Prólogo (Cold)

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Los días pasaron y los abusos no cesaron; lo que para mí eran minutos para él eran horas, lo que para mí eran sonrisas para él eran lágrimas.

Dios...ver esos ojos tristes todos los días era doloroso; entrar a los sanitarios y oír sus sollozos era como clavar estacas en mi corazón.

Cada día era exactamente lo mismo; en la entrada, en el aula, los pasillos, el comedor, el patio; era como un ave enjaulada, a donde sea que volaba le era imposible encontrar cielo abierto, a su alrededor sólo avistaba barrotes...barrotes que lo aprisionaban y lo mantenían lejos de toda libertad.

Generalmente existen dos tipos de personas en el mundo, pero dentro del colegio existían cuatro; la presa quien cargaba con el peso de todo dolor, los depredadores que lo merodeaban, los espectadores que los alentaban a atacar y, los topos que fingían ceguera y pasaban desapercibidos.

Todas las mañanas lo veía de camino a la escuela, siempre con la mirada baja; al tocar terreno escolar no tardaban en aparecer esas miradas de desprecio, indiferencia y una que otra de lástima, y por supuesto esos sujetos que solían esperarlo al pie de las escaleras, siempre cobrándole ridículamente la entrada, arramblando consigo el dinero para su almuerzo y transporte. Desearía que eso fuese lo único que le hubiesen arrebatado, pero el ser humano puede ser extremadamente codicioso e irracional. Al final del turno, al subir al transporte escolar, se repetía la acción mañanera; el pobre chico tenía que volver caminando a su hogar, cada que el camión iniciaba su ruta volvía mi mirada a la ventanilla para encontrarme con la misma desolada figura, que no sólo contaba con una mirada baja, sino que a ella se sumaban unos ojos hinchados y cristalinos, pequeños moretones, ropa y cabello totalmente desalineados en comparación a su aspecto de horas anteriores.

¿Y qué hacía yo?

...

Nada

Sólo...miraba...miraba como era lastimado y humillado.

Y al final...únicamente susurré un "lo siento"... un estúpido e inservible "lo siento" incapaz de cambiar las cosas, incapaz de borrar esa mirada triste, incapaz de borrar los moretones que manchaban su piel, de detener todos esos abusos e insultos, de brindarle calidez. Porque al final lo dejé caminar solo en el frío mientras los demás vivíamos abrigados.

(Editado)

Under the SilenceWhere stories live. Discover now