Daydream

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Estabas estirada de lado en la cama, con los ojos cerrados y abrazada a tu peluche favorito mientras escuchabas música con los auriculares puestos. 

Ese peluche era tu favorito porque, tu mejor amigo, Hoseok, te lo había conseguido en las casetas de las ferias, en las que tienes que disparar a unas bolitas y acertar en ellas para que éstas caigan y ganar. El pobre estuvo horas y horas intentando dar en el blanco y conseguirte aquel peluche que tanto querías, hasta que por fin, pudo conseguirlo. Se le veía tan feliz cuando vino hacia ti con una enorme sonrisa en su rostro y el peluche en su mano izquierda. Te levantaste del banco en el que te habías sentado para esperar, ya que eso, sabías que iba a ir para largo, y cuando lo viste venir hacia ti con el peluche, no pudiste evitar sonreír ampliamente y reírte sobre aquella situación. Te pareció tan adorable verle así de feliz que se te encogió el corazón. 

Estabas escuchando música tranquila y eso te estaba relajando muchísimo y te estabas apunto de quedar dormida.

En ese instante, Hoseok picó varias veces a la puerta de tu habitación pero estabas tan inmersa en la música que no escuchaste los golpes que provenían de afuera. Él, extrañado de que no le abrieras la puerta, ya que tu madre le había dicho que estabas en casa, abrió sigilosamente la puerta de tu habitación.

—¿_____? —Hoseok te llamó mientras abría la puerta y entraba dentro cerrando la puerta tras de sí. Sonrió dulcemente al verte estirada en la cama tan relajada mientras seguías abrazando fuertemente el peluche que él mismo te regaló—. No te separas nunca de él —emitió una leve risita refiriéndose al peluche y caminó hasta la silla de tu escritorio, y con cuidado, la apartó de la mesa y la giró, sentándose en ella mientras seguía mirándote. 

Hoseok se apoyó en el respaldo de tu silla cruzando los brazos, aún con su mirada fija en ti y sin quitar la sonrisa de su rostro. No quería molestarte y tampoco despertarte, te veías tan relajada y tranquila que le sabía mal el tener que estorbarte. 

Se quedó un rato mirándote atentamente. 

Tu cabello quedaba despeinado en la almohada y un mechón te caía por tu rostro. 

Hoseok apoyó sus codos en sus rodillas y aguantó su mentón con su mano, acercándose y tener una mejor visión de ti. 

Hoseok sabía perfectamente cómo era tu rostro, se lo sabía de memoria, pero nunca se cansaría de observarte. Adoraba cada facción de tu rostro, desde tus grandes ojos color miel que, cada vez que le mirabas, se perdía en ellos, hasta tus finos y dulces labios que tanto deseaba besar. 

Hoseok dejó salir un suspiro y se levantó de la silla para acercarse a tu cama y sentarse en el suelo con las piernas cruzadas en frente de ti. 

—Este mechón de pelo te tiene que molestar... —susurró él levantando su mano y acercarla a tu rostro para apartar ese mechón de pelo que te tapaba el rostro. 

Su mano tocó tu tersa piel y tu piel se estremeció al contacto, pero no abriste los ojos y él, delicadamente, apartó tu mechón de pelo y te lo puso detrás de la oreja. 

Hoseok sonrió dulcemente al poder ver tu rostro mejor. Su mirada viajó desde tu frente, que se escondía por debajo de los finos mechones del flequillo, hacia tus ojos cerrados y de allí, bajó hacia tu pequeña y respingona nariz. Hoseok tocó la punta de tu nariz con su dedo índice y una sonrisa divertida se le escapó de sus labios al ver que moviste la nariz levemente al sentir su tacto. Acto seguido, su mirada bajó a tus labios levemente entreabiertos y a Hoseok se le aceleró el pulso de golpe, poniéndose muy nervioso y se mordió el labio inferior. Su dedo índice, inconscientemente, se posó en tus labios, acariciándolos y Hoseok notó como sus orejas empezaban a arder, sonrojándose. 

Daydream ❀ J. Hoseok y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora