Eran las 7 de una mañana lluviosa y fría, tan fría que en aquella oficina humilde sin calefacción te tiritaban hasta los huesos que no sabías que tenías.
Algunos pobres infelices dormían plácidamente las horas de sueño que la guardia nocturna les había quitado, otros muchos se atiborraban a un espeso líquido que ni el más valiente se hubiese atrevido a llamar café.
Tan solo un hombre después de tal velada soportaba impasible el pasar de las horas, devorando informe tras informe, la extraña enfermedad que tenia está, su nueva ciudad, con los asesinatos en serie y sus peculiares artífices, entre ellos: cuatro imitadores de Jack el destripador, dos carniceros poco amables con La clientela, un payaso estrangulador, etcétera. Cuarenta y cinco años de asesinatos y todos llevados a cabo por dementes, era tal la situación que tuvieron que trasladar a los presos comunes a la carcel del condado para utilizar la de la ciudad como asilo psiquiátrico, porque este se había quedado sin espacio para más. Aquella madrugada el ambiente se había enrarecido, pero eso no templó la concentración de Cortez, quien llevaba tiempo buscando un expediente en concreto. Pero la visita de un repartidor lo sacó de su misión:
-Paquete urgente para el Teniente Cortez- saltó el chico tiritando, su uniforme no era precisamente generoso en cuanto a abrigo.
-¿Remitente local? Debe ser una equivocación muchacho, yo soy nuevo en la ciudad y no conozco a nadie-exclamó Cortez,serio
-Perdone teniente, pero el hombre que lo envía ya tenía conocimiento de esto, e insistió mucho en que fuese usted quien recogiese el paquete-Comentó el chico, nervioso
- Esta bien, ¿donde he de firmar?- dijo Cortez con expresión resignada
El paquete era un poco más grande que una caja de zapatos, estaba envuelto en una tela negra y roja bastante elegante, en la esquina de la caja había una nota con letras bastante medidas: " para mi gran amigo el señor Alvaro Cortez, que disfrutes de el juego. L.L"
El teniente no comprendió aquello, pero lo atribuyó a que llevaba demasiado tiempo despierto " un informe más y a dormir" se dijo.
La caja se quedó en la esquina de aquella mesa empantanada por los informes, olvidada en un rincón expectante. No fue hasta dos horas después que aquel hombre desaliñado y sonámbulo reparó en ella de nuevo, extendió el papel que la envolvía y lo rasgó sin miramientos, un profundo olor a descompuesto inundó hasta lo más profundo de las entrañas de Cortez. Ante él, inerte yacía la cabeza de una joven de no mucho más de quince años, la mueca de dolor de su rostro era imposible de ver, los ojos habían sido arrancados y en su lugar habían incrustado dos monedas de cincuenta céntimos. Sin saber que hacer, el teniente solo pudo coger la basura y vomitar en ella, porque a fin de cuentas, y por mucho que lo niegues, hay cosas que ni la vida ni el tiempo te enseñan a aguantar.
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El oro de tus ojos
Mystery / Thriller¿Cuanto puede esconder algo insignificante? Algo tan pequeño y relevante como una lágrima, algo que todos tenemos y pocos saben apreciar, aquel ser que sin consciencia ni de si mismo puede guardar dentro de si alegrías, penas y sobre todo historias...