III

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A la madrugada, Mileidy despertó en la habitación de la casa, desahuciada por no saber la hora, o dónde estaba o cómo; tomó su celular y verificó que eran las nueve treinta, no tenía puesta su ropa y lo único que recuerda es haber estado bailando con el amigo de Iván,Harry.
Se giró al otro extremo de la cama para confirmar sus sospechas, pero no era él. Era Michael, su otro amigo.

Hizo una cara de angustia y se levantó de allí. Se puso su vestido y tomó sus zapatillas. Y antes de que pudiese salir, Michael despertó.

-¿Te vas tan rápido?

-Sí. Mi madre me va a matar. -se giró a verlo.

-¿Y desde cuando eso te preocupa, Mileidy? -se sentó.

-De hecho nunca, pero tengo que irme. -volvió a voltearse pero Michael insistió.

-Déjame llevarte, cariño. Llegarás mas rápido. -se levantó y se dispuso a ponerse la ropa.

-No, se lo pediré a Iván.

-Él no está aquí. -Mileidy lo miró decepcionada -Se fue muy enojado. -alargó la palabra muy.

-¿Por qué?

-¿Por qué? -rió irónico. -Por esto. -señaló a ambos, refiriéndose a lo que tuvieron anoche.

-¡Carajo! ¡Eres un completo imbécil!. -gruñó un par de veces antes de abofetear al chico.

-¿!Qué te pasa!?. Tú te comportarte como una zorra toda la noche. La mitad de los invitados tuvo que aprovechar.

-¡Eres un estúpido! -salió de allí.

Mientras caminaba a la salida pudo notar que aún habían chicos en la casa, y la mayoría de ellos se veían asquerosamente borrachos.
Salió, tomó un taxi y al llegar a casa observó que afuera estaban sus maletas y varias pertenencias de ella.
Tocó la puerta pero sólo notó una hoja de papel pegada en esta:

Te advertí lo que pasaría Mileidy.
Esto me duele mucho pero es algo que hago para tu beneficio. Lo siento, sé que pronto me perdonarás.
Te amo.

Debajo habían doscientos pesos. Su madre la había echado de la casa.

°°

-Bien, por el derecho del estado que me concierne a mi darle a usted, señor John Germán. Le doy la libertad penal. Dejando esta prisión por consideración de conducta y falta de pruebas ante su acusación de hace cinco años contra la menor Mileidy Green.

Le quitaron las esposas y lo despojaron del uniforme de preso.
Aún con una cara de sorpresa y desconcierto salió de allí, sin rumbo.
Era como ver por primera vez el mundo, y era grandioso.

-"Contra la menor Mileidy Green" -recordaba John.

Y es que él haciendo cuentas pudo darse cuenta de que ya no era menor. Y eso le asustaba.

No se le ocurrió otra cosa que hospedarse en un hotel. Se dió una larga ducha y se acostó en la cama mientras reflexionaba su vida, o lo que perdió de ella:

Si nunca hubiera conocido a Mileidy, si nunca me hubiese enamorado de ella no hubiera perdido tantos años de mi vida arrepintiéndome de ello, flagelándome de que soy un pecador.
Pero me enloquece enfermamente, es la verdad; no he conocido ha alguien más divina que ella. Ella es quien me tiene preso, aún. -pensó.

Esto no es un Juego de Seducción. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora