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— ¿Qué pasa? ¿Te comieron la lengua los ratones?

Niego con la cabeza mientras siento más vergüenza que ayer.

— Así que... ¿Cómo sigue mi dama en apuros? — Me pregunta mientras me sonríe y da una pitada a su cigarrillo.

— Mejor... — Contesto con una timidez que incluso me impresiona a mi misma.

No puedo creer que este hablando con él...¡Controlate Malena! ¡Es solo un chico, no un alien! Me aclaro la garganta.

— Muchas gracias por ayudarme ayer...Hum...

No se su nombre pero eso no dura mucho.

— Benjamín. Mi nombre es Benjamín.

Una sonrisa me nace sin que pueda detenerla.

— Y yo soy Malena.

— Pues fue todo un gusto ayudarte Malena.

Tengo que preguntarle.

— A propósito... ¿Como entraste aquí? La puerta la había cerrado con llave.

Se queda un momento callado y le da una pitada a su cigarro casi consumido.

— ¿Tus padres no saben nada verdad?

Ignoró totalmente mi pregunta. Niego con la cabeza y miro sobre mi hombro para corroborar que ninguno de mis padres se dé cuenta de lo que estoy haciendo.

— Entré forzando la cerradura con unas ganzuas.

Abro los ojos como platos. Por eso estaba sin llave para cuando Jess llegó. Él se da cuenta de mi expresión y levanta una mano.

— Tranquila, no volverá a pasar y tampoco soy un ladrón... Sólo quería ayudarte.

Reprimo una sonrisa aunque no sé si debería confiar en él. Tira la coliya de cigarrillo hacia el pavimento de la calle.

— Pues resulta ser que si eres un ladrón.

Benjamín alza las cejas perplejo pero no le dura mucho.

— Te robaste mi dibujo. — Lo acuso.

— Un dibujo de mi cara. — Contraataca.

Me ruborizo ¿Por qué no me traga la tierra? 

— Solo fue inspiración... — Me defiendo.

Ríe pero la sonrisa no le llega a los ojos.

— ¿Te inspiras mucho de los chicos que pasan por tu ventana?

Parece que le molestó aunque no lo demuestre en su tono de voz. Me quedo en silencio un momento.

— Mira... Lo siento si te molesto. No lo volveré a hacer pero no pensé que alguna vez lo fueras a ver.

Vuelve a reírse y me confunde.

— Tranquila, no me molestó. Es mas, lo pegué en mi pared.

Me ruborizo por milésima vez en el dia. No puedo creer que me este diciendo esto. Estoy a punto de contestar pero puedo notar que comenzó a ponerse inquieto.

— Tengo que irme pero volveré mañana.

Asiento sin pedir explicaciones y luego observo como se pone la capucha y se va a paso acelerado. Siento un ruido detrás de mí y volteo de golpe. Mamá me observa levantando las cejas.

— ¿Qué estás mirando? — Me pregunta.

Me quedo en silencio unos momentos. Admitamos algo. No soy buena conversando con la gente. Ni siquiera con mi propia familia.

— Nada... solo observaba la calle. — Le contesto.

Y tampoco soy buena mintiendo.

                             ~•~

Miro las pequeñas luces de mi techo mientras la madrugada avanza. Tanto tiempo sin socializar con gente de mi edad me hicieron tonta y torpe. ¿Qué estoy diciendo?... tanto tiempo sin socializar con absolutamente nadie me hicieron una persona totalmente introvertida y taciturna. 

Quedé en ridículo después de que por primera vez, hable con alguien que no sea mi prima y encima de todo, es un chico que me atrae. Había visto chicos y chicas antes, en el hospital, en plazas, en el centro comercial... Siempre de lejos, nunca me acerque a nadie. Nunca tuve la valentía.

Sentía que sobraba.

Pero no era porque me consideraba menos sino porque todos actuaban como si no existiera y no los culpo. Si me miraban era peor, porque veía lástima en su mirada. Pobre chica cancerosa, deben de pensar. Su lástima duraba los segundos en los que sus ojos se posaban en mi, luego cada uno continuaba con su vida y yo me quedaba ahi, con el cáncer y mi existencia.

¿Por qué un chico como Benjamín quería preocuparse por mi? ¿O venir hasta mi casa a preguntar cómo estoy? ¿Y porque me dijo que mañana vendría de nuevo? Las dos veces que me llamó "preciosa" vienen a mi mente y me quieren obligar a sonreir.

Nunca me consideré una chica atractiva. Osea desde que entré a la pubertad siempre estoy con bajo peso, calva y la cara ojerosa. Por suerte hace un año que no pierdo el cabello y me creció hasta los hombros. Eso ayuda a la poca autoestima que tengo.

¿Era lástima? Es lo más probable. Seguro Benjamín siente lástima por mi. Un chico como el jamás se fijaría en mi de esa forma.

Me duermo con la esperanza de que mañana cumpla su palabra y vuelva a verlo.

                              ~•~

Estoy sentada frente al ventanal. Recién termino mi sesión de kinesiología. Ceci traé una silla y se sienta a mi lado. Le cuento sobre Benjamín omitiendo la parte en la que entrá a casa forzando la cerradura. Ella me escucha entusiasmada.

— No puedo creerlo. Por fin conociste a alguien... Ya era hora. — Me suelta mientras me sonríe.

— Pero por favor no le cuentes nada a mis padres...

Me regala una dulce sonrisa.

— Te prometo que de mi, no se van a enterar.

— La cuestión es que me dijo que hoy vendría de nuevo a ver cómo seguía.

— Pues no puedo esperar para verlo. — Me suelta en un susurro cómplice.

Siento que me sonrojo por primera vez en el día.

— A propósito... ¿Volviste a tener un mareo o algo por el estilo?

Palidezco. Estaba tratando de posponer está conversación pero sé perfectamente que tenia que llegar. Niego con la cabeza.

— Dime la verdad Cecilia ¿Qué puede llegar a significar ese desmayo?

Ceci mira hacia la calle un segundo y luego adopta su postura de enfermera.

— Hay tantas posibilidades de que simplemente sea porque no tienes energía como también... de que el tumor este creciendo.

Guardo silencio un momento con un nudo en la garganta.

— ¿Y eso significa que... ?

— Suspenderán los medicamentos. Tendrás que hacerte quimioterapia de nuevo o directamente pasar a cirugía.

Cierro los ojos. No quiero Dios... No de nuevo.

Las palabras de Cecilia ni siquiera entran en mi cabeza luego de escuchar eso. Me dice que piense positivo y bla bla bla. Pero eso no es lo peor de todo. Lo peor es que después de una tarde entera sentada en frente del ventanal, él no vino a verme.

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora