Día 15. Leyenda - Legend. Fantina.

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—¡¡Atrápalo, atrápaloooo!! — Fantina corría a taconazo limpio a lo largo de los pasillos de la que aparentemente era su casa. Junto y ante ella, eran varios de sus Pokémon los que avanzaban a toda velocidad intentando atrapar algo que no dejaba de moverse de un lugar para otro. Trasteando y tirando todo aquello con lo que daba.

—¡¡Ese monstruito va a volvernos locos a todos!! — Continuó avanzando a gran velocidad, haciendo resonar sus pasos sobre la madera del suelo, que se estremecía con cada golpe. —¡Y encima mira qué voz me ha puesto, que ni siquiera mis Pokémon me entienden cuando hablo! —Y era cierto, por algún extraño motivo sus Pokémon tardaban en responder las órdenes que les daba. Jamás podría imaginarse que se debía a su voz. O bueno, más que a su voz, a su manera de hablar.

— Por Arceus... Qué sofoco... —Terminó por detenerse, aquella carrera había durado ya demasiado y un pequeño descanso no le vendría nada mal. Se llevó así la mano al pecho, respirando con algo más de tranquilidad. Sin embargo, cuando quiso darse cuenta, aquel anillo dorado había vuelto a aparecer bajo sus pies. Apenas tuvo tiempo de siquiera plantearse blasfemar cuando ya estaba cayendo al aparente vacío.

—¡...aaaaaaaaaAAAAAAAAAH.....! — En mitad de aquel alarido el tono de su voz cambió radicalmente, pasando de ser su característico tono suave y ligeramente agudo a uno más grave, fuerte... masculino. Volvía a estar ahora frente a la puerta de su casa, pudiendo escuchar a lo lejos la risa juguetona de aquel demonio de apenas medio metro de altura. —Como te coj... ¡uy! —Desde luego aquel tono de voz le resultaba terriblemente extraño, por no hablar de que ahora su vestido había desaparecido y llevaba unos pantalones violeta oscuros, con un chaleco a juego sobre una camisa blanca, y un sobrero de copa no demasiado alto. Su pelo, además, estaba suelto, dejando ver una larga melena morada. Aquello podía observarlo frente a las cristaleras de la puerta principal, siendo lo que más le llamaba la atención el pelo facial tan frondoso con el que ahora contaba. —Anda, hacía años que no te veía. O me veía. Ya no sé quién soy o dejo de ser. —Torció la cabeza, observándose como podía, habiéndose olvidado por completo un instante de lo que estaba intentando hacer. —Fantino, es un placer verte de nuevo. — "Lo mismo digo." —El reflejo de la cristalera le respondió con voluntad propia, moviéndose su imagen con total libertad, algo que a Fantina le pilló en cierto modo desprevenida. —Ya no reconozco ni mi propia casa, ¡dónde está ese bicho!

Ante ella, desde el reflejo, Fantino señalaba hacia abajo con una sonrisa divertida, mientras que Fantina, con un suspiro de resignación, simplemente se limitó a dejarse llevar. —Ah, Mon Dieu. —Y una vez más, cayó al vació interior de aquel anillo dorado.

Cuando abrió los ojos, era como si estuviese flotando. Agitó un instante la cabeza, tras lo cual probó a hablar para comprobar si todo había vuelto a la normalidad. —Pgobando, pgobando. —Sonrió con total alivio, al tiempo que se llevaba las cuatro extremidades a la boca, feliz. —¡Pog fin, pog... fin...!

Efectivamente, cuando se fijó con algo más de detenimiento, sus manos no eran manos, sino los 'brazos' de un Drifblim, y poco a poco, podía ver cómo la efusividad de la corta felicidad previa había hecho que se elevase ligeramente, dejando el suelo algo más abajo. —¡Bueno, cgeo que ya es sufisiente, paga esto de una ves, sacrebleu! —Y sin poder saber exactamente cómo detenerse, no dejaba de elevarse y elevarse, mientras que ahora, una risa más sonora y fuerte, como si fuese algo de mayor tamaño, podía oírse resonar en todas partes.

No se percató hasta estar una vez dentro, pero un nuevo anillo dorado había aparecido sobre su 'cabeza' en algún momento conforme se elevaba, hasta verse una vez más devorado por él.

Abrió los ojos una vez más, asegurándose de contar con todas las partes de su cuerpo, además de haber recuperado por fin su tono de voz y su manera de hablar. —Ah, mucho mejog. ¿Dónde estás? — La risa, ahora entre dientes, podía escucharse mucho mejor. Al girarse, pudo observar como aquel enorme ser de seis brazos no podía contener la risa tras todo lo que acababa de ocurrir. —Te cgees muy ggasioso, ¿eh? —Realmente todo aquello le había resultado divertido incluso a ella. Aquel Hoopa en su forma desatada, había disfrutado de lo lindo jugando con Fantina y sus Pokémon, pero sabía que llegado cierto momento, era hora de detenerse y regresar a la normalidad. Logró así calmar su risa, antes de que Fantina con un suave gesto le invitase a regresar a la vasija hasta nueva orden, recuperando así su forma tradicional.

Dicho y hecho, el Pokémon acató la invitación, y volvió a adoptar su forma más pequeña, más controlable, más o menos. Eso sí, no pudo evitar seguir riéndose durante los minutos, o más bien horas siguientes, en los que Fantina tardó en darse cuenta de que no tenía un solo pelo en la cabeza.

FicTober 2019Where stories live. Discover now