Capítulo 3

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—Yo

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—Yo... Bueno, quería disculparme por cómo te traté la otra vez —masculló, mientras miraba al suelo con expresión malhumorada—. No soy muy bueno hablando con la gente.

—Eso está claro... —murmuró (TN), poniendo los ojos en blanco. Bueno, ¡qué más daba! Por lo menos se había disculpado. A ella también le costaba disculparse casi siempre—. Bien, disculpas aceptadas.

—Además, quería invitarte a venir este fin de semana a mi casa —comentó, seguidamente.

—Vas un poco rápido —dijo ella, mirándole con el ceño fruncido.

—No es eso, idiota —gruñó el pelinegro.

—¡No me llames idiota, idiota! —exclamó ella, mostrando sus pequeños colmillos.

—¡¿Qué son estos gritos?! —preguntó alarmada la enfermera, mientras salía de su despacho—. Estáis aquí para descansar, no para darme dolor de cabeza a mí. Haced el favor de comportaros. Esta juventud de hoy en día...

—Cómo iba diciendo... No es lo que te piensas —continuó Law, una vez los volvieron a dejar solos—. Vivimos todos juntos mis compañeros y yo. Bueno y con nuestro tutor, que es parte del cuerpo de policía. Sabemos información que puede interesarte.

—Ah... Vale, entonces sí —dijo, mientras balanceaba las piernas y miraba fijamente sus zapatos. ¿Era su turno de pedir perdón? Puag—. Siento haber malpensado.

—Está bien —dijo él. Unos segundos después, ella bajó de la camilla y se estiró bien la falda del uniforme—. ¿Dónde vas?

—Prefiero descansar en mi casa... —contestó ella, mientras se dirigía a la puerta del despacho. Llamó dos veces y, unos segundos después pareció la enfermera—. ¿Puedo ir ya a casa? Me encuentro mejor y prefiero descansar allí.

—De acuerdo. Esperad y os doy los justificantes para la clase de extraescolares de hoy —dijo la mujer, mientras entraba de nuevo al despacho. Enseguida salió con dos fotocopias—. Y haced el favor de tener más cuidado. Algún día os haréis todavía más daño.

—Sí, tendremos cuidado —prometió (TN), sonriendo angelicalmente. El ojigris la miró extrañado. Nada más irse la mujer, volvió a su cara seria en cuestión de milésimas de segundo—. ¿Vamos?

Caminaron juntos por los pasillos del instituto, en total silencio. Se escuchaban los instrumentos del aula de música y los murmullos de gente que había en otras aulas haciendo sus respectivos talleres. Cuando salieron y pasaron por el patio se escuchaban los gritos de los que estaban jugando a fútbol y baloncesto. (TN) se llevó una mano a la sien y apretó con fuerza. Le estaba empezando a doler la cabeza con tanto grito. Solo quería llegar ya a casa.

—¿Estás bien? —preguntó Law. Ella asintió sin dejar de caminar. Justo cuando salieron, la chica notó que le fallaban las piernas y casi cae al suelo, de no ser porque el chico le sujetó—. Oye... Voy a acompañarte a casa.

Neko Neko Life «Law x Lectora»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora