CAPITULO 23

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Oliver miró a Juan, este lo miraba expectante mientras el omega no sabía qué decir o hacer. Se asustó viendo el cambio en la cara de su alfa, se veía enfadado mientras esperaba la respuesta del omega y este lo único que atinó a hacer fue llorar de nuevo, aún más fuerte cuando un enfadadísimo Juan se levantó saliendo del baño y poco después escuchó como se cerraba la puerta de la calle. Nunca le había visto así.

Oliver asustado salió del baño y llamó al móvil de Juan, para su desgracia este se lo había dejado en el dormitorio. Preocupado como estaba y sin saber qué más hacer, llamó a sus padres y les pidió si podían ir a su casa.

Mientras deshacía las maletas y se encargaba de todo para no desquiciarse mucho más, sus padres llegaron. Los tres se sentaron en el salón, donde el asustado y preocupado omega les contó todo lo que había pasado y como se sentía.

Sus padres con paciencia le escucharon, hicieron algunas preguntas, le abrazaban y daban consejos mientras su hijo lloraba, una y otra vez, no podía evitarlo, sentía como si se rompiera por dentro. Iba sintiéndose peor mientras el tiempo se alargaba y el alfa no regresaba a casa.

Sus padres estuvieron con él, hicieron que comiera y le cuidaron hasta las ocho de la noche, pero Juan seguía sin regresar y Oliver necesitaba descansar, se le veía agotado de tanto pensar y llorar, así que le acostaron y cuando vieron que se dormía, salieron de la casa. Mañana esperaban que las cosas fueran más serenas entre la pareja. No podían creer que fueran a ser abuelos de nuevo, se sentían tan felices.


Cuando Juan abandonó su casa, al único sitio que se le ocurrió ir, fue a casa de Rudy y Juanjo. Cuando le abrieron la puerta sorprendidos, pudo ver que al menos no había interrumpido nada entre ellos.

—Joder Rudy, lo conoces de siempre, ¿le crees capaz de abortar? realmente aún no acepta lo que es, mierda parecía feliz con la marca.

—Juan, todo este tipo de cosas lleva un tiempo con Oliver. Primero se asusta, reniega, piensa, analiza, va abriendo su mente y poco a poco acepta las cosas.

—No puede esperar cuatro años para aceptar que está embarazado. Esto no es como aceptar el que me quiere de alfa. Es nuestro hijo o hija.

—Lo sé. Pero él no te dijo que quisiera abortar, te marchaste enfadado, pero en verdad estás diciendo que él está asustado.

—Lloró, volvió a llorar sin decirme nada. Lo único que me llegaba de él sobre este tema era miedo, ni un poco de felicidad ni ningún sentimiento bueno. Mierda y solo me llega su miedo, está preocupado y asustado, me necesita, pero yo ahora no puedo ser amable, hasta que no me tranquilice, no puedo volver a él.

—¿Por qué? —preguntó Juanjo, sin entender—, no eres de los que pegan a su pareja y lo de gritar en una discusión lo hacemos todos, no entiendo.

—Eres un beta, es normal. —Los dos alfas le miraron como si sintieran pena de él.

—Pues explicaros, no es tan difícil.

—En cuanto me abriste la puerta un fuerte olor a Rudy me golpeó, tú ni siquiera lo percibes.

—Claro que huele a él, es su casa.

—No es solo eso. Como no puedes ser marcado, su alfa expulsa sus feromonas sin cesar, toda la casa, vuestras cosas están marcadas por él. Para que se sepa y quede constancia ante cualquier otro alfa que él es tu hombre.

—Mira que eres celoso.

—No son celos, no lo puede evitar, tal y como yo no podría evitar el intentar usar mis feromonas o mi "voz" para obligarlo a que haga mis deseos. Puedo tratar de forzarle a que sea sumiso.

No deseo amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora