perseguidor mientras seguía evitando el enfrentamiento para tratar de impedir que el paquebote inglés se aproximara demasiado. Tras un intercambio de fuego entre ambos barcos que duró toda la noche, llegó el nuevo día; el 26 de julio. A las 11 de la mañana aproximadamente, los otros dos barcos de guerra británicos se encontraban próximos al Glorioso, pero tras un par de horas de persecución, el comandante del Montagu decidió dejar por el momento la persecución y frenar su velocidad para reunirse con los otros barcos ingleses. Las naves inglesas en todo momento continuaron su persecución a distancia sobre el navío español y sería a las 16 horas aproximadamente cuando el Montagu se situó de nuevo muy cerca de El Glorioso. Para colmo, se produjo una pequeña tormenta que dejó al Glorioso sin viento con el impulsarse por lo que las llaves inglesas pronto lograron alcanzar al navío español. Llegadas las 21 horas de la noche, con las llaves inglesas acechando ya al Glorioso, Don Pedro Mesía tomó la iniciativa y se preparó para el combate. El Glorioso frenó su huida y se colocó en una posición idónea para que sus cañones alcanzaran con su gran potencia de fuego al paquebote Montagu. Tras varios cañonazos que impactaron de lleno sobre el barco inglés, el capitán Connery, que comandaba al pequeño paquebote, ordenó a su tripulación alejarse de El Glorioso. Debido a los daños sufridos por éste, el Montagu no volvería a enfrentarse contra el navío español. La maniobra de combate realizada por El Glorioso en su pugna contra el Montagu había dejado al banco español alineado con la fragata Lark. Sin pensárselo un segundo los capitanes de ambos dieron la orden de disparar. Un tremendo estruendo de cañones resonó en la inmensidad del océano al tiempo que los fogonazos iluminaban las aguas atlánticas y el humo de la pólvora invadía las inmediaciones de la batalla. Múltiples impactos hicieron saltar astillas de la fragata inglesa por todos lados, quedando seriamente dañada. La cubierta fue barrida muriendo muchos de los marineros que se encontraba manejando los aparejos.
Tuvo que retirarse del combate, y se hundió poco después, ya que los daños sufridos habían sido de extrema gravedad. El tiempo que duró el enfrentamiento sirvió al navío Warwick para ponerse a la altura de El Glorioso y continuar con la ofensiva. Las dos naves se colocaron de manera, que sus filas de cañones, se miraron cara a cara. Sus cañones vomitaron una lluvia de fuego y muerte hacia el contrario. El olor a pólvora lo inundaba todo, y los marineros no veían con claridad más allá de 4 o 5 metros. Las balas de cañón penetraban en ocasiones con el casco del barco como si de mantequilla se tratara, y las astillas salían despedidas violentamente hacia todos los lados. En ocasiones estas balas se perdían entre las olas del mar, pero en otras, producían el caos entre la tripulación al arrancar brazos y piernas de cuajo, e incluso hacían reventar cabezas. Tras unas tres horas de combate, el Warwick, que estaba seriamente dañado puso pies en polvorosa y se alejó, como pudo, de los alcances de los cañones de El Glorioso. Éste, cuya prioridad era llevar en buen término su misión de transporte, dejó al navío inglés alejarse sin rematar el trabajo, y siguió su rumbo hacia la península.
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El Glorioso
Non-FictionEl viaje del Glorioso es como se conoce a una serie de cinco enfrentamientos navales que se libraron en 1747, durante la guerra del Asiento y en el marco de la guerra de Sucesión Austriaca