Backyard

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Damon Albarn llevaba meses dedicado al caso, le quitaba el sueño, le dejaba cada día más agotado y demacrado.

-Amor, necesitas descansar. – Dijo en tono de reproche dulce Alex James, quien fue su mano derecha por años para luego darle un piquito en los labios y obsequiarle una taza de café cargado.

-Hay gente muriendo allí fuera, no me puedes pedir que no cumpla con mi deber. De cualquier modo, la culpa no me dejaría dormir. - respondió dando un pequeño sorbo de la bebida que quemó sus labios. - ¡Ay! – exclamó.

El sujeto alto apartó delicadamente la mano con la taza de su cara y lamió sus labios para intentar apaciguar el ardor, volvió a besarle corta y sonoramente, pero ahora en la mejilla. – Te espero en casa, mi vida. – expresó con una sonrisa mientras abría la puerta y se perdía de vista.

El rubio volvió a su asiento, jaló sus cabellos pegando un gritito ahogado y un sonoro bostezo, esto estaba colapsando su paciencia, junto a su equipo llevaba meses investigando y ninguna pista.

Las víctimas siempre recibían primero una tarjeta de invitación color carmesí y al tiempo morían. Siempre un corte preciso, perfectamente ejecutado,mínimos rastros de sangre, liso y recto desde la parte inferior del apéndice xifoides del esternón hasta la parte superior de la sínfisis púbica. Profundo, morboso; así eran los primeros asesinatos,

Luego comenzó la paranoia, la gente parecía sospechar de todos y comenzó a reinar cierto caos por las calles de Londres.

Damon y su equipo vigilaban incesantemente las casas de las potenciales víctimas, revisaban cualquier debilidad de la que tener cuidado, ponían a sus hombres a vigilar y aún así no podían evitar que la muerte no se dejara caer sobre el lugar.

La Scotland yard estaba quedando como un verdadero equipo de idiotas y la gente ya comenzaba a pedir por sus cabeza. habían perdido tanto la fe en ellos que incluso se fiaban más en supersticiones y rituales.

David Rowntree, el jefe, ya estaba furioso, tenía a sus mejores hombres, Damon y Alex estaban a cargo e incluso habían contratado a un investigador privado de nombre Noel que también le tenía hasta las narices.

Damon llegó a su hogar un poco antes de la media noche alumbrado por una lámpara de aceite, entró al hogar que compartía con Alex. Allí habían dos habitaciones y dos camas, una para cada uno, pero obviamente utilizaban una sola a la vez y la compartían, podía cualquiera.

La ilegalidad de su romance era otra de las cosas que desgastaba enormemente a la pareja, nadie debía descubrir lo que se traían entre manos o terminarían en la cárcel.

Dejó la lámpara sobre el velador, alumbrado por esa tenue luz se dio un momento para contemplar los bellos rasgos de su amante que dormía de panza sobre el colchón con la cabeza hacia un lado. El cabello castaño, ligeramente ondeado, el rostro angular, pero delicado, los labios rosados, brillantes, turgentes, entreabiertos, la piel suave y clara.

Estaba tapado por las mantas hasta el cuello, pero Damon podía asegurar que por debajo de todo aquello le esperaba desnudo como tantas noches, cubierto solo por algunas gotas de la fragancia masculina que solía utilizar.

Se acercó lo suficiente como para sentir el aroma de la sustancia que solía aplicar tras sus orejas y el cuello y el suave toque del rubio logró sacarlo de aquel sueño profundo. Alex entreabrió sus ojitos somnolientos y se quedó observando la hermosa carita de su amado, la piel blanca, los ojos intensamente azules, la nariz más perfecta y respingada de la historia, los labios bonitos, el cabello rubio y las cejas disimuladamente tupidas, era un panorama tan de ensueño que a veces no sabía si estaba despierto o soñando.

Compilado One Shots BlurWhere stories live. Discover now