Día de la verdad

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Estuve gran parte de la noche en vela, no conseguí dormir, los nervios no me lo permitían, hacía mucho tiempo que no me pasaba esto, era increíble lo que había cambiado en tan sólo unos pocos años, de la chica tímida y que dejaba que la pisotearan a la chica fuerte que era en ese momento. Pero aún así los nervios seguían ahí como unos compañeros con los que luchaba en cada partido.

Me levanté bastante temprano, gracias a que Franc, que subió la persiana para poder vestirse ya que él tenía que estar un poco antes para preparar el campo, y ya no tuve oportunidad de intentar dormir de nuevo.

-¡Fraaaanc! Vete a buscar mi ropa de juego de la selección a mi cuarto por favor, que no me apetece entrar y tu vas con tiempo de sobra, andaaaaa- puse mi cara de cachorrillo, y conseguí volver a evitar esa habitación.

-La última vez Am, la próxima vez vas a ir tú.- Salió de la habitación a la vez que chillaba- ¡Tienes que resolver tus problemas de una vez, y dejar de utilizarme!

Este hombre era la leche, siempre era capaz de hacer algún chiste en el peor momento para mejorar la atmósfera. En lo que Franc iba a por la ropa, cogí una toalla y me metí rápido en la baño para darme una rápida ducha, pero al terminar y cerrar el grifo escuché una voz masculina a parte de la de Franc.

-Tú eres muy amigo de ella, y ella te va a escuchar, así que haz que vuelva a nuestra habitación, por favor, no podemos estar separados de ella tanto tiempo, somos sus amigos joder, ¡Reynolds no te quedes ahí parado y ayúdame a convencerle!- Era la voz de Silva, ¿se suponía que había venido a por mí? Esto no me lo esperaba, y menos que se hubiera aliado con Reynolds.

-Yo no puedo hacer milagros, es ella la que decide Leonardo, yo no puedo meterme donde no me llaman, y Bryan, deja de poner esa cara de tristeza tarde o temprano regresará hacedme caso, pero para eso no puede saber que habéis venido a por Amaia, debéis hablar directamente con ella, no conmigo.- Me envolví en la toalla y me solté el pelo mojado, de una forma muy sensual, simplemente para provocarles, porque se lo merecían, no tenían que seguir ocultándome las cosas, que vengan de frente a por mí de una vez. Abrí la puerta del baño, salí sin mirar a ninguno en particular.

Las miradas de los tres posaron su mirada sobre mí, y con un movimiento de cabeza me despejé un mechón de pelo de la cara, aunque en realidad era una señal para Franc, que lo captó y rápidamente se fue dejándome sola con los dos lobos, que no paraban de mirarme con ¿deseo? ¡No me lo podía creer! Había conseguido provocarles en serio, esto iba a ser divertido, así que jugaría un rato más con ellos.

-Tenéis algo pendiente en esta habitación, o sólo habéis venido a molestar.- Pregunté con un tono de odio palpable.- Porque si es así ya podéis iros por donde habéis venido.

Irradiaban preocupación, pero lo disimulaban muy bien, por eso no me di cuenta de que me ocultaban cosas, eran muy buenos escondiéndolas.-Amaia...- Empezó a decir el pelirrojo, pero no le dejé terminar lo que iba a decir.

-Ni Amaia ni pollas, os vais por donde habéis venido he dicho, y no lo vuelvo a repetir ¿vale?- Sus caras eran unos poemas, no sabían qué hacer para conseguir que les escuchara, estaban desesperados, debía dejar de jugar ya con sus sentimientos.- Veis como yo también se guardarme cosas, aunque no lo hacía porque confiaba en vosotros, a partir de ahora también deberé de ocultaros las cosas.- No conseguí decirlo de forma seria para que me creyeran ya que se me escapó una sonrisa, igual o más grande que la que ellos tenían en esos momentos.

-¡¡Dios!! Eres la peor persona que hay, pensábamos que no nos ibas a perdonar nunca, lo hemos pasado todos muy mal, no sabíamos que hacer sin ti...- El pelirrojo estaba a punto de llorar, y se echó a mis brazos llorando como una niña, menuda nenaza estaba hecho.

¿El deporte lleva al amor? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora