—Oh vamos, no me digas que tienes sueño... ¿tienes sueño? ¿estás cansado? —Solo observa, en su mirada veo un pedido urgente de ayuda, pide que me detenga. — Entonces, buenas noches —deslizo suavemente la hoja afilada de la cuchilla sobre la fina y sensible piel, el corte se va haciendo más profundo, sangre comienza a salir de la boca. Alejo un poco el arma y vuelvo a pasarla hasta que siento huesos y sé que voy a necesitar otra cosa para poder separar la cabeza del cuerpo; con la mirada busco algo que me sirva y como obra divina una hermosa y afilada sierra se encuentra en una esquina de esta habitación, voy en busca de esa herramienta y logro encenderla con un poco de esfuerzo mientras me acerco y separo por fin esa parte de mi rompecabezas humano.
Me alejo para poder observar como quedo todo, sangre cayendo por sus costados, hasta hay en mi ropa y rostro. En la silla no queda más que un torso deforme lleno de sangre, me voy hacia el montón de pedazos de cuerpo y los voy acomodando en un lugar en el que pueda observarse bien todo, y mientras armo esta parte del rompecabezas recuerdo que la mujer no va a tardar mucho en despertar. Le tuve que poner un poco más de aquel líquido que los termino desmayando, termino de acomodar los brazos de forma estratégicas para que parezca una especie de enredadera y me encamino hacia donde se encuentra la más vanidosa mujer que he conocido en mi miserable vida.
Me gustaría despertarla con una linda sorpresa así que sujeto de nuevo mi cuchillo y con una delicadeza y agilidad que aprendí con el paso de tiempo lo hago girar en mis manos para que la punta termine cayendo de lleno en uno de sus muslos, y como era de esperarse su grito repentino no se hace esperar, su garganta parece querer romperse al igual que sus cuerdas vocales.
—Oh, no cariño, no grites tan fuerte que despertaras a los vecinos y no quiero tener que matarte tan rápido —retiro el arma de su pierna tan lento para sentir como la carne se sigue cortando a su paso, es algo tan hermoso que me calma y causa placer al mismo tiempo. —Mira, tengo una sorpresa para ti, como no despertabas me adelante y mate a tu esposo, no creí que te importaría mucho, después de todo lo vivías engañando con esos doctores de salas especiales en el tiempo que estuve ahí —mira el juego de rompecabezas que yo personalmente arme con todo mi esfuerzo
>>Del cual permítanme alabarme, porque quedó genial<<.
—Pero, ¿cómo...? —Llanto y lágrimas es lo que se avecina ahora al mirar el cuerpo desmembrado y toda la sangre alrededor del mismo, sus lágrimas no son más que un simple teatro, sé que no lo siente de verdad.
—Ay, por favor, deja de fingir y muestra al menos un poco de respeto por ese miserable hombre que te aguanto sorprendentemente todos estos años —vuelco mis ojos mientras me paseo por el no tan reducido espacio, imaginando miles de forma para matarla.
Al instante su cara cambia tan rápido como si nada hubiera pasado y ya no hay lágrimas en sus ojos, su rostro se vuelve sorprendentemente serio, a eso yo le llamo ser una perra y de las buenas.
—¿Y bien? ¿me mataras? —Espeta con desinterés.
—Hacer que no te importa la muerte no lo hará menos doloroso, no quieras engañarme, por naturaleza los humanos le tememos al fin de la existencia misma —.
—Sé cómo funciona tu retorcida mente, a mí tampoco quieras engañarme, te trate durante mucho tiempo y conozco a más fallas como tú —eso hace que automáticamente mis recuerdos me golpeen como una fuerte ola, no debió decir eso.
Mi rostro se vuelve tan serio e irrompible como un tempano de hielo. La voz en mi cabeza me pide a gritos poder adueñarse de mi cuerpo y poder acabar con su vida, se supone que estos recuerdos ya estaban superados, pero es difícil cuando te dañaron tanto que ni siquiera el cerebro mismo pueda hacer su propio mecanismo de defensa y eliminarlos. Me aliento a guardar esos recuerdos en una caja y tirarlos en algún lugar de mi mente, esta perra merece que le arranque la piel de su cara por ser tan falsa y una zorra aprovechadora.
Quizás ella está igual o más rota que yo, no hay muchos niños que hayan sido fallas y logren convertirse en doctores, no es difícil deducir que quiso encontrar la solución para poder frenar esa locura, estando con tantos estúpidos, se olvidó de donde alguna vez vino y se dejó llevar por el poder que te otorga ver como la vida o el estado de salud de una persona depende únicamente de ti; también que mientras más experimentos salgan como se los ordenan hay un pastal de dinero como recompensa.
Ya no quiero seguir perdiendo el tiempo hablando, se de antemano que hay un botón de pánico en uno de los costados de la cama en la que estaban disfrutando dormir las basuras estas. Sé que dentro de unos minutos las autoridades llegaran y no tengo mucho tiempo, así que, sin más, me acerco hasta la doctora y empiezo a trazar una línea sangrienta en los costados de su cara; sus ojos son un claro ejemplo de arrepentimiento y miedo.
—Vamos a ver qué tan hermosa eres ahora que no tendrás piel en tu cara, no serás más un saco de huesos que se podrirá en las cuatro tablas de un cajón de madera —mi voz es un suave susurro.
Con cortes precisos extraigo la suave piel hasta que solo queda a la vista un rostro a carne viva, sangre por todo su cuerpo, sus gritos y gemidos de dolor no cesaron por un momento, pidiendo tan solo un poco de piedad, pidiendo alguna segunda oportunidad. Tengo la piel sangrante en mis manos, será una linda mascará para Halloween o tal vez la pondré en sus manos; creo que no he terminado a esto le falta un toque especial así que empiezo a repartir cortes a lo largo de sus brazos, corto la tela de sus pantalones y hago lo mismo en sus piernas hasta que consigo sacar la piel de casi todo su cuerpo. La sangre no se hace esperar ya que hasta ese entonces no hay más que un inmenso rio de sangre que llega hasta mis pies mezclándose con la sangre del hombre que asesine primero.
No saco la piel del todo ya que empiezo a escuchar sirenas a lo lejos, no tendré mucho tiempo de terminar esto, así que hago cada vez más profundo los cortes, sus gritos cada vez son más ensordecedores no los aguanto y poso mi mano en su boca que no es más que carne, sé que dentro minutos o segundo perderá el brillo de sus ojos. Atesto puñaladas en su estómago creando cada vez más que la sangre me salpique el rostro y mi ropa, una vez termino eso, en un lugar espacioso de la pared escribo con la sangre de mis víctimas:
EL CARNICERO DEL LABIAL.
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El Carnicero del Labial.
Mistério / Suspense¿Cómo diferenciar un sueño de la realidad? ¿Acaso se puede? Sólo los que estén preparados para afrontar la cruda verdad lograrán hacerlo, de lo contrario, se hundirian en diversas mentiras.