Capítulo 4

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Narra Camila:

Finalmente me estaba dirigiendo junto a Lauren hacia el lugar donde se encontraban mis amigos.
Ella no había soltado mi mano durante todo el camino, y a decir verdad, se sentía muy bien.
Su mano era suave y muy cálida, y parecía que estaba hecha a la medida de la mía.
Ya teniéndola más cerca, pude darme cuenta de el color verde de sus hermosos ojos, eso sin duda, hizo que me gustara mucho más de lo que ya lo hacía en ese momento.
Se dio cuenta de cómo la observaba, y sonrió, su bendita sonrisa, me tendría de rodillas en muy poco tiempo.
Era incomparable el brillo, era lo más hermoso que había visto en mi corta vida.

—¿Qué pasa Camila?—preguntó Lauren y su sonrisa fue aún más grande.
—Te ves hermosa cuando sonríes, no había visto nada igual—dije tímida.
—Espera, aclaremos las cosas—me detuvo en ese momento, y me acercó más a ella. Mi corazón se detuvo por un momento, no podía con tanta perfección frente a mí.
—Dime qué deseas saber.
—¿Qué intenciones tienes con esto?
—En primera conocerte—susurré.
—¿Y en segunda?
—No lo sé Lauren, necesito saber qué pasa realmente conmigo, si soy o no homosexual.
—¿Estás experimentando?—me miró fijamente a los ojos.
—No me lo tomes a mal.
—Escucha, te ayudaré a salir de tu duda. Ahora entiendo por qué quieres que vayamos a un lugar más solo, aquí todo el mundo te conoce.
—Gracias por acertar—sonreí.
—Eres muy hermosa Camila, muero por darte un beso. Desde el primer momento en que te vi, muero por hacerlo.

Me quedé sin aire al escuchar sus palabras, y lo único que pude hacer, fue acelerar el paso, para irnos lo más pronto posible.
Llegamos finalmente hasta donde estaban mis amigos, ellos me veían con asombro, pero la veían aún con más asombro a ella, sobre todo Brenda.

—Chicos ella es Lauren Jauregui—hablé finalmente.
—Vaya, es muy bonita. Tienes muy buen gusto—dijo Gibran.
—Nosotros somos; Brenda, Gibran y un servidor, Iker—dijo señalando a cada uno.
—Mucho gusto, ¿podemos irnos ahora? Tengo una conversación pendiente con su amiga.

Todos nos quedamos boquiabiertas, ahora era ella la que tenía prisa de salir de ahí, estábamos en el mismo estado, yo también moría por darle un beso.
Salimos lo más rápido que pudimos, los chicos quisieron darnos nuestro espacio, así que Brenda se fue en el asiento de copiloto con Iker.
Antes de llegar al apartamento hicimos una parada, en una tienda de 24 horas para comprar alcohol. Gibran y Brenda bajaron, Iker se estaba quedando dormido en su asiento, así que aproveché para acercarme un poco más a la hermosa chica que tenía a mi lado.

—¿Puedo abrazarte?—pregunté tímida, no sabía que lío de emociones se vendrían en cuanto ella cediera, o no.
—Hazlo—respondió con la respiración entrecortada, parecía que le había sorprendido mi petición.
Me acerqué a ella, y me recargué levemente en su pecho, me sentía a salvo en esos brazos, ella acariciaba mi espalda con cierto cariño, yo lo único que no quería, era que ese no momento terminara.
—¿Has besado a chicas antes?—me atreví a preguntar.
—No, pero me siento atraída de alguna manera por ellas. Por ti, por ejemplo.
—¿Quieres hacerlo ahora?
—Desde hace un buen rato en realidad.

Levanté mi mirada, hasta quedar frente a su rostro, tenía bastante tiempo que no besaba a una chica, tanto que se sentía como si fuera la primera vez en hacerlo.
Nuestras miradas se conectaron en ese momento, la suya estaba ansiosa, la mía era tímida, mis pensamientos eran incontables, estaba imaginando las miles de formas en que podría besar a esta chica.
Me atreví a dar el primer paso, lentamente me acerqué, hasta que nuestros labios se rozaron, y sentí que esto era lo único que necesitaba hacer el resto de mi vida. Eran suaves, cálidos, perfectos. Hice pequeños movimientos, tratando de conocerlos, de explorarlos al máximo nivel.
Era un beso inocente, sin nada de pasión de por medio hasta ese momento, pero poco a poco, la velocidad fue aumentando. Poco a poco nuestras bocas se iban conociendo, y convenciendo, de que estábamos haciendo lo correcto. Mordí ligeramente su labio inferior, y ella soltó un pequeño gemido, sonido que fue suficiente, para que me diera paso a acariciar sus brazos, su espalda, enredar mis manos en su nuca, y que ella se aferrara a mi cintura. Sabía que ya no podría parar, se sentía mejor que bien, mejor que nada en el mundo.
Todo estaba de maravilla, hasta que un flash de una cámara fotográfica golpeó nuestros rostros. Haciéndome detener de inmediato, me recargué en su pecho de nuevo, y miré a Iker con más rabia que nunca.
Él, en efecto, sostenía una cámara, y conservaba una hermosa sonrisa.

—¿Qué mierda te pasa?—pregunté molesta.
—Tranquila, quise guardar la primer foto del recuerdo entre ustedes, se ven maravillosas juntas.

Lauren sólo lo veía apenada, y con una pequeña sonrisa, yo me giré para verla mejor, le di un pequeño beso en los labios, y ella sonrió en automático.

—Todo está bien, Iker es inofensivo, aunque muy inoportuno.
—Está bien, pero que no lo vuelva a hacer—me devolvió el beso, y me sentí en el cielo por un instante otra vez.
—Probablemente no habríamos podido parar—susurré y ella de inmediato comenzó a reír.
—No creo poder parar en toda la noche querida.

En ese momento, los chicos entraron, y estábamos al fin listos para ir a casa.
Le lancé una mirada cómplice a Lauren, y volví a recargarme en ella.
Quizá Gibran tenía razón después de todo, ya sabía en qué habitación, y cómo iba a terminar esto.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2019 ⏰

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