Capítulo 33.

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-No estoy de humor ahora, Ragnar -bramó más que enojado a medida que se alejaba del tacto de su alfa, despegando los cálidos labios de éste sobre su marca.-

-detente -su piel se erizó sin remedio alguno al mismo tiempo que su cuerpo se paralizaba al oír la orden dicha propiamente por el lobo del alfa.-

Cerró sus ojos con fuerza, sintiendo una gran molestia que parecía subir como espuma.

Escuchó tras él los pasos del rubio, los cuales no hacían más que sonar con mayor fuerza conforme la cercanía iba aumentando.

Las grandes y callosas manos de Lothbrok se deslizaron lentamente por su cadera hasta unirse en su vientre con cierta firmeza.

Los cuerpos se pegaron uno con otro, dejando que Athelstan sienta el duro pecho de su hombre en su espalda.

-no te irás de éste cuarto -susurró delicadamente en su oído para luego morder el lóbulo de su oreja.-

Habían pasado días desde la última pelea que tuvieron y la tensión parecía subir cada vez más, teniendo como cúspide ese momento, donde su querido alfa le prohibía bajar a la primer planta e interactuar con los nuevos huéspedes que también estaban invitados a la boda.

No entendía el por qué del comportamiento tan posesivo del ojiazul en los últimos días pero podía describirlo como sofocante.

-¿qué derecho tienes tú para prohibirme el salir de éstas cuatro paredes? -abrió sus ojos finalmente, ladeando su cabeza para que Ragnar dejase de besar su marca, a lo que obtuvo un gruñido bajo de parte del pagano.-

-¿te parecen pocos mis derechos sobre ti? -murmuró sobre la ya cerrada herida.- quizás los deba replantear.

Y por más que el pelinegro se opuso, no tuvo tanta suerte como la última vez.

La fuerza del vikingo no dio tregua a la suya, prácticamente dejándole sin más opciones que obedecerle.

Sabía lo que éste hacía. Ragnar tenía muy bien sabido que él, al estar días completos sin atención sexual y la sensibilidad de su cuerpo estaba al máximo, iba a ser fácil tenerle en la palma de su mano.

Por lo tanto, por más que el omega se encuentre enfadado con él, no podía resistirse al tacto de su propio alfa.

Le fue fácil desvestirle ya que, había vuelto a usar aquél tipo de sotana.

Él, con su miembro ya duro entre sus pantalones lo único que quería era llegar al orgasmo dentro del ojiceleste como lo había hecho ya en incontables ocasiones.

Así que con rápidos movimientos se quitó su ropa, siendo incentivado por el olor al lubricante que su hombre desprendía.

Nuevamente estaba aquella bestia irracional ante sus ojos. El hombre que perdía la razón al olerle apenas.

Athelstan sabía que tarde o temprano terminarían en aquella posición y que era simplemente cuestión de tiempo ya que, el rey de Kattegat nunca se había caracterizado por su contención de impulsos.

También pensó que, a lo mejor aquél mal humor y posesividad se debía a la falta de sexo, así que, arriesgando su orgullo y dignidad, gimió en alto cuando sintió cómo el alfa lamía sus muslos, liberándolos del lubricante con tal olor especial.

Llevó sus manos al cabello del pagano cuando comenzó a literalmente devorarlo con fuertes mordidas y succiones.

Ragnar se sentía en el Valhalla al por fin, poder sentir con su lengua tal manjar de los dioses que él simplemente podía degustar.

Mi Alfa Vikingo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora