6. Hastío

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Primero "Te quiere" y ahora "Con cariño".

Por alguna razón en aquel instante esas palabras le parecieron huecas, al igual que absolutamente todo y todas las demás personas que lo rodeaban.

Terry no dejaba de observar aquellas frases mientras una indescifrable vehemencia se apoderaba de su corazón. Por un lado le alegraba saber que aquellos viejos conocidos, sobre todo ella, lo recordaban con aprecio y se preocupaban por él; mientras que por el otro no entendía la necedad de la rubia para volver a enviar otra misiva que, por supuesto, sería nuevamente ignorada.

—Candy, Candy, Candy... —aspiró con pesadez—. ¿Acaso recibiré aún más cartas cómo está? —estaba completamente seguro de que eso es lo que pasaría.

El muchacho resopló con pesadez, cerró los ojos y sobre la mesa dejó caer aquella hoja con inusitada indiferencia, para en seguida, prepararse una nueva taza de té y seguir revisando el resto de la correspondencia.

Aún era muy temprano y no tardó en regresar a la cama; aunque no lo entendía, gracias a la misiva de Candy estaba demasiado agobiado como para hacer cualquier otra cosa. En ese instante, sin lograr evitarlo, solo pudo llorar.

La amaba. Aún la amaba a esa chica a la que abandonó en aquel colegio, aún a veces deseaba nunca haberla conocido y, que así, nada lo hubiera atormentado de la forma en que pasó.

Una vez logró calmarse, limpió las últimas lágrimas de frustración que no pudo controlar y aún le resbalaban por las mejillas y, entonces, juró para sí mismo.

—No. No más. Ya no...

Mientras se dirigía al trabajo, el joven actor meditaba a profundidad. Comenzaba a sentir cambios en sí mismo y nuevamente la prensa era lo que menos le importaba, o eso gustaba de creer. Pero aún más importante, tenía ánimos de hacer cosas que nunca antes le habían llamado la atención.

En cuanto llegó a los ensayos todos notaron una sonrisa en su rostro, durante toda la jornada fue un poco más amable y accesible de lo habitual. Eso alegraba a su director y a los escasos compañeros sinceros con los que contaba; para ellos resultaba claro que después de cinco meses, por fin, Terry dejaba el luto y seguía adelante con la vida.

•••

La mujer a la que observaba en el espejo tenía ojeras bajo los ojos y una mirada triste. Candy jamás imaginó que algún día luciría así.

Mientras se cepillaba el cabello trataba de pensar en cualquier cosa, menos en aquello tan importante que tenía que hacer ese día.

Cuando el desayuno estuvo listo, se sentó al lado de Terry, como siempre. Dió los primeros bocados observando con atención los movimientos de su esposo, quien refugiado tras el periódico, no se percataba del conflicto existente en la rubia.

—¿Hay algo interesante el día de hoy? —trató de sonreír, pero se puso aún más nerviosa al notar que la doncella que Terry había insistido en contratar seguía ahí, aunque esta no tardó en marcharse—. Me refiero al periódico...

Después de un lapso considerable esperando una respuesta, la melancolía volvió a reflejarse en sus ojos.

—Hoy iré por los resultados. Ya te había comentado un poco al respecto —lo miró de reojo, porque eso no era cierto—. Estoy bastante nerviosa, no sé qué esperar y tampoco sé si me agradará, sea lo que sea que diga el documento...

Terminó el té y probó un poco del melón que tenía frente a ella.

Ya se había acostumbrado, pero estaba cansada de que siempre fuera igual.

Por Ahora, Por un PocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora