Rigoberto estaba cara a cara ante Santiago, había soñado tantas veces este momento, que ahora que lo tenía lo estaba disfrutando al máximo, nadie le impediría tomar su lugar cuando se deshiciera de él, el único que le hubiera dado batalla yacía a unos pasos de él en un charco de sangre, junto a la que había creído era su esposa. Esa mujer era una de tantas que él o sus hombres tenían, habían escogido a la más parecida en cuanto a constitución física a Lidia y le habían cubierto el rostro para, que él no se diera cuenta y había resultado, no sabía que había hecho que su hombre con la verdadera Lidia se retrasará, pero ya llegarían y entonces decidiría que hacer con ella, después de todo ahora era viuda.
Miro a Santiago que permanecía inmutable, esperando a que él decidiera que hacer con él, ni siquiera en esos momentos lo podía ver derrotado, su rostro no mostraba dolor ni temor, ni nada que mostrará que estaba a un paso de la tumba, seguía de pie, ecuánime, solo esperando.
Un sentimiento de rabia se apoderó de él, quería verlo perdido, derrotado, suplicando por su vida, pero ¿como conseguirlo? los golpes no lo habían doblegado, la muerte de su hermano tampoco, no podía usar a Damián porque lo necesitaba y menos a la chica porque a través de ella sería más fácil controlar a Damián.
_ ¿Qué se siente quedarte sin familia? - interrogó recordando algo.
Con satisfacción observo como Santiago se tensaba. Aunque de inmediato había vuelto a ocultar sus sentimientos.
Santiago lo miró. De momento pensó en su esposa y su hijo, pero de inmediato lo descartó, ellos estaban a salvo bajo el cuidado de Aureliano Montero, sabía que el daría su vida por ellos, era totalmente improbable que Rigoberto pudiera llegar a ellos. Entonces ¿a quién se refería?
_ Lamento tanto que los hayas perdido a todos el mismo día. - dijo en tono burlón. En primer lugar, a tu hermano y tu cuñada, aunque creo que su muerte no te dolió tanto, me atrevería a decir que te alegró, deberías agradecerme el haber quitado de tu camino a esa alimaña.
Santiago solo escuchó, no estaba muy alejado de la verdad, solo que no se alegraba, era su hermano y no le hubiera deseado la muerte.
_ Luego fueron tus hermanas y tus cuñados. - siguió Rigoberto con una sonrisa burlona.
Santiago se movió incomodo en su lugar, esperaba que estuviera mintiendo. Aunque sus cuñados hubiesen ayudado a Alfonso cuando intentó asesinarlo, y sus hermanas lo odiaban al igual que él, no les deseaba mal alguno.
_ ¿Sabes que ellos vinieron a reunirse con tu hermano para celebrar su triunfo sobre ti? Lo que no contaban era, que para mis planes eran un estorbo más que una ayuda, así que mis hombres dieron cuenta de ellos. Deberías de verlo tú mismo. - ordenó que le acercaran un celular y reprodujeron el video que ahí se encontraba.
Apenas empezó a ver y escuchar Santiago cerró los ojos, no quería ver, era doloroso darse cuenta de que decía la verdad, pero lo peor era que con ellos estaban sus hijos, niños y jovencitos, que eran masacrados por igual, Santiago apretó los puños, las voces y gritos retumbaban en su cabeza. Hasta ese momento había mantenido la calma, pero el ver y escuchar esto, lo prendió al instante, era suficiente, Rigoberto Salas, no sabía con quien se había metido.
Sin dar tiempo a nada y ante la sorpresa de todos los presentes Santiago aventó el teléfono y aprovechando la confusión con un rápido movimiento tomó a Rigoberto del cuello y apuntó un arma a su cabeza.
_ Diles que bajen sus armas. - ordenó a un Rigoberto asustado, que no comprendía como en segundos había pasado de ser el jefe a ser el prisionero, aún con sus hombres armados apuntando a Santiago y lo peor, hacia sólo unos segundos él había estado atado con las manos detrás de su espalda, ¿qué había sucedido? Hacía sólo momentos que Santiago se sostenía a duras penas, y ahora estaba ahí de pie lastimándolo con la fuerza de su agarre.
_ ¡Da la orden! - lo urgió Santiago ante su indecisión y también ante la indecisión de sus hombres que no sabían si bajar las armas o intentar disparar para liberar a su jefe.
_ Estás loco Santiago. - vocifero Rigoberto. ¿Hasta dónde crees que llegarías? Mis hombres están por todos los alrededores, no darías ni tres pasos para cuando estuvieras muerto.
_ Quizás tengas razón. - dijo Santiago. _quizás no. ¿No te parece extraño que sabiendo lo que está sucediendo nadie haya acudido en tu ayuda? ¿No será que la totalidad de tus hombres se reduce a los que ves en este lugar?
Santiago observo como todos empezaban a mirar a su alrededor nerviosos.
Realmente era raro que nadie acudiera en su ayuda, si se suponía que todos estaban vigilantes, con uno que se diera cuenta, la voz se correría y en unos minutos todos estarían enterados, pero Rigoberto miraba hacia el interior del bosque esperando, pero nada sucedía.
*****
Laura miró a los hombres que apuntaban sus armas hacia ellos, lo lógico era que se apartara de Damián y levantará sus manos para no provocarlos y pensaran que tramaban algo, pero ella se abrazó a él, si los mataban moriría en sus brazos de eso estaba segura._ ¿Quiénes son y qué hacen aquí? - interrogó el hombre que los lideraba, sin dejar de apuntar su arma.
_ No necesitan contestar. - se escuchó una voz conocida detrás de ellos. _ es el hermano del jefe.
_ Bruno. - se volvió Damián para verlo sin soltar a Laura.
_ Me alegra, que estén bien. - lo abrazo bruno. Laura se había apartado. _también me alegra que esté bien. - la miró a ella con respeto. _llévenlos con los demás. - ordenó. _y asegúrense de que estén bien. _Vamos por tu hermano. - dijo antes de emprender la marcha de nuevo. Nos vemos.
Damián suspiro aliviado, sabía que sus hombres no lo dejarían bajo ninguna circunstancia, menos Bruno.
*****
Damián y Laura fueron guiados hacia el interior del bosque.No muy lejos de donde fueron encontrados, se hallaba un especie de campamento, muy sencillo, muy primitivo, pero al menos serviría para, que Laura descansara un poco.
Había visto que había una tienda de campaña, los hombres que estaban en ese lugar se veían diferentes al resto, no estaban armados y sus rostros ni eran adustos como los de los demás. En el interior de la tienda se alcanzaban a ver ciertos aparatos que no supo que eran, pero sabía que los utilizaban para ayudar en el rescate.
Después de asegurarse de que Laura estuviera bien, decidió caminar por los alrededores.
_ Le recomiendo no alejarse mucho señor, - dijo uno de los hombres que vigilaban. _el lugar no es totalmente seguro. Póngase esto. - le extendió una chaqueta. _no vayan a confundirlo.
Damián no entendió, pero obedeció y se la puso para seguir su camino.
Al caminar un poco se dio cuenta que más adelante había más gente, eran hombres armados que vigilaban a otros que habían sido sometidos, eran muchos y los tenían separados por grupos, se fijó que la mayoría parecían estar muertos, unos cuantos estaban conscientes, pero se veían desorientados y adormilados, cuando los hombres que vigilaban lo vieron lo miraron con curiosidad, pero no hicieron nada en su contra, seguramente era por la chaqueta que traía, que era similar a la que ellos portaban. De cualquier forma, sabían que él no pertenecía a ellos, pero era de los buenos.
Al mirar con más detenimiento, observo a uno de los grupos. Los reconoció al instante, eran Miguel y sus hombres, permanecían sentados atados de las manos, como todos los demás grupos ahí presentes. Sin importar que los hombres armados se pusieran en alerta y algunos lo siguieran de cerca, se dirigió hacia ellos.
Se paró frente a Miguel sin decir nada, no sabía que decir.
_ Me alegra que estés bien. - dijo Miguel ante el silencio de Damián.
_ Fue gracias a ti. - susurro con un nudo en la garganta. _gracias.
_ No fue nada. - contesto igual en voz baja.
_ ¿Puedo hacer algo por ti? ¿Por ustedes?
_ Me temo que no y será mejor que te alejes de nosotros. - lo instó. _no es bueno que te vean aquí, ni para ti, ni para nosotros.
Damián no entendía, pero se alejo.
_ Si algún día necesitas un favor mi número es... - y se lo dijo esperando que tuviera buena memoria y que saliera de esta.
ESTÁS LEYENDO
PERDIDO EN SU MIRADA No. 4️⃣ //SERIE HOMBRES DE LA SIERRA.
RomanceLaura trabaja para una empresa muy importante, sin duda ha triunfado en la vida, a pesar de provenir de un poblado en la Sierra, en donde lo único que progresa es el narcotráfico y los grupos del crimen organizado. Huyendo de todo eso consiguió marc...