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Giyuu se sentía incómodo. Trató de buscar una postura cómoda, pero sentía un dolor muy molesto en su costado, su rostro y otras partes de su cuerpo.

Suspiró y se sentó. Su cabeza daba vueltas y no se sentía bien.

Sus recuerdos estaban borrosos. Lo único que recordaba de aquel demonio era su maldita técnica, y parte de la pelea, pero tenía bastantes lagunas.

No veía bien. El suelo se distorsionaba, luego volvía a estar bien por unos momentos y de nuevo sucedía lo mismo.

Cuando logró enfocar su mirada, observó de repente a su derecha de forma inconsciente, y allí vio a Shinobu.

— ¡Me alegro de que hayas despertado, Tomioka-san!— Dijo ella con una gran sonrisa en cuanto este dirigió su vista a ella.— Tanjiro y los demás estaban preocupados por ti. Kanao ya fue a informar que estás bien junto a las tres pequeñas.— Informó. El de cabello azul suspiró y puso una mano en su cabeza. Se encontraba en la Finca Mariposa, era lo único que sabía de momento.

— ¿Qué pasó?— Fue lo único que dijo. Shinobu se calmó un poco antes de hablar.

— Parece que era un demonio molesto. Lograste vencerlo, pero saliste muy herido. Según dijo tu cuervo, su técnica de sangre le permitía adaptar la apariencia que quisiera, ¿cierto?— Él suspiró pesadamente y asintió.

— Sí... Él se convirtió en una persona muy importante para mí y me vi incapaz a dañarle...— Desvió la mirada.

— Ya veo, lo lamento.— Shinobu cerró sus ojos por unos instantes y luego volvió a abrirlos.— Pronto va a llover.— Dijo mientras se ponía de pie.— Iré con los demás para que entren ya.— Tomioka asintió en silencio y ella se retiró con una suave sonrisa en su rostro, sin separar sus labios.

En ese momento en el que Tomioka estuvo solo, su cabeza comenzó a dar vueltas, y siempre desembocaba en el recuerdo de aquel chico de cabello naranja.

Recordó su sonrisa. La forma en la que le hablaba, y... Ugh. Se sentía algo molesto. Sentía como si le fuera a dar un ataque al corazón. Aunque no estaba seguro.

Y, justo cuando creyó calmarse un poco, un recuerdo que no recordaba apareció ahí.

“— Te dije hace años que no pasaba nada, Giyuu.— Dijo suavemente una voz a su espalda, mientras el poseedor de esta se apegaba a él y posaba sus manos sobre las suyas con suavidad.— Además, él no soy yo. Te está engañando para dañarte. Te mantiene vulnerable con mi recuerdo. No quiero causarte más dolor, Giyuu.— Él colocó su mentón en la curvatura de su cuello y continuó.— Ya es suficiente.”

Abrió los ojos como platos. ¿Aquello sintió en la pelea? No recordaba haber tenido algún contacto humano durante ella...

Probablemente solo había divagado debido al cansancio y las heridas, por lo que parecía algo real. Sí, debía ser eso.

Suspiró y puso ambas manos sobre su rostro, tapándolo.

Él... Realmente tenía un problema con aquel chico.

 Realmente tenía un problema con aquel chico

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Su respiración era pesada

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Su respiración era pesada. No solo el entrenamiento le estaba dejando fatal, Sabito sentía que su cuerpo comenzaba a fallar y ya no respondía bien.

Las ganas de vomitar se apoderaron de él en varias ocasiones, su cabeza dolía y su cuerpo se sentía demasiado pesado.

En cuanto terminó de pelear contra aquel demonio, fue en busca de Urokodaki para avisarle de que había terminado, y de paso, para avisarle de que no se encontraba muy bien.

Debido al malestar, comenzó a temblar. Sus pasos eran demasiado pesados y sentía que no podía seguir.

Justo en ese momento Tomioka pasaba por allí, cargando algo en sus hombros y con la mirada gacha. Tenía heridas en su rostro y brazos, el entrenamiento de aquel día había sido demasiado duro para él.

Al escuchar los pasos, alzó la mirada, encontrándose la espalda del contrario. Se escandalizó al sentir su aura, y sin dudarlo, corrió hacia él, tirando lo que anteriormente reposaba en sus hombros y mojando todo el suelo.

— ¡Eh, Sabito! ¿Te encuentras bien?— Preguntó mientras ponía una mano en su brazo. El contrario lo observó y negó.

En ese instante Giyuu vio el estado en el que estaba. Estaba rojo, y no hablando de la sangre. Parecía respirar con algo de dificultad, así que Tomioka no dudó nada en lo que debía hacer.

Se puso frente a él y le indicó que se montara a su espalda.

— Giyuu, no hace falta...— Comentó, forzando una sonrisa, lo que solo molestó a su mejor amigo.

Sube.— Ordenó el contrario. Sabito suspiró, sabía que no iba a cambiar aquello pese a lo que dijera, así que obedeció.

Una vez que estuvo en la espalda del contrario, este lo sujetó y se enderezó, intentando que no cayera. Emprendió el camino nuevamente, con el contrario subido a él.

— ¿No habías ido a recoger agua? Urokodaki-san te regañará al saber que la dejaste toda caer...

— No te preocupes, volveré, ahora me importas más tú.— El contrario se sonrojó levemente y se abrazó del cuello del de cabello azul.— Debes dormir un poco. No estás en buen estado. Ya te despertaré cuando lleguemos.— Dijo.

Sabito asintió y se recostó sobre el contrario. Pocos segundos después, ya había caído en brazos de Morfeo.

Giyuu suspiró. Nunca se había comportado de esa manera, generalmente era el contrario quien hacía todo eso, pero...

Quería hacer algo por él... Devolverle todos los favores que le había hecho.

Un rubor se apoderó de sus mejillas.

Realmente le sucedía algo con aquel chico... Y aunque no sabía qué era.

Era consciente de que no era algo malo, sino todo el contrario a eso. Era algo bueno.

Mirar Atrás ➳ SabiGiyuu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora