PEETA.
Llevaba toda la mañana de reuniones, gracias a Marvel.
Cada vez que tenía un momento, me descubría comprobando el móvil para ver si tenía llamadas. Pero Katniss no había dado señales de vida.. ni un mensaje de texto, ni un correo electrónico, ni siquiera un mensaje de voz. No tenía ni idea de cómo había ido la visita con el médico.
¿Seguirá allí todavía?
Finalmente, conseguí escaparme anulando la cita que tenía para comer y me tomé el resto del día libre. Tal como estaba, mi presencia era totalmente inútil en la oficina. No podía pensar con claridad y no conseguía hacer nada a derechas.
No saber qué había pasado con Katniss me estaba volviendo loco.
Volví a intentar contactar con ella por el móvil pero no contestó.
Maldita sea.
Paré un taxi y volví a nuestro apartamento directamente para ver primero si estaba allí. El siguiente paso sería el hospital. El ascensor subió dolorosamente lento, como un caracol, y no dejé de dar golpecitos en el suelo con el pie, esperando con impaciencia a que llegara a su destino. Finalmente las puertas se abrieron y corrí por el pasillo mientras me sacaba las llaves del bolsillo para abrir la puerta.
En cuanto entré, la vi sentada en el sofá, con el rostro vuelto hacia el gran ventanal que miraba sobre la ciudad.
La expresión desolada de su rostro me frenó en seco.
—Katniss —llamé.
Ella se volvió con una combinación de emociones en el rostro y eso me impulsó a correr a su lado.
—¿Qué tienes? ¿Qué pasa?
Me arrodillé a su lado, tocándola por todas partes.
Sus hombros, su corazón, eran sólidos y fuertes. Parecía sana y segura, pero sus maneras me decían otra cosa. Me dieron escalofríos.
—He ido al médico —dijo.
—Lo sé. Llevo toda la mañana tratando de hablar contigo.
—No tengo la gripe.
—Vale —dije acercando una silla y sentándome a su lado.
Le cogí las manos, animándola a que hablara, a que me dijera qué pasaba.
Nuestras miradas se encontraron y sonrió.
—Estoy embarazada, Peeta.
La delgada cuerda sobre la que había estado caminando desde el día en que Katniss entró en mi vida, esa cuerda sobre la que daba pasos lentos y firmes cada vez que el médico le decía que su corazón estaba sano y que todo estaba bien.. esa cuerda de pronto dio una sacudida bajo mis pies.
El estómago me dio un vuelvo. Y notaba un intenso zumbido en los oídos, porque mi cerebro se negaba a aceptar aquella idea.. no podía ser cierto.
—No —repliqué con suavidad —. No —volví a decir, meneando la cabeza.
—He visto al bebé.
De debajo de la manta sacó una fotografía en blanco y negro. Su nombre aparecía claramente escrito en la parte superior junto con la fecha. Justo en el centro, había un pequeño punto negro. No se veía gran cosa, pero recordaba que mi secretaria me había enseñado una de las primeras ecografías de su hija y era muy parecida, quizá algo más grande.
Cogí la fotografía mientras ella empezaba a hablar de nuevo.. Mis oídos, mi corazón, todo en mí rechazaba lo que Katniss me estaba diciendo.
—Teniendo en cuenta que solo llevo unos días de retraso en la regla, el médico dice que debí de concebir aproximadamente la noche de la boda. ¿No es una locura?
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Seguir Viviendo (Evellark)
RomansaDicen que el amor puede superar cualquier obstáculo. Pero, ¿puede realmente sobrevivir a la muerte? Se suponía que éramos felices.. Felices para siempre. Tazas de chocolate, los pies descalzos en la arena y una vida plena donde todos nuestros sueño...