Prólogo

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Era una fría noche lluviosa, con una gran tormenta y unos truenos que hacían temblar el suelo. La vida no era fácil en la pequeña aldea de Vadal, pero se hacía llevadero con los pocos pero ruidosos jóvenes que poblaban el lugar. Por el resto de residentes, la mayoría ya era de la tercera edad, por lo que noches así eran aún más oscuras y terroríficas. Los carteles de madera de los establecimientos habían recibido tonos más oscuros al contacto con el agua, y no había nadie en las calles, cuyo único soido se limitaba al traqueteo de los hierros ornamentales golpeando, a causa del viento, la madera de los hogares. Más suerte tenían las casas de piedra que permanecían en pie tras tantos años de una deprimente vida, y ya hablamos de una época ta nantigua en Valoran, que ni Demacia era Demacia, ni Noxus era Noxus. La gente se organizaba en pequeños pueblos, y la lóbrega cordillera de las montañas que hoy en día sirve de barrera entre Piltover, Zaun y Noxus era el lugar en que ese madurado pueblo se había asentado. Pronto el silencio fue interrumpido: unos pasos apresurados de botas de hombre sonaban al correr sobre las calles de piedra y gravilla, tratando de evitar charcos que solo lograban que el muchacho se mojase aún más los zapatos. La figura del caballero empapado se detuvo y llamó a la puerta de una casa de las de madera, dónde le abrío una amable anciana.

-Llegas tarde Jebediah... vamos, te están esperando. -Dijo la anciana, apartándose y dejando que fuera el joven el que entrase, con una gran cara de paciencia y otros detalles, pero, sobretodo arrugas- Creo que está arriba.

-Pido perdón por el retraso, sabéis cuán duro es cuidar de la herencia familiar.... ¿Arriba decís? -Preguntó el joven caballero, quitándose el empapado chaquetón y dejándolo en una percha de pie, junto con la boina, en busca de algo o alguien con la mirada- Solo espero que no haya sido doloroso 

-Al menos ya se me ha pasado... -Afirmó una voz femenina que bajaba las escaleras del hoguareño lugar, que parecía más bien una cabaña en la nieve. La voz provenía de una hermosa fémina que, pese a verse cansancio en su mirada de un tono de miel, seguía divina, portando un largo y tapado camisón blanco- 

-¡Felicia! Qué alegría.... -La réplica del amante se vio callada al ver al niño que la mujer sostenía en brazos, como un juguete de marfil capaz de romperse en calquier momento- ...es... ¿Él? 

-Qué tonto es tu padre, pequeño... -La chica rió ante la torpeza de Jebediah y se acercó a mostrarle al crío- ...sí, bobo, ya somos padres. Y tenemos la bendición de mi madre y los dioses, así que más te vale no huir de mí de nuevo, cerebrito.

-Tranquila, no pienso irme. -Respondió Jebediah, acercándose a ver el fruto de su amor- Con que tú serás el nuevo rey de la casa... solo espero poder ser un buen padre y enseñarte nuestra herencia y costumbres

-Relájate, cariño, él ya aprenderá de su padre como tú aprendiste del tuyo. Preocupémonos ahora por como vamos a pasar la luna de miel... ¡Yo quiero ir al sur, con el buen clima! 

-Eres como tu hermana... -La escena familiar se empezó a desenvolver con mayor naturalidad tras esos minutos de congelación estática, y, entre el ruido de los otros familiares recibiendo al torpe Jebediah, fue él mismo quién levantó al recién nacido ante la atenta mirada de aquella gran familia unida y dijo, ceremional- ...y aún no tenemos decidido un nombre. Quizá te pongamos como el abuelo, o como yo mismo... Sea como sea, tú debes saber ya quién eres. Pues en ti pervivirá el legado de los Mori, y no sé si sabré criar a un niño envuelto en tumbas y oscuridad... 

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2014 ⏰

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