Caminaba por las calles de la ciudad, era un día lluvioso yo había salido de trabajar y me dirija a mi casa para descansar.
- Vaya día has tenido hombre. - me digo a mi mismo mientras caminaba por la avenida central.
A unas cuantas cuadras se escucha un gritó.
- ¡Déjame en paz, ya te dije que no te quiero volver a ver! - Es la voz de una mujer, una voz algo aguda pero linda.
Cómo se escucha algo agitada decidí echar un vistazo pero para cuando llege ví un hombre tirado mientras la chida lo tenía contra el suelo.
- ¡Te lo advertí idiota! vuélvete a acercar a mi o a mi familia y estás muerto. - Dice aquella chica con voz firme y segura.
Al parecer no necesitaba mi ayuda, a decir verdad su aspecto no era intimidante, era una chica de 1.61 de estatura y de pelo corto, ella al sentir mi presencia volteó de golpe.
- ¡Que es lo que estás viendo! - Me grito mientras seguía pisando a aquel chico.
Cuando ví su rostro, en un principio me confundió, su rostro era algo peculiar tenía unos lindos ojos verdes que resaltaban en la tenue luz de la noche.
- Lo siento solo me dirigía a mi casa, veo que estás algo agitada ¿Te gustaría tomar un café, mientras platicamos? - Le dije con una sonrisa en la cara.
- Claro, solo deja me libro de esta escoria. - Dijo mientas tomaba de la cremallera al chico y lo dejaba tumbado en un poste cerca del puente.
Caminamos por la calle bajo la luna, dimos vuelta y llegamos a casa, para ser sincero no soy muy rico pero me mantengo con lo que gano.
- Vaya vaya, tienes una linda casa. - Dice mientras la inspecciona con la mirada.
- No es mucho, pero algo es algo. - lo digo mientras suelto una leve risa.
Mi casa tiene dos pisos y un sótano, en la planta baja tengo la sala de estar con un pequeña mesita dónde pongo flores de vez en cuando, mi cocina y comedor son una barra en forma de L donde tengo mi estufa y refrigerador acompañadas de unas alacenas de color verde azulado.
- Pasa, esta es tu casa también siéntete libre de sentarte donde querías mientas preparo la cena. - Le digo mientras me dirijo a la cocina.
En el piso de arriba tengo dos recamaras, un baño con regadera muy moderno por así decirlo, y un mirador donde tengo un pequeño telescopio.
- Es muy cálida. - Dice ella mientas se sienta en la sala y enciende la televisión, hay un programa interesante así que lo deja ahí.
Mientras estoy en la cocina preparo un poco de te, en la alacena tengo un poco de galletas, si lo se es algo simple para invitar pero es lo que tenía a la mano.
Me dirigí hacia la sala y le entrego el te.
- Gracias, estaba cansada. - Dice mientras le da un sorbo, es un te de menta muy bueno para relataré.
- Bueno señoríta, ¿Podría saber su nombre? - Le pregunto mientas le ofresco galletas.
-Mi nombre es Paris, Paris Velázquez Rojas. - Lo dice con un gesto de felicidad que era muy lindo.
Su nombre era igual que el de una maravilla del mundo y como no su sonrisa iluminaba como una estrella fugaz.
- Vaya nombre, digno de tal belleza que tiene. - Le digo algo sonrojado.
- La verdad no me gusta mucho, me hacían algo de bullying en la escuela, pero eso quedó atrás, ¿Cuál es su nombre? - Me pregunta con esa hermosa sonrisa.
Esa sonrisa me mataba cada que la veía, al cabo de unas horas y mucha plática calló la noche así que la invite a dormir en casa, la lleve al cuarto de huéspedes y yo fui a mi alcoba.
- Hasta mañana, descansa. - me dice mientas cierra lentamente la puerta.
Yo correspondo el gesto y me dispongo a consiliar el sueño atrasado.
Después de unas horas, escucho la puerta de mi cuarto, era ella mirándome con una tierno rostro.
- Este... ¿Podía dormir contigo? - Pregunta mientas sus mejillas se tornan rojas.
Pasa la noche, cuando despierto ella ya no está pero dejo una nota.
"Me encantó la estancia pero tengo que irme, nos veremos pronto y...
Creo que me enamore de ti...
Paris Velázquez."
Esa carta la guarde desde ese día, y la tengo guardada dónde pongo las cosas importantes.
Espero volver a verla algún día...